Momentos Fugaces 🌠

11. Recopilar memorias.

El latido estrepitoso de su corazón era lo unico que podía escuchar, mientras corría entre los árboles del espeso bosque en busca de la carretera para lograr pedir ayuda.

Sus piernas perdian fuerza y tropezaba constantemente pero no se rendía, su respiracion descompensada y las patadas de su bebé eran cosas que pasaba desapercibidas entre el miedo y la adrenalina.
Escuchó lo que parecía ser la sirena de una patrulla y se detuvo en seco a unos metros de llegar al pavimento de la carretera principal.

—Joder...N-no...
Negó dando pasos en reversa y susurro entre dientes algo en su idioma natal.  Pegó la vuelta de regreso a donde dejó a Antonio.

Había calculado las posibiliddes de escapar, era sencillo irse de ahí antes de que la policia llegara al lugar del crimen...
Ella podría irse y dejar a Hierro    esperando a su destino, pero lo que sentía por él era tan fuerte que preferia ir a la cárcel que dejarlo morir solo.

Corrió de prisa aunque había olvidado el punto exacto donde estaba recostado Antonio. Vió un auto antiguo de color amarillo estacionado ahí cerca y el miedo la inundo de nuevo.

—Mierda...

Cortó cartucho y avanzo a paso lento cubriendose tras de los árboles.
Una bala se incrusto en el árbol dónde ella se ocultaba.

—Hey!! ¡Quien coño eres!?

La voz conocida le gritó mientras se acercaba.

—¿Gitana?

—Mora!!
Bajó el arma y la abrazo precipitadamente con fuerza.
—Casi te reviento la cabeza! ¿Por que te apareces asi!? Estas bien?

—Hierro esta herido, y creo que la policia esta cerca, necesitamos...-

—La frijolita ya le puso morfina y cubrio la herida, esta en el coche.

Altagracia activó una corta alarma que sonaba exactamente a una patrulla y comenzó a reírse.

—Te estabamos buscando a TI.
Le señaló el vientre, acarició suavemente y su bebé dio unas patadas suaves como respuesta.

Zulema sonrió más tranquila y corrieron al auto, apenas subieron la mexicana aceleró rumbo a la carretera.

Hierro estaba recostado en las piernas de Zulema, la sangre empezaba a manchar el vendaje provisional que le puso la mexicana.

—Joder joder... tenemos que llevarlo al hospital!

Saray y Altagracia se miraron complices y con cierto temor.

—Escucharon? Vamos a un puto hospital! COÑO!!

Saray suspiró hondo.
—Que no podemos... ya sabes por qué, van a preguntar... y ya sabes...

—Me importa una mierda que pregunten! VAMOS AHORA!

—No.
Respondió secamente Altagracia
—No iremos mora.

—Tú piensas antes de hablar ¿no?
Siseo Zulema muy cabreada.
—No les pregunte si ibamos a ir, Dije que vamos YA!
Enseguida corto cartucho y en fracción de segundos Altagracia frenó el coche y tambien le apunto a la Mora.

—NO ME JODAN ... esto no es una película de tarantino! Baja el arma Zulema!
Habló Saray con cierto nerviosismo pues conocia perfectamente a la morena, no iba a ceder tan facil y mucho menos si la vida de la persona que mas amaba dependía de que hicieran lo que pedía.

Zulema respiró pesado sin dejar de mirar a Atagracia, Hierro estaba tan sedado con la morfina que no se enteraba de nada.
Ella bajo la mirada para encontrarse con el rostro de él y suspiro al rescordar tantas vivencias juntos.