Alysa
Abro los ojos y lo primero que me doy cuenta es del lugar tan peculiar en el que me encuentro, ¿qué había pasado con la mujer que hace un momento estaba a mi lado? Niego totalmente confundida y entro en pánico, ¿qué rayos había hecho?
No entendía nada de nada y lo peor era que no sabía en dónde estaba ni cómo había llegado hasta aquí.
¿Volvería a ver a Damian?
Me acerqué a la puerta y salí, lo único que encontré fue un largo pasadizo, en el cual no tenía ni idea hacia a dónde dirigirme. Lo dejé a la suerte y empecé a deambular por ahí, para ser sincera, este lugar me transmitía mucho miedo, y a decir verdad, la decoración no ayudaba mucho; todos esos retratos, todas esas cosas, la vela que alumbraba a duras penas.
Vi un cuarto que misteriosamente me llamó mucho la atención, por lo cual entré y con lo primero que me encontré fue una cuna, o algo parecido a eso. Me acerqué en silencio y presencié a una niña de cabello castaño y ojos azules. Al verla me transmitió ternura, pero a la vez temor.
Sentía una extraña conexión con aquella bebé.
Me quedé contemplándola por unos cuantos minutos, tratando de descifrar mi inquietud hacia ella. Cuando estaba por cargarla, la ventana se abre con lentitud, y por una u otra maniobra mía, logro esconderme detrás de un pequeño mueble que encuentro.
Me asomo y veo a dos chicos que con dificultad logro reconocer. El primero de ellos, tiene cabello oscuro, mientras que el segundo lo lleva más claro. Por alguna extraña razón, el de cabello claro me llamó la atención, tenía algo, pero no sabía qué era.
Vi que ambos se acercaron a la cuna y la bebé empezó a jadear-, tranquila, preciosa-.Uno de ellos la tomó en brazos y esta paró casi al instante. Sonreí al contemplar esa escena, además de ver las acciones del chico, se veía algo encariñando con la niña. Pero mi sonrisa se borra de inmediato al presenciar que el que está a su lado saca una pequeña navaja de su bolsillo.
-¡No!-, grito horrorizada al adivinar lo que está a punto de hacer, pero es inútil porque nadie me puede oír, esto solo es un recuerdo. Las náuseas empiezan a abundar en mí, y cierro los ojos, pero al no escuchar nada, decido abrirlos y veo a los dos chicos acercándose a la ventana.
La puerta se abre de un golpe.
Me asombro al encontrar a las dos mismas personas que se decían llamar mis padres, ¿qué hacían aquí? Miro asustada al hombre porque lleva consigo una escopeta, volteo para ver si aquellos dos seguían ahí, pero ya se habían ido por donde habían llegado.
-Estaban aquí-, escupe el hombre. Puedo notar todo el odio que brota por fuera de él y es que no es para menos, habían tocado a su ¿hija?-, hay que llevarla con nosotros al cuarto-, la mujer asiente y se la lleva. Otra vez me asombro, esa actitud tan pasiva no era típico de ella. O bueno, no de la mujer que hace cinco minutos había conocido por accidente.
Intento seguirlos, pero es inútil, no puedo moverme. Mientras, veo que todo lo que había a mi alrededor se iba carcomiendo y desintegrando hasta que pronto me encuentro en oscuridad.
Luego de un rato, un farol se prende y al parecer me guía hasta una puerta. Entro y rápido las lágrimas se me acumulan en los ojos, la niña había muerto.
Lo podía comprobar con mi ojos al verlos así de tristes, pero a la vez ofuscados. La niña había muerto, ella había muerto.
Todo llega a su fin.
Leo en la pared y trago saliva. Volteo a la ventana y veo que uno de esos chicos se aleja.
-Fue él-, finalmente la mujer habló-, ellos siempre nos tuvieron envidia-, terminó y negó.
La pena que abundaba en mí no duró mucho porque esta se combinó con miedo al percatarme que otra vez me encontraba en total oscuridad y silencio.
Todo se aclara y veo a la que supuestamente es mi madre escondida de algo o alguien, pero me doy cuenta de lo que realmente está haciendo cuando escucho a dos personas discutiendo.
Trato de seguir las voces, pero algo me impide avanzar, por lo que me quedo con la mujer.
-¡¿Estás loco?!-, grita uno de ellos-, ¡Eres un maldito infeliz!-, ¿eran ellos otra vez? Esos chicos.
-¡Yo te dije que era mía!-
-¡No! ¡Ella era mía y tú lo sabías!
-¡No me importa! ¡Tú sabes a lo único que había ido!-
-¡¿Puedes dejar de ser tan idiota?! ¡¿Querías la sangre?! ¡Te podía dar la sangre del mundo, pero no la de ella! ¡Maldito!-
-¡¿Tan sensible te ha vuelto?!-
-Por qué lo hiciste-, escucho que uno pregunta más calmado.
-¡¿Crees que no sabía lo que te traías con ella?!-
-¡Estás loco!-
-Gracias-, se carcajea.
-¡Maldito infeliz! ¡No te durará tanto esa sonrisa estúpida! ¡Sabes que te matarán cuando se enteren!-
-¡No! ¡A ti te culparán!-
-¿Qué hiciste?-, no se escuchó nada-, ¡mierda! ¡Contesta!-
-Ya lo verás-, se vuelve a carcajear y de inmediato se escucha un estruendo. Alguien se acercaba a nosotros.
-Yo me encargaré de que se enteren-, susurra y se va. ¿Ah?
-Las pagarás, Damian-, la mujer habla. ¡¿Qué?! ¡¿Damian? ¡¿Qué?! ¡No! ¡No! ¡Me rehusaba a creer todo eso!
Ya no quería ver nada.
Alzo la mirada y ahora me encuentro con la misma mujer escondida por algunos árboles, al parecer estaba observando un castillo o algo parecido a eso, ¿ese no era en donde vive Damian?
Veo su gesto repentino y dirijo la mía hacia lo que causó su expresión. A lo lejos veo a varias personas armadas hasta el cuello llevando a una mujer y un hombre casi a rastras, todos ensangrentados y al parecer sin fuerzas. Veo que los meten a un saco y los empiezan a jalar mientras que desaparecen ante mi vista.
-Mierda-, susurro. La gente de estos recuerdos no tenían corazón. Esas pobres personas maltratadas.
Pero lo que más me dolió fue ver a un chico asomado por la ventana gritando algunas cosas.
-Ya era hora-, niega la mujer y se va.
Aparezco en una multitud que grita bastante eufórica. Me voy moviendo por entre la gente y se me agrieta el corazón al saber que la causa de su alegría es el sufrimiento de las dos personas que antes había visto capturadas.
-¡Que los maten!-, grita uno a lo que todos responden con un bramado '¡sí! ¡Que los maten!' Niego triste ante tal crueldad y solo me dispongo a esperar lo que va a pasar, lo inevitable.
-¡Sí!-, gritan y aplauden, sin embargo yo cierro los ojos con fuerza cuando matan a estas dos personas. No podía ni siquiera verlo, me daban ganas de morirme, de llorar y hasta me daban ganas de vomitar.
Intento escabullirme para irme, pero por alguna razón veo llorar al mismo chico: Damian. Niega y se pone una capucha.
Se va para ya no verlo más.
ESTÁS LEYENDO
Soy Suya
VampireLo que sucede es lo único que pudo haber sucedido. No importa cuántas veces se prometa, se seguirá cometiendo los mismos errores y no, no es una decisión propia. ¿Solo la buscaba para hacerla sufrir? Eso creía él, pero el tiempo juzgaría aquello. ...