CAPITULO 39

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JENNIE.

—Luego nos vemos, ¿si?—soltó Lisa quitando mis cosas del baúl del coche de su padre y bajándolas a la vereda de mi casa.

Marco estaba en el volante esperando y Soo en el asiento del acompañante.

—Avísame apenas llegues—le pedí tomando su mano y acariciándola entre la mía.

—¿No me darás un beso de despedida?—preguntó viendo cómo ya estaba agarrando mis cosas para entrar.

—Puede estar Rosie allí dentro...

—Esta maldita Rosé y su putísima madre, siempre metida. Que tanto anda chusmeando lo que hace—

—¡Jennie!—mi amiga abrió la puerta emocionada saliendo en pijama—¡Dios mío has llegado!—vino corriendo hacia nosotras y casi se me tira encima—¡jo! ¡Que te he extrañado muchísimo!

—Y yo a ti Rosie—dije como pude entre sus manos apretadas.

—Hola. También estoy aquí—Lisa la miró de mala gana y yo me mordí el labio para no sonreírle.

—¡Venga que a ti también, Lisa! ¡Las he extrañado a ambas!—jaló de su prima y nos unió a las tres en un cálido abrazo.

La recibí gustosa.

—Te ayudo con eso Jen, ¡Dios tienen que contarme todo!—exclamó ansiosa tomando un bolso mío.

Mi pequeño cachorro salió corriendo hacia mi.

—¡Kuma! ¡Cariño!—lo agarré y lo subí refregando su rostro contra el mío.

Al parecer no había sido la única que logró caer en los encantos de Manoban.

Kuma apenas la vio, comenzó a moverse como loco y Lisa no tardó en sujetarlo.

—¡Hola Kuku!—le habló alegré—venga que yo también te he hachado de menos—sonrió cerrando los ojos cuando mi perro le lamió todo el rostro—¡qué si! Debes estar harto de Rosé. Lo sé Kuku. Lo sé.

—¡Hey! Que lo he cuidado de maravillas—protestó golpeándole el hombro.

—Bueno, ¿vamos?—miré cómo Lisa bajó a mi bebé y se rascó la nuca inquieta. Rosie asintió.

—Faltan tus valijas Lisa—pero ella negó—¿No te quedarás?

—Regreso ahora a la universidad.

—Venga, dile a Jisoo que es una estúpida—dijo cambiando su humor a enojada—y que no quiero que me hable nunca más—la Rosita tomó mi bolso junto con Kuma—te espero dentro Jen.

—¡Díselo tu!—le gritó Lisa-1mierda, apenas llegamos y estás ya andan con sus novelistas de la Rosa de Guadalupe.

—Así son ellas—Marco tocó bocina impaciente—Bueno, me avisas apenas llegues. Joder, cierto que esta apagado tu móvil. Que Jisoo me avise.

—Vale.

Lisa no me mires así.
Te lo suplico.

—Te veo luego—me volteé y tomé lo que restaba caminando hacia la entrada.

Pero mis piernas pesaron.
No podía dejarla así.

Sonreí como tonta y apenas llegué a mi puerta, abrí la mano soltando el peso y giré yendo corriendo hacia ella.

Mi cuerpo se estampó contra el suyo sujetándome entre sus brazos y recibiendo mis labios con deseo.

Mi boca se abrió extrañándola y nuestros labios se acariciaron como si fuera la última vez que se verían.

BLOOMING                                              Donde viven las historias. Descúbrelo ahora