Capítulo XXVII

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Como era de esperarse, no me dijeron nada hasta que estuviera completamente consciente de mi entorno. Me dieron agua y algo de comer, fue ahí que se me había olvidado otra vez esa fuerte sensación de hambre. Mientras comía, Judy me explicó lo que había pasado y cómo es que Jack nos había sacado de ese lugar, pero no me cuadraba algo. ¿Por qué no aprovechar para atrapar al enemigo? Aparte de todo, esta escapada de aquel lugar no pudo ser perfecta, el enemigo quiere hacernos pensar que somos más inteligentes que él, siendo que es lo contrario. 

Preferí no hacer comentario alguno, el ambiente estaba extrañamente tranquilo. Miré a mis alrededores y me percaté de que nos encontrábamos en la agencia del agente Savage, un lugar que muy pocos animales conocían la ubicación exacta. Se decía que solo podías acceder a ella por medio de un helicóptero; si no hubiera sido porque estaba bajo la influencia de aquel gas que Jack activó en el establecimiento, hubiera sido capaz de saber a qué nivel estábamos.

Me volví a mi habitación, la cabeza me dolía mucho. Judy se quedó un rato platicando con Skye, al parecer se habían hecho muy amigas y estaban riendo mientras compartían anécdotas de sus trabajos. Se veía en ese momento como si nada hubiera pasado, se le veía tan angelical. Esbocé una sonrisa y seguí con mi camino. Jack estaba en una junta con otros agentes e iba a estar ocupado hasta la noche, el único trabajo que tenía en aquel momento era en pasar el rato sin preocupaciones, por el momento.

Al llegar giré la cerradura y cuando dirigí la mirada hacia enfrente, se me bajó la sangre a las patas. Él me miró e hizo un gesto para que cerrara la puerta de la habitación. Hice lo que me pidió y caminé temeroso hasta donde estaba posicionado. Mis patas temblaban, mis ojos se pusieron cristalinos, lágrimas bajaron por mis mejillas. 

—Pensé que estabas muerto —no supe cómo pude pronunciar las palabras tan fluidamente, mi respiración estaba agitada y sentía que en cualquier momento iba a caer.

—Yo también te extrañé, Nick —dijo Finnick, extendió sus pequeños brazos y fui directamente a abrazarlo.

—Pensé que también te había perdido, eres mi única familia.

Después de todo lo que había pasado, el hecho de ver a Finnick me hacía creer que todo lo que había estado presenciando hasta este momento era mentira. Que todos realmente eran actores y alguna persona se estaba divirtiendo con nuestro sufrimiento.

—Tranquilo, ya no me iré de tu lado —pronunció con dificultad, como si estuviera aguantando soltar toda la tristeza de sus palabras—. Supongo que ya te contaron toda la verdad de la situación, ¿verdad?

—Sí, pero no me habían contado sobre... esto —me separé de él para mirarlo mientras decía la última palabra. Se me hacía muy malvado del agente Jack que no me dijera que Finnick estaba vivo.

—Mira... para serte sincero, no pensaba cooperar. Dado que soy una persona muy valiosa en cuestión de información sobre tus padres, el agente Savage no se puede dar el lujo de que me hagan algún tipo de daño. Después de aquel incidente donde tú y yo nos separamos, me explicó todo y accedí. Todo esto lo estamos haciendo por un bien común.

Procesé las palabras que acababa de decir. Realmente tenía razón, él era el único que sí estuvo en contacto con mis padres durante mucho tiempo y ya que yo no recuerdo del todo mi pasado, él era un punto clave para dar con el paradero de ellos, o al menos con el paradero de mi padre.

—Nick, aunque no quieras tienes que cooperar con ellos. No, no me importa si ya tenías algún plan. Déjate ayudar, déjate querer, déjanos cooperar en esta situación donde, de una u otra forma, todos estamos involucrados.

Asentí sin oposición alguna y me senté a un lado de él. Decidimos platicar sobre cualquier cosa que se nos ocurriera, como en los viejos tiempos. Tomé un pedazo de un pastel de moras que estaba en la mesita de noche de la habitación y le compartí a Finnick. Se le veía más delgado, una que otra cicatriz se asomaba por entre su pelaje, pero en general pareciera como si no hubiera recibido un impacto de bala. Eso era lo que más me gustaba de él, que era fuerte en este tipo de situaciones.

Alguien tocó la puerta, abrió la puerta y resultó que era Judy anunciando que la cena estaba servida. Ella no pareció sorprenderse por ver a Finnick o tal vez fue porque nunca le conté sobre él. Bueno, da igual, hay tiempo para contarle sobre este pequeño detalle. Caminamos por un largo pasillo, la luz falsa que emitía la luna se colaba por entre los largos ventanales que daban vista a un lugar que nunca había visto. Pareciese que estábamos todavía en algún lugar del distrito Tundratown, pero no estaba seguro porque no se podía apreciar mucho gracias a que no había luz. La oscuridad de la noche no ayudaba mucho.

Entramos a un espacio donde yacía una gran mesa llena de comida, distintos sabores y olores se mezclaban en el ambiente. Mi estómago gruñó y la saliva empezó a manifestarse. Tenía mucha hambre y qué mejor que darnos un festín después de todos los sucesos que pasaron en estos días. Mientras comíamos, percibí que el ambiente se ponía ligeramente tenso, aunque no comprendía porqué lo sentía de esa manera. Vi de reojo a los guardias que custodiaban el lugar, se movían de una forma intranquila, uno de ellos hizo una señal y en automático sacaron armas largas que estaban escondidas por debajo de su traje. Cada uno nos apuntó con una de ellas, por lo que nadie se movió.

—¿Qué significa esto? —Jack dijo seriamente. Aunque no demostraba nerviosismo, en su voz había un tono como si estuviera decepcionado de lo que estaba presenciando.

—Perdónenos, agente Jack. Son órdenes del jefe —dijo uno, su pata temblaba. ¿Por qué?

Uno de ellos rompió un ventanal y accionó una luz roja que se elevó hasta el cielo. Se empezaba a escuchar movimiento desde afuera, como si esa señal hubiera sido alguna especie de orden para que continuaran con su plan.

—¿Cómo dieron con el lugar? Hablo de los otros.

—Rastreadores, jefe. Las colocamos antes de que se fueran a la otra base.

—Uhm... —fue lo último que dijo Jack. Se mantuvo callado, apretaba las patas de una manera descomunal. Frustración y decepción era lo que se leía en su rostro. Skye le acariciaba en ratos su hombro para darle tranquilidad, pero a juzgar de cómo lo veía, no estaba funcionando.

Este será un golpe que a Jack nunca se le olvidará. Aquella noche, el agente Jack Savage acababa de conocer la definición de traición en su máximo esplendor. Si a él le pasaba esto, ¿qué nos esperaba a nosotros?

Zanahorias, me encantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora