7. Permítenos llegar lejos.

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Dejamos las bolsas en la cocina y los demás empiezan a rebuscar sus dulces especiales. Skay y yo caminamos en silencio hasta estar frente a la puerta de su habitación.

-No vayas a asustarte, sé consciente de que tenía que aferrarme a algo. – Frunzo el ceño y abre la puerta.

Me detengo en seco. Hay un gran cuadro enmarcado de mí en vestido de gala. Fue hace un unos años, cuando terminé la preparatoria y Nate, Mathew, Gabriel y yo salimos a celebrarlo.

En las paredes hay fotografías mías, todas tomadas sin que yo lo note. Vaya que Mathew acolito los caprichos de su hijo.

Enciende la luz dejándome ver con más claridad. Y justo en la pared del medio hay una hoja con mi caligrafía.

-Mathew te la dio. – Asiente y me acerco. Al mes de su ausencia, le pedí a su padre que le enviara una carta de mi parte.

Siempre creí que no lo había hecho.

-Eres todo un acosador. – Digo mientras me paseo por la habitación. – A esto se refería Alec cuando dijo que solo te faltaba hacerme un altar.

- Si, bueno... Sobre eso, sí te hice uno el año que volví. Pero el gato lo destruyo.

- ¿El gato? – Asiente y señala un rincón con una pequeña cama. – Siempre pensé que sí tuvieran una mascota sería de Alec, no tuya.

- A Alec le gustan los fastidiosos canes, y agradezco que no se le ocurriera tener uno. Sin embargo, cuando estuve en el hospital encontré a esa bola de pelos y lo traje conmigo. – Se sienta en el suelo y lo acaricia.

- ¿Cómo se llama? – Se encoge de hombros. - ¿No le pusiste nombre?

- Bueno, nosotros le decimos gato. – Niego y tomo al pequeño de pelaje negro sosteniéndolo frente a mí. – Pero eres libre de darle un nombre.

- Mm, ¿Qué tal Black? – Digo por el color.

- Adecuado, me gusta. – Lo dejo en su pequeña cama.

- Vale...

- No pensé que fuese tan incómodo. – Dice y asiento.

- Bueno... ¿Y si vemos una película? – Hace una mueca.

- Y dime, Cooper, ¿Qué propones? No voy a ver nada romántico. – Puntualiza y suelto una carcajada.

- Yo estaba pensando en algo de suspenso. – Asiente.

- ¿Por qué no de terror? ¿Te da miedo?

- Se supone que voy a dormir contigo, sí tuviera miedo podría usarte a ti como escudo.

- Touché. Entonces... ¿Qué dices? Tú, yo, una cama y una película de terror.

- Es jodidamente tentador, pero creo que tendré que rechazar la oferta. – Sonríe y asiente.

- Vale, tú me obligaste. – Antes de que pueda responder, se quita la corbata seguida del saco.

- ¿Vas a tentarme sexualmente? – Enarca una ceja.

- ¿Quieres que lo haga? – Trago saliva viéndolo quitarse la camiseta, quedando solo con los pantalones de vestir.

- No creo que... - Se quita los pantalones haciéndome apartar la mirada. – No creo que funcione.

- Yo creo que sí. Además, aún estoy molesto por lo de tu cachorrito.

- ¿Entonces vas a castigarme con una vista erótica? Porque... Podrías hacerlo. – Suelta una carcajada, de lo más tranquilo mientras yo podría desmayarme aquí mismo.

Te Enseñaré A AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora