Capítulo 2

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El resto de la semana, la profesora Danvers estuvo tan concentrada en su trabajo que apenas tuvo tiempo para pensar en nada que no fuera el tema de su seminario: «Las provincias occidentales del Imperio. El caso de Hispania». Una noche, tras terminar de cenar en la cocina con un libro frente a ella, el sonido estridente del teléfono interrumpió de golpe el ambiente de tranquilidad que solía reinar en su hogar. 

—¿Dígame?

—Hola, Kara, ¿Qué tal va todo por ahí?

La profesora disimuló un suspiro. Cada vez que la llamaba su hermana, ya podía hacerse a la idea de olvidarse de su trabajo durante al menos media hora.

—Como siempre, Alex. ¿Qué tal está Samantha? ¿Y los niños?

Su hermana no había tenido hijos de su primer matrimonio; en cambio, cuando se casó con su actual esposa, a pesar de no ser ya una jovencita, había tenido dos seguidos gracias a los grandes avances de la ciencia y la medicina. Dos niños revoltosos que, de vez en cuando, caían sobre la tranquila existencia de Kara como una plaga de langostas.

—Estamos todos bien gracias a Dios. Los niños no paran de preguntarme por su querida tía Kara, están deseando ir a tu casa a pasar unos días.

Kara reprimió un estremecimiento mientras recordaba lo que había sido la última visita.— Sí, bueno... ahora es imposible, ya lo sabes.

—Sí, lo sé, estuve hablando con la detective Luthor. Es una chica encantadora. —

Kara se alegró de que Alexandra no pudiera ver la mueca que se dibujó en sus labios al escuchar sus palabras—. Le he dicho que la acompañaré cuando vaya a Oxford; quedará todo mucho más natural si estoy yo allí para hacer las presentaciones. ¿Se lo has dicho a alguien ya? 

—Solo a Winn.

—Más que suficiente, querida, puedes contar con ese viejo cotilla para que la noticia llegue hasta el último rincón del college.

—No me gusta que hables así de Winn, ya lo sabes —gruñó, irritada.

—Sí, sí ya sé que es tu amigo. Por cierto, Kara —añadió, con uno de aquellos súbitos cambios de tema que abundaban en su conversación y que hacían que a su hermana le costara trabajo seguirla—. ¿Qué opinas tú de Lena?

—¿Lena...? —preguntó, perpleja—. Ah, te refieres a la detective Luthor.

—No hace falta que seamos tan formales, Lena es una chica muy simpática. Creo que un poco de compañía femenina no te vendrá nada mal, la verdad.

A Kara le parecía estar viendo a su hermana mayor asentir mientras su corta melena, colorada y lisa, acompañaba el movimiento de su cabeza. La conocía demasiado bien.

—¡Por Dios, Alexandra, ¿no estarás tratando de buscarme novia otra vez?! Creía que ya habíamos terminado con eso hace tiempo. Además, el otro día conocí a la señorita Lena Luthor y, créeme, es la última mujer hacia la que me sentiría atraída.

—Me extraña que digas eso, a mí me pareció una chica muy guapa.

A Kara le vino a la cabeza el rostro cerúleo y los labios negros de la joven, así como sus fríos ojos verdes y pensó que su hermana debía estar desesperada.

—No quiero seguir hablando de este tema, Alex —replicó con firmeza—. Bastante molesta va a ser tener que aguantarla en esta casa, que no es ni mucho menos una mansión, durante Dios sabe cuánto tiempo, para que, encima, mi hermana empiece a actuar de cupido. —Pero, Kara, es que llevas una vida tan triste...

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