Dos

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Alysa

Desperté gracias a mi alarma diaria. Estaba tan aliviada, todo había sido una horrible pesadilla, sólo eso, pero se había sentido tan real, que hasta podía sentir cómo clavaba su anillo en mi brazo y me hacía gritar. Una sensación muy extraña y perturbadora.

Después de bañarme, me puse un bividi blanco y ahí fue cuando vi la inicial, su inicial. Esto había sido real, no estaba en mi cabeza. Todo lo que creía que había sido una pesadilla, había pasado. Él había estado en mi pesadilla, él era mi pesadilla.

Recibí una llamada de mi padre, diciéndome que ya estaban llegando a casa. Era un alivio, estaba tan asustada y volverlos a tener en casa era bueno. Después de la supuesta advertencia que Damian me había dado, lo mejor era que estuvieran a mi lado.

***

Estaba del lado derecho de mi cama, estaba volteada mirando la fría pared, el blanco y triste pedazo de concreto, hecha de ladrillos y pintada de un color mate, según mis papás representaba mi pureza, la que ninguno podría quitarme sin mi previo consentimiento.

Estaba sumergida en tantas preguntas sin ninguna explicación aparente. Sin ninguna salida. Había creado mi propio laberinto en mi cabeza y no podía encontrar la salida para poder ver los rayos del sol. Había creado mi torre y me había encerrado en ella, esperando a que mi príncipe azul me rescatase, pero que sin ninguna duda no vendría. Tal vez... Tal vez, se le había caído la capa.

-Ya es hora-, sentí su aliento rozar mi cuello y un escalofrío erizarme todo el cuerpo-, de cumplir tu promesa-. Me susurró y me volteó, quedando frente a él. Sólo veía su silueta y sus ojos reflejados por el brillo de la luna. Que por cierto me miraban de una manera extraña, de una manera desconocida, como si tratase de descifrar lo que estaba pensando-, vámonos-, habló firme y me empezó a jalar del brazo con mucha presión, aquellas marcas serían difíciles de explicar y de borrar.

-No voy a irme contigo a ningún lado-. Dije con el poco de valor que aún me quedaba para gritarle, sabía que lo había hecho enojar, se podía ver en su mirada. En esa mirada que te hacen cuando sabes que haz hecho algo malo y lo que te espera es una lista de castigos.

-Aún quieres seguir desafiándome ¿no?-, me dijo con una sonrisa sombría, <<Oh, oh>> -, ¿cómo están tus padres? ¿dónde están?- Me sonrió maliciosamente y salió de mi cuarto. Lo seguí y vi que había entrado a su cuarto. Lo que venía no iba a ser nada bueno.

-¡Déjalos! Ellos no tienen nada que ver aquí-. Grité y pude ver la mirada de miedo reflejada en los ojos de mis padres.

-¿No tienen nada que ver? Estas personas a las cuales les llamas padres, son unos impostores, ellos no son tus verdaderos padres. Te han engañado toda tu vida-.

-¡Claro que no!- Dije molesta y entrecerrando los ojos, volteé la vista para verlos esperando a que lo negasen todo, pero de una mirada asustada ahora tenían una de nerviosismo. ¿Era cierto? No podía ser verdad.

-Díganme que es mentira-, dije con con la voz entrecortada y con una lágrima cayendo por mi mejilla. El silencio confirmaba lo que había dicho-, no puede ser verdad. He vivido engañada todos estos años. Me siento tan usada y estúpida. ¡¿Cómo me pudieron hacer esto?!-

-Aly, por favor, déjanos explicarte-, dijo mi mamá tratando de pararse. Se podía ver su nerviosismo, le temblaban las manos, esa era una señal-.

-¡No! No quiero escucharlos, ¿quién me garantiza que lo que dirán será verdad?-

-Ven conmigo y yo te diré la verdad. Solo confía-.

-En ti tampoco confío, eres un extraño que vino hasta mi casa a atormentarme-, dije llorando, estaba sola en esto-, ¡los odio!- Grité y él sonrió triunfante. Hizo un movimiento raro y al instante nadie se podía mover. Lo supe por las súplicas que daban mis padres. Me cargó en su hombro cual paquete y salimos de la casa. Mientras que nos alejábamos veía cómo mágicamente la casa se incendiaba y se volvía en un recuerdo mal contado-, ¡suéltame!- Forcejaba y pateaba, pero era inútil, era muy fuerte y al parecer mis golpes solo le causaban pequeñas risotadas. Por otra parte, veía a las personas pasar sin percatarse de nosotros y ¿qué acaso ignoraban mis gritos de súplica?

-Nadie nos puede ver, por eso nadie te escucha. Así que, intentes lo que intentes será inútil. Solo mantente callada y sin moverte-. Me dijo como si hubiera leído mis pensamientos, esto era imposible, ¿cómo que éramos invisibles? Me estaba volviendo loca, sí eso era, nada de esto estaba pasando, solo estaba  alucinando. Tal vez, con lo que empezó con un sueño se había vuelto una horrible pesadilla. ¡Por favor! Era imposible que estuviese sido raptada por un total desconocido.

Vamos Aly, despierta <<me decía a mí misma>> sólo estás en una de esas pesadillas que parecen ser muy realistas. Cierra los ojos y concéntrate. Abría y cerraba los ojos pero nada.

Empecé a ver todo movido, se veía todo muy rápido, mis ojos me dolían por haber estado jugando anteriormente, me estaba mareando; náuseas y ese dolor en el estómago no me indicaban nada bueno. Me dolía la cabeza de ver todo tan rápido, era como una ráfaga que me causaba mucho malestar. Sin duda era la peor pesadilla.

-Cierra los ojos-, me dijo él. Lo hice y por ahora solo sentía el movimiento de su cuerpo corriendo, el aire que hacía volar mi cabello y cómo mi cuerpo chocaba con el suyo debido a la rapidez. Las náuseas no querían desistir y aumentaban cada vez más. Sólo me retorcía de dolor, era lo único que me quedaba. De un momento a otro él decidió parar y sentí cómo mi cuerpo se iba ligeramente hacia adelante-. Aly, mírame-, hice caso, a este paso no quería que me quemase al igual que a mis padres-, duérmete-, escuché que susurró, instantáneamente en mi mente se cruzó: esto no es un sueño. Y lo único que pude hacer fue cerrar los ojos y quedar en un profundo y dulce, esperaba eso, sueño.

Soy Suya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora