16. Te descubrí.

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-Sabe que le soy infiel, y dice que tendrá que averiguarlo por medio de Cassie. – Le suelto y me dejo caer de espaldas a la cama agradeciendo que por fin Gabriel se fuese a trabajar.

- ¿Y qué planeas hacer?

- Creí que tú sabrías. – Suspira.

- Bueno, es obvio que no puedes decirle que es Skay y tampoco puedes decirle a Skay que Gabriel lo sabe.

- Lo sé, pero ¿Entonces qué hago? A estas alturas no puedo convencerlo de que es el único.

- Esto no te habría pasado si hubieses afrontado la situación desde el principio.

- No me ayudas.

- No pretendo hacerlo. Te digo la verdad, Amy, por eso me estás llamando, ¿No? Para que alguien te baje de las nubes.

- Es que Aaron tiene una relación y tú estás soltero y tienes una gran habilidad para los consejos, ¿A quién más voy a atormentar con mis problemas? – Lo escucho reír levemente.

- Vale, escucha que te diré qué hacer, pero tienes que hacerlo todo al pie de la letra.

- Está bien, lo haré.

Me armo de valor para mirar a Gabriel y lo encuentro recostado en el marco de la puerta con los brazos cruzados mirándome fijamente con expresión seria.

-¿Qué quieres? – Pregunta, pues ha llegado dispuesto a irse a casa de Nate para no quedarse aquí, pero lo he detenido.

- Tengo que confesarte algo... Creo que te mereces saberlo.

- Ah, así que por fin vas a decírmelo. A ver, te escucho. – Hace un movimiento con la mano alentándome a continuar.

- Cuando llegue a New York me encontré con Skay y me hizo muy feliz volver a verlo, pero... - Suspiro bajando la mirada. – No es él. A quién he estado visitando y... Ya sabes, es a Alec. – Murmuro y a propósito, hago que mis ojos se cristalicen dispuesta a empezar con la parte más difícil. – Yo lo siento mucho, Gabriel, sé que te he fallado y no merezco nada de ti...

- ¿Alec? ¿No era como tu hermano? – Cuestiona y lo miro, su rostro es inexpresivo, pero después de tanto tiempo he aprendido a identificar sus emociones.

Ahora está tensando la mandíbula, conteniendo todo aquello que desea gritarme. Y mueve los dedos como si estuviese tocando un piano, lo cual sé que es una técnica para controlarse.

-Te mentí, lo lamento, yo...

- Ahórratelo, Amy. Sí lo lamentaras no hubieras seguido haciéndolo, sí te sintieras culpable me lo hubieses dicho y sí te importara no me habrías mentido a la cara. No me engañes más con palabras que realmente no sientes. – Trago saliva y me levanto, deshaciéndome del teatro del drama. No va tragárselo.

- Tienes razón, no te mentiré más. La verdad es que lo disfrute tanto que no tuve espacio para sentirme culpable, y sí, soy una perra por hacerte eso, pero no te amo, Gabriel, no como ambos querríamos hacerlo.

- No me amas en absoluto, Amy, nunca lo hiciste. Y yo tampoco me amé al sentarme a esperar a que tú lo hicieras. Sí se fuerza, sí tienes que decirle a alguien que debe amarte, entonces sencillamente no es amor.

- Gabriel, te quiero... No de esa forma, pero lo hago, me preocupo por ti y...

- No. No quiero escucharte decir que me quieres como un amigo porque a un amigo no se le hace algo así.

- Quería decírtelo, pero no sabía cómo, no quería que me odiaras...

- Algo tarde para decir eso, ¿No? Una jodida semana te bastó para joderlo todo a mis espaldas. Me mentiste descaradamente. – Se acerca a mí y coloca una rodilla en el suelo y el codo en la otra para apoyar su rostro y quedar a mi altura al estar sentada en la cama. – "Le diré a Gabriel que me quedaré con una amiga" "Le diré a Gabriel que este auto es de mi amiga" Mándale saludos de mi parte a tu amiga imaginaria, Amy, seguro ella acolita todo lo que haces. – Intento posar mis manos en sus hombros, pero atrapa ambas muñecas antes de que siquiera lo toque, aprieta tan fuerte que sospecho que me dejara marcas. No digo nada, no puedo decir nada.

Te Enseñaré A AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora