19. Es abuso sexual.

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Narra Amy

Mathew es el primero en reaccionar, intentando atrapar el cuerpo de su hijo que cae por los pocos escalones que subió. Pero sólo logra sostener su cabeza antes de que ésta se estrelle con el suelo.

Alec se apresura a ayudarlo y terminan de bajar a Skay de la escalera, dejándolo en el suelo plano.

- ¿Qué hacemos? - Pregunto y Mathew intenta responder, pero su teléfono suena repetidas veces con mensajes y llamadas. - Nosotros cuidaremos de él. - Mira a Skay unos segundos antes de soltar un suspiro y asentir. Toma el teléfono y camina a paso apresurado hasta la puerta principal.

- Amy. - Me llama Alec. - Ayúdame a llevarlo al sofá. - Entre los dos lo acostamos allí y me apresuro a traer un paño húmedo y colocarlo en su frente, pues está ardiendo en fiebre.

- Estos son los efectos secundarios de las pastillas. Con solo dos corre un gran peligro...

- Dijo que no sirven.

- No sabemos sí se refirió exactamente a eso... - Me acerco a Skay, sentándome al pie del sofá y aparto algunos mechones de cabello que se le pegan a la frente.

- No sean tan duros con él. - Digo sin dejar de mirarlo. - Es difícil... Odia sentirse débil y sobreprotegido.

- Él tiene que entender que tiene un trastorno incurable.

- Eso es algo que nunca se acaba de asimilar, Alec. Para nosotros es fácil pues somos simples espectadores, pero para él... Sólo imagínate escuchar voces en tu cabeza todo el día, perder el control de tu propio cuerpo e incluso de tus pensamientos. Creyó al fin poder deshacerse de eso, pero no fue así... La esperanza es un lujo que se tomó y la decepción una consecuencia de ello.

- Lo entiendo... Pero míralo, ¿No te parece que desperdicia su vida?

- No. Al contrario, no conozco a nadie que use su vida mejor que él. Skay nació y creció en la discordia y el odio, se convirtió en una persona que despreciaba por completo y aún así fue capaz de superarse. Logró salir de ese hospital, conseguir un trabajo y mantenerlo, sostener un hogar junto con ustedes y ser para Cassie una figura paterna.

- Si, pero mira al gran empresario aquí, inconsciente por una sobredosis de una droga para el cerebro.

- Son momentos difíciles, Alexandre.

- Pero nos tiene.

- Mira, se supone que lo conoces más que yo. Deberías saber que Skay puede estar rodeado de millones de personas que le demuestren su apoyo, pero siempre deseara poder hacerlo todo solo. Su fortaleza es al mismo tiempo la debilidad de la que tanto huye. - Alec no responde. Mira fijamente el suelo por segundos mientras yo permanezco al lado de Skay.

- Caroline me pidió que lo cuidara... Que lo entendiera. - Suelta después de un rato. - Ella conoció a Orwell y a Steve, dijo que los amaba tanto como a su hermano porque son parte de él. Y cuando Skay cometió error tras error, cegado por el odio hacia sí mismo, Caroline siguió ahí. Lo cuidó, lo consoló y lo esperó cada noche en su habitación con los brazos abiertos, muchas veces me dijo que le dolía no poder curarlo, pero que sabía que sólo él podría hacerlo... Y quería estar ahí para apoyarlo. Pero ella murió en mis manos antes de ver a su hermano convertirse en aquel hombre del que se sentiría orgullosa. Skay siempre fue un idiota distante, pero con Care... Con ella era alguien distinto, era atento, comprensivo y protector.

Me mira y luego a él, sonriendo con nostalgia.

- Después de su muerte, nunca volví a ver a Skay sonreír de verdad o abrirse a alguien más, ni siquiera conmigo es así, porque yo le saco las cosas, pero nunca me las cuenta por voluntad. Sin embargo, llegas tú y destruyes sus barreras con una mera sonrisa. Lo entiendes como nadie, lo haces sentir como nunca y lo amas como sólo él podría aceptarlo.

Te Enseñaré A AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora