Capítulo XIV

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¿Había algo más emocionante que escuchar eso?

Un paso más. Esto era felicidad pura que salía de mi ser. Esa noticia había podido alegrar todo mi día. Poder reencontrarme con mis padres o por lo menos saber en dónde se habían llegado a ocultar todo este tiempo.

—Es la mejor noticia que me han dado —dije sonrientemente. El jefe Bogo me miró tiernamente. Un mamífero que rondaba por ahí se acercó a él y le dijo algo en secreto. Me miró diciéndome que tenía que arreglar algunos asuntos en la comisaría, así que se fue por el pasillo, dejándome ahí.

Caminé cuidadosamente de regreso a mi habitación mientras usaba la pared como soporte, tratando de que no rozara la herida con esta. Podía observar la cantidad de animales que yacían aquí. Muchos estaban a lado de una cama llorando o gritándole a los doctores su mal labor por no haber hecho su trabajo bien, mientras que otros gritaban con hojas entre sus patas que sostenían fuertemente, mostrándoselas a todo el que pasara, dando a entender que era una buena noticia.

Cuando llegué a mi destino, una enfermera esperaba sentada en una silla acojinada azul que se encontraba al final de las cuatro paredes. Era de la especie de los leopardos. Eso me hizo acordarme del sueño que había tenido. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando pensé en eso.

Al escuchar que me encontraba aquí, se levantó y me guío con cuidado a la cama. Me acosté plácidamente, disfrutando de la comodidad de esta. Colocó de nuevo los cables que tenía en mi cuerpo anteriormente y revisó mis signos vitales. Se le notaba muy nerviosa, ya que no paraba de mover su bolígrafo con la tabla que tenía en sus patas.

—¿Pasa algo? —pregunté dándole señal verde de que no tenía que actuar así; para entrar un poco en confianza por mientras. Ella me miró y una sonrisa salió a flote mientras sacaba su celular.

—¿Podría darme su número de celular? —mencionó mientras reprimía unas ganas de gritar inmensas—. He sido su fan desde que trabajó en el misterio de los 14 mamíferos desaparecidos. Hizo usted un gran trabajo junto con la coneja esa —puso mucho énfasis en la palabra «esa», dando a entender que no le caía tan bien.

«Puedes llamarme a este número cuando quieras»

«¿Más recuerdos?» pensé internamente. Estaba irritándome tener estos lapsos donde recuerdo cosas que yo no lo tenía en mente.

•Flashback•

Ya estábamos muy pasados de copas. Finnick no paraba de reírse sobre la anécdota que le había dicho cuando terminé la misión de los mamíferos desaparecidos con Judy. Temía que algún vecino de él viniera hasta aquí para callarlo de tanto estruendo que hacía.

—¿Es enserio, Nick? Debiste ser más claro al declararte —dijo entre risas. No podía pronunciar bien las palabras, así que tenía que averiguarlo por mí mismo.

—Pues lo siento, ¿sí? Yo no soy como tú —le señale con una garra mientras lo miraba frustrado—. Ella es de otra especie, es más complicado ese terreno, pero algún día lo haré.

—Pero eso no es a lo que me refiero —me miró de nuevo a la vez que dejaba sus risas a un lado y tomaba otra botella de alcohol. La abrió y sirvió nuestros vasos por décima vez en la noche. Me lo pasó, chocamos los vasos y dimos un buen trago a este. El sabor amargo que poseía no se sentía tan fuerte como las primeras veces—. Me refiero a que ella sin darse cuenta te bateó, como se diría coloquialmente.

Le miré extrañado. No era la primera vez que sacaba su vocabulario de barrio cuando nos juntamos en su departamento.

—¿Me bateó? ¿A qué te refieres?

Zanahorias, me encantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora