14. "No soy yo. Orwell."

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Narra Skay

La miro fijamente por lo que parece minutos mientras me pregunto qué hacer.

Quiero besarla.

Pero no puedo ceder a lo primero que diga.

Quiero decirle que la esperaré.

Pero no sé sí quiero que lo sepa.

Quiero hacerle saber lo mucho que la amo.

Pero en este momento, ella no se merece mi amor.

No soy capaz de expresar nada, siendo consciente de que mi rostro no tiene expresión alguna y que mis labios no tienen intención de abrirse para decir una palabra. Quisiera reclamarle por todas sus acciones, preguntarle por qué nos aplaza tanto, por qué le aterroriza amarme cuando sabe que daría mi puta vida con tal de no hacerle daño.

No obstante, soy incapaz de organizar mi cabeza y simplemente desvío la mirada a los lápices en el escritorio, organizándolos para que queden completamente rectos.

¿Qué estoy haciendo?

¿A dónde quiero llegar?

-¿Puedes decir algo? - Murmura. No respondo.

A mí alrededor todo se siente lejano, pero extrañamente cercano. Mi cabeza vuela entre la seriedad de mis reflexiones y el poco entendimiento de mis divagaciones; y de repente, no estoy pensando en nada. No soy consciente de nada más que mi existencia y la inentendible pregunta de "¿Qué hago?"

Una bofetada me saca de mis ensoñaciones y sacudo la cabeza, apartando la mirada del suelo para posarla en Amy, que está a unos centímetros de mí mirándome fijamente con expresión preocupada.

-¿Me has golpeado? - Pregunto con el ceño fruncido.

- Te llamé tres veces y no contestaste. - Responde como excusa.

- Y me golpeaste.

- Vale, lo siento. Pero te perdiste en la infinidad del universo. - El comentario me lleva a preguntarme cómo podría hacer la tecnología humana para explorar la infinidad del universo. Eso suponiendo que es infinito, porque tal vez sólo es grande, no tiene que ser necesariamente interminable. - Hey.

- Estoy escuchándote. -Respondo rápidamente.

- ¿Qué dije?

- Estoy escuchándote, pero no estoy prestando atención. - Suspira.

- Entiendo que esto es difícil...

- Tú lo hiciste difícil.

- Si, lo sé. Pero sólo dime qué hago para compensarlo y lo haré.

- No lo sé. Ni siquiera sé que haré yo.

- Lo siento.

- Maldita sea, Amy, deja de disculparte, dos palabras no van a cambiar las cosas.

- Ven conmigo. - Dice abruptamente con una expresión de ilusión. Y casi me siento mal... Casi.

- No.

- ¿No?

- Tengo un trabajo y una vida, Amy. No puedo dejarlos tirados.

- Pero puedes pedir un permiso en el trabajo, seguro Logan lo entiende y...

- Evito aprovecharme de mis lazos familiares, ya pedí mis vacaciones hace unos meses.

- No se trata de que no puedas, sino de que no quieras, ¿Es eso? - Asiento.

Te Enseñaré A AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora