CAPITULO 48

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JENNIE.

—Lisa... pero aún es de día—respondí agitada—¡Mmm!—gemí cuando me azotó.

—No me contradigas.

Pude sentir como se levantó detrás mío y cuando pensaba yo enderezarme, ella apoyó nuevamente su palma sobre mi espalda para trabarme contra la mesa.

—Aún no Jen, todavía te necesito abierta de piernas para mi—soltó sobre mi oreja, luego cazó el lóbulo y lo lamió haciendo que me estremeciera—¿quieres dar los honores?—preguntó extendiéndome dos de sus dedos.

Abrí la boca formando una pequeña "o" y ella me miró con los ojos entre cerrados viendo como sus largos y placenteros dedos se metían dentro mío.

Los saboreé con mi lengua encargándome de lubricarlos bien, prontamente, de manera suave y lenta, los fue quitando hasta provocar que una gota de saliva se desparraeme entre ellos.

Escuché como Lisa tragó pesado.

—¿Tienes bien las cuerdas vocales?

—Si... ¿por qué?

—Porque quizá te quedes afónica.

Dicho eso, me sonrió dándome un beso en el cuello y con una de sus manos tomó de él, apretándome despacio pero de manera fija y contundente.

Se acostó apenas un poco encima mío haciendo que mis pechos junto con mi abdomen se pegaran aún más al mueble sin dejar espacio de por medio, por consiguiente la otra  mano la estiró hasta tocar mi entrada.

Y era muy zorra cuando quería.
Porque no me los metió.

Se dedicó a rozarme, con movimientos finos y delicados; me iba palpando y acariciando como si estuviera sin querer hacer nada.

O como si estuviera masajeando algo sin motivo.

Comencé a moverme un poco inquieta y sintiendo como gota por gota iba cubriéndome allí abajo, pero Lisa seguía aún sin pensar hacer nada.

Y ya entré a desesperarme.

—Lisa... ¿ya puedes metérmelos?

—Estaba esperando que me lo pidieras.

Y sin pena ni pudor, separó más mis piernas y se metió dentro mío.

—¡AH! ¡Jo- joder!—gemí de dolor cuando en un rápido desliz y con gratitud de mi flujo, hizo que sus dos dedos se deslizaran de lleno y directamente entrándome en mi cuello uterino—¡Lisa!—gemí alto cuando terminó de hundírmelos hasta el fondo—¡Mmm...!

Me desplacé un poco sobre la mesa para acomodarlos y comencé a moverme cilíndricamente intercalando con líneas rectas para sentirlos mejor.

Pude oír como Lisa respiró pesado detrás mío y su tarea de penetrar bruto y sin compasión alguna había comenzado.

—¡Mmm! ¡Lisa! Me encanta cuando te mueves así... no, ¡no te detengas!—la dueña de mi corazón tenía sus dedos perfectamente y angulosamente posicionados embistiéndome con fuerza.

Era exacta, precisa y concisa.

Ella jamás era suave con las penetraciones, y menos luego de darme el primer orgasmo; sabía que los que vendrían posteriores a él, serían avasallantes y abrumadores.

BLOOMING                                              Donde viven las historias. Descúbrelo ahora