Capítulo XX Oportunidad

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Éstas sombras diario me persiguen, diario tratan de alcanzarme, de llevarme.

Éstos espectros no me dejan descansar, no me dejan cómodamente soñar.

Mis retinas reflejan un paisaje en blanco y negro, un fondo abstracto monocromático, hay ilusiones que son a color.

Como golpean a un pequeña niña, como son los días escolares, como son los noviazgos.

Todos los rostros de aquél sueño son distorsionados, son deformados.

Agradezco no ser yo la protagonista de ese sueño, que triste y aburrida vida.

Hay ocasiones que Dante pinta mi día de color, pero sólo son pinceladas casi nulas.

Hoy amanecí con todas las ganas de vivir un día más. Siento una emoción caliente en mi pecho, unas ganas inmensas de salir corriendo pero lo único que veo es una gran escalera con fin hacía el cielo.

¿Acaso es ésta una manera invaluable para salir de aquí?
¿Una oportunidad de otro mundo?

Ésta chica sí que pesa, pero no está gorda, ni tantito.
Está muy demacrada, unas ojeras muy alargadas debajo de sus hermosos ojos celestes, una piel blanca pálida muy pegada a sus huesos y unas cicatrices que ya conozco, que recuerdo perfectamente.

Después de caminar y caminar llego al edificio, no lo sé, los pasos son lentos como si alguien me tomará de mis pies, como si algún ente no quisiera que llegará.
Sudando llego y Gabriel me recibe. Sus ojos se abren demasiado al verme y corre en busca de Abigail.
Abigail llega paciente y me dice:

-¿Acaso por fin te has dignado a venir?

-No me he ido totalmente

-Te fuiste desde aquél día.

-Una parte importante murió de mi vida

-Ella está en un lugar mejor- dijo amablemente

-Ella era joven, ella no merecía morir

-Pero lo hizo, eso no significa que tu también tengas que hacerlo

Su frío cadáver, mi cruel culpa.

Amarrada a un sueño eterno,
No creo en la resurrección.
Yo ví como la tierra llenaba su cama,
Ella estaba dentro de esa caja, recostada en su infinita morada.

Yo me aseguré de poner un celular, si una llamada llegará desde aquél lugar yo tendría un serio problema cardíaco, pero la más grande felicidad del mundo.

-¿Qué haces con ella? ¿La usaste para olvidar

-Sabes que ella y yo es otra historia aparte.

-A ella la amaste

-¡No quiero hablar de eso!- dije gritando, gritando desde lo más dentro de mi garganta.

-Eres la peor persona que he conocido Abigail.

-Tienes razón- yo no tengo corazón, mi corazón murió el día que Mauricio fue atrapado.

-Por favor, cuida a Allison, yo me tengo que ir

-¿Irás a embriagarte y conseguir a alguna prostituta?

-Hoy en día es difícil hacerlo, pero es lo que haré.

-Adiós- Ella me cerró la puerta en la cara

Abigail.

La ví toda indefensa.

Gracias al Cielo.

Tengo un Dios cuidandome.

-¡Gabriel!

-¿Si?- gritamos de piso a piso.

-Prepara la cámara de sueños, tenemos recuerdos que reprogramar.

Ésta escalera luce frágil, cada segundo que pasa es como si el oxígeno lentamente la oxídara.

Justo cuando uno de mis dedos estaba a punto de tocarla... desapareció.

PARANOIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora