CAPITULO 38

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LISA.

Vimos cómo el pequeño inútil se fue con su madre.

Lo quedé mirando.

Claro entendía porque nadie quería jugar con el.
Realmente era muy malo, haría perder a todos los de su equipo.

Pero nadie tiene el derecho de decirte lo que puedes o no puedes hacer.

Y cualquiera es inútil en algo que jamás ha hecho.
Era cuestión de práctica, práctica y más práctica hasta pulir todas las partes.

Sostuve su balón viendo cómo se iba con su madre callado y tomado de la mano.

—¿Te has divertido?—preguntó Jennie también mirándolo.

—Ajá—asentí firme. Ella rió un poco—¿qué te hace gracia?

—Sonaste igual a el—la escuché aún divisándolo a lo lejos—a Levi cuando te asintió. El mismo tono. Como si se lo hubieras enseñado—fruncí el ceño volteando a verla—lo recuerdo—sonrió pero su sonrisa a los segundos se transformó en una mueca de dolor—¿qué estoy diciendo?—se tocó la frente como si le doliera.

—¿Te sientes bien?—asintió volviendo a abrir los ojos y sonriéndome—¿qué me decías?

—¿Mm-h?

—Lo de recién. No entendí.

¿Qué había querido decir?
Yo siempre decía "ajá" a las cosas. ¿Pero qué yo le enseñé? ¿Cómo? No lo conocía.

Genial, se me rompió la niña.

—Nada—sonrió mirándome—¿vamos? Tengo un poco de sed.

Asentí tomando de su mano y regresando con Marco y Soo.

—¿Te divertiste mucho, Lisa? No parabas de correr.

—Tuve mejores partidos—solté sentándome en un sillón con sombrilla.

Miré el balón y me encogí de hombros dejándolo a un lado.

—¿Y ya se decidieron por alguno?—pregunté llevándome jugo de naranja a la boca. Estiré las piernas y los quedé mirando.

—Aún no. El que me gusta a mi a tu padre no le gusta. Y el que le gusta a él a mi no me termina de convencer.

—Por eso jamás tendré hijos—solté absorbiendo el jugo del sorbete.

—¿Por no poder decidir en escoger un nombre?—preguntó Jennie mirándome con una ceja arqueada.

—En parte. Si ya se preocupan por decidir cualquier nombre, imagínate lo que sigue—negué.

—Bueno, un buen nombre es indispensable. No hay que tomarlo a la ligera—dijo colocándose sus lentes de sol y sentándose frente a mí cruzando ambas piernas

Parecía sacada de una revista.
La miré babeando por dentro.

—Oh, jamás pensé lo contrario. Sino mírate tu. Eres ejemplo de eso—me miró de forma alegre pero cayó en una mirada asesina—eres ejemplo de lo que no hay que poner—y reí arrojándole un beso en el aire.

—¿Piensan hacer algo esta noche? Es el último día. Ya mañana regresamos y tenemos que volver temprano. Así que a las siete hay que partir regreso.

—¡¿O sea que tendremos que levantarnos a las seis?!—Marco me asintió y yo me tiré al sillón rendida—ustedes acabarán con mi vida.

—No tanto como tú con los pobres peces del océano por consumir pajitas cuando podrías no usarlas.

BLOOMING                                              Donde viven las historias. Descúbrelo ahora