29. Nadie es quién dice ser.

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Narra Amy.

Soy del tipo de persona que no mira atrás.

No acostumbro a sentarme en el suelo de mi habitación a pensar qué hice mal, a culparme por errores que ni siquiera soy consciente de haber cometido.

Sin embargo, ¿Tal vez debería haberlo hecho en algún momento? Es decir, lo único que hago es cagarla, pero quizás sí hubiese mirado mis errores pasados podría haber prevenir éstos.

-Hey, ¿Todo bien? – Asiento con la vista fija en mi teléfono.

No ha llamado... Y sé que no lo hará. Pero ésta vez no lo culpo.

No sé cómo se me ocurrió decir lo que dije, él estaba preocupado por mí... Y aunque se equivocó al creer que no era Rose, no se merecía que yo lo tratara así.

-Regreso en un rato. – Digo, levantándome y tomando una gabardina.

- ¿A dónde vas? – Pregunta, colocándose frente a mí.

- Necesito hablar con Skay.

- Él no querrá hablar contigo, Amy. – Intenta tomar mi mano, pero la aparto. – Es hora de que realmente se alejen, esto es lo mejor.

- Yo decidiré qué es lo mejor en mi relación. – Sigue bloqueándome el paso y frunzo el ceño. - ¿Por eso apareciste allí de la nada? ¿Querías que reaccionáramos así?

- Contaba con ello. – La empujo hacia un lado y salgo del apartamento, cerrando la puerta con fuerza.

Tomo el ascensor y cuando paso por el vestíbulo un hombre se me atraviesa... Otra vez.

-Srta. Cooper, acompáñeme, por favor.

- ¿Para qué? – Pregunto mientras doy un disimulado paso hacia atrás.

- El Sr. Denver quiere verla. - ¿En serio? Skay es lo suficientemente orgulloso como para no dar el brazo a torcer por lo menor por 3 días, y ni siquiera han pasado 2.

- ¿Qué Sr. Denver?

- No el que tú conoces, definitivamente. – Al vestíbulo, entra el Denver que en efecto, sí conozco.

- Tobías Denver desea hablar con usted. – El nombre que Orwell ya me había mencionado hace eco en mi cabeza. "Rosemary y Tobías están detrás de esto"

Pero mi hermana está aquí, y jamás me haría daño. Además, no conozco a Tobías de nada.

-No tiene absolutamente nada que hablar con ella.

- Debe venir conmigo, a las buenas o a las malas.

- Iré. – Le digo a Skay, y él me mira fríamente.

- Voy contigo. – Responde sin siquiera mirarme, y eso me preocupa, ¿Tan molesto está?

- Sólo ella. – Contradice el hombre y Skay se gira para encararlo.

- Conmigo o no va, no creo que Tobías quiera armar un escándalo en un lugar público. – El tipo entrecierra los ojos y asiente después de unos segundos, empezando a caminar a un auto.

- Es una mala idea. – Le susurro.

- No te afecta en ningún ámbito, de todas formas. – Mantiene la vista al frente, como sí yo no fuese importante.

- ¿Estás bien? – Ésta vez sí que me mira a los ojos, y su expresión me es tan irreconocible que lo entiendo todo y retrocedo por acto reflejo.

- Orwell...

- Vaya, ya sabes diferenciarnos.

- ¿Qué hiciste?

- Oh, nada realmente malo, nena, no te preocupes.

Te Enseñaré A AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora