¿Finalmente juntas?

2.7K 296 45
                                    


A partir de ese momento, la recuperación de Kara se desarrolló con una rapidez que incluso a la escéptica doctora Grant le pareció casi milagrosa. Una vez que la bajaron a planta, la profesora empezó a quejarse de la comida del hospital. Lena y Alex se turnaban para atenderla y pasarle de contrabando los deliciosos platos que preparaba la señora Brown, elaborados con los nutritivos ingredientes que ella consideraba fundamentales para la recuperación de un enfermo y que hubieran puesto los pelos de punta al médico nutricionista del hospital.

La detective le llevó alguno de sus libros y, aunque la ojiazul se cansaba enseguida de sostenerlos, le gustaba que Lena se sentara a su lado y le leyera en voz alta. Sam y los niños fueron a pasar unos días a Oxford y se acercaron al hospital en varias ocasiones a visitarla. También recibió la visita de su amigo Winn, quien aún no podía creer lo que había ocurrido. Según les contó, la universidad hervía de comentarios y habladurías y, ahora, todos presumían de haber sabido desde el primer momento que Morgan Edge no estaba bien de la cabeza.

La enfermera Curtis a su vez pasaba a verla a menudo. A Kara le divertía provocarla y, a pesar de que la mujer le respondía con fingida aspereza, se notaba que estaba encantada con su atractiva paciente.

—Si yo fuera unos años más joven... —le dijo un día a Lena, al tiempo que le guiñaba uno de sus ojos, maliciosa.

Ella lanzó una carcajada al oírla. Aquellos días se sentía increíblemente feliz; cualquier cosa le hacía reír. Su jefe le había dado un par de semanas de permiso y ella aprovechaba aquellas inesperadas vacaciones para pasar con Kara el mayor tiempo posible.

La profesora recuperaba las fuerzas a toda velocidad. Al cabo de un tiempo, se subía por las paredes y estaba deseando irse del hospital. Tanto Alex como la detective hubieran preferido que siguiera unos días más allí por si surgía alguna complicación, pero Kara se estaba volviendo una paciente tan insoportable que la doctora Grant decidió darle el alta. La enfermera Curtis enseñó a Lena y a su hermana a hacerle las curaciones y, un par de días más tarde, Sam las llevó a todas en su coche hasta la casa.

Entre la detective y la mujer de Alex sostuvieron a Kara, que aún estaba muy débil, y la llevaron a su habitación. Más tarde Alex la ayudó a ducharse, teniendo mucho cuidado de no mojar la herida.

Esa noche, cuando la familia Arias-Danvers al completo se marchó al pequeño hotel en el que se alojaban, Lena y Kara se quedaron a solas por primera vez desde que la profesora había recuperado la consciencia. En pijama y recostada sobre un número considerable de almohadas, Kara ojeaba unos documentos tumbada en la cama, cuando Lena, con un ligero vestido de algodón que la hacía parecer fresca como una mañana recién estrenada, apareció en la puerta con los útiles necesarios para hacerle otra curación.

—¡Hora de sufrir! —anunció, alegre.

La profesora soltó un gruñido de fingida indignación mientras, seducida por completo, la observaba acercarse esbelta y ligera. A veces, se dijo, la diminuta detective Luthor daba la sensación de que, más que caminar, flotaba en el aire.

—Parece que disfrutas martirizándome —protestó con el ceño fruncido.

Sin prestarle la menor atención, Lena se sentó en el borde del colchón y empezó a desabotonar la chaqueta de su pijama con destreza. Con mucho cuidado, se la quitó y lo mismo hizo con el vendaje que rodeaba su pecho.

—Te va a quedar una buena cicatriz, profesora —comentó, al tiempo que observaba la significativa cicatriz que se encontraba entre medio de sus senos descubiertos.

—Así estaremos empatadas y ya no podrás presumir de ser la única que tiene una fea herida por culpa de un villano —declaró con un encogimiento de hombros, al tiempo que contemplaba, fascinada, las hechiceras pecas de su nariz que en ese momento quedaban tan cerca de ella.

Nada más verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora