24. ~Fui yo quién se enamoró.~

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¿Te cuento un secreto?

Soy una persona.

No un saco de miseria, no una piedra resistente, no un objeto para ser usado. Sólo una persona. Y las personas sufren y sienten, viene en el paquete de la vida.

Pero, ¿Por qué duele tanto? ¿Por qué parece que el dolor sobrepasa de por sí la vida?

Sólo sigo viva porque desean mi sufrimiento, pero no puedo, no quiero más. Lo intenté, pero ha pasado una puta semana y todo empeora...

He intentado escapar, pero estoy en el último piso de un edificio sin ventanas. Usé todo lo que se me ocurrió, pero nada funcionó.

Así que aquí estoy. A punto de ejecutar mi última medida desesperada, sólo que ya no la llevaré a cabo para vivir, ahora mi objetivo es simple: Morir.

Isaac entra a la habitación y sin decir palabra, se me lanza encima y justo cuando aterriza sobre mi cuerpo, el cuchillo que le quité a Rob en la madrugada se entierra en su estómago.

Abre los ojos de golpe y me mira con sorpresa mientras me alejo dejando que caiga del otro lado de la cama. Me levanto y empuño el arma quitándosela por lo que suelta un grito, y casi al instante, 5 hombres entran a la habitación, y no dispuestos a salvarlo a él. Sino a matarme a mí.

-No les voy a dar el gusto de matarme, malditos hijos de puta. Sí alguien aquí va a acabar con mi vida, esa seré yo. – Posiciono el cuchillo en mi pecho y respiro hondo, preparándome.

Isaac se me lanza encima intentando quitarme el arma a pesar de su herida. Y por fin lo entiendo, entiendo por qué no ha intentado matarme él mismo.

Sí yo muero, quién sea que esté detrás de esto lo matará.

Suelto una risa que hace que se detenga en seco y le haga una seña a los hombres de que no se muevan.

-Me necesitas para vivir, todos ustedes dependen de mí. – Me alejo lo más rápido que puedo y sin perder tiempo, me encajo el cuchillo lo más hondo que la posición me permite. Lo suelto y observo mis manos llenas de sangre cuando Isaac, aún sin soltarse su propia herida corre y evita que mi cuerpo caiga al suelo.

Con la poca fuerza que me queda le muestro mi dedo medio y sonrío, sintiendo el sabor metálico en mi boca.

-Me jodiste la vida... Ahora con mi muerte joderé la tuya.

- ¡Maldita perra! – Mi sonrisa no se borra, y aun con mis parpados a poco de cerrarse, veo la puerta abrirse mientras los hombres corren de un lado para otro haciendo llamadas.

En el umbral, un hombre de traje cae al suelo dejando ver una figura detrás.

Alexandre...

~~~

Siento mis mejillas húmedas y abro los ojos de golpe, temiendo que todo haya sido un sueño.

Una luz blanca aparece ante mí y me pregunto sí ya estoy muerta. Debo estarlo, ¿No? Yo morí en esa sucia habitación...

-Yo también pensé que era mucho blanco. – Comenta una voz a mi lado y doy un pequeño respingo, percatándome de la herida que yo misma me hice. – Tranquila, despreocúpate que sí te hago algo tu novio el gánster me mataría.

Frunzo el ceño. Aunque me hizo gracia, no entiendo la extraña referencia.

-¿No estoy muerta? – Pregunto, estoy tan desorientada que no entiendo nada. Alexandre deja de leer el periódico y lo baja para mirarme mientras suelta un suspiro.

- Estuviste a segundos de estarlo, Amy. – Por instinto, toco la venda que rodea mi estómago.

- Pero hundí el cuchillo... ¿Cómo carajos sigo viva? – Se encoje de hombros.

Te Enseñaré A AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora