Damian
-¡Mira lo que has hecho! ¡Me las pagarás Damian!-, realmente mi concentración no estaba enfocada en las palabras absurdas de Benjamin, lo único que yo quería era evitar que usara esa estaca que llevaba en la mano, pero cuando repentinamente la lanzó en mi dirección, me quedé congelado y cerré los ojos, esta vez no me había movido, creo que todo ya había acabado.
Escuché un grito ensordecedor y caí al suelo, pero no había sido por alguna estaca, sino porque alguien me había empujado. Al instante vi de quién se trataba; mi abuela. Fruncí el ceño y la moví, ella no respondía, esa estúpida estaca se encontraba incrustada en ella y la sangre salía por borbotones.
Mierda y más mierda.
Por primera vez, después de mucho tiempo, estaba asustado. Con ambas manos le quité el pedazo de madera y lo lancé lo más que pude. Hice puños mis manos mientras veía cómo su cuerpo se volvía de un tono gangrenado, debido a que sus venas se empezaban a notar con mayor pigmentación: morado.
Miré a Benjamin furioso e hice como si me parara para matarlo, pero él fue más rápido y el desgraciado desapareció. Tenía la mandíbula tensa, de hecho todo en mí estaba tenso. Es por eso que odiaba a las personas, tener que relacionarse con ellas, simplemente me daba asco. Lo peor es que este tipo se hacía llamar mi amigo, por ende sabía lo que ella significaba para mí.
Miré al cielo con odio y grité todo lo que pude.
Clara, así se llamaba mi abuela. Ella siempre me había hablado de cómo quería morir, sin dolor, pero no se había dado. No podía creer qué tan rápido la vida llegaba a su fin, en un abrir y cerrar de ojos, todo se va tan rápido como si de respirar se tratase.
Más le valía al idiota ese largarse, esconderse en donde sea porque cuando lo encontrara, ¡oh, las que le venían! Esperaba que ese cobarde estuviera tan asustado que se matara por sí mismo porque juraba que si yo lo encontraba, bueno, sería peor que encontrarse con la misma muerte en persona. Eso se lo podía asegurar.
No podía creer que estuviera haciendo esto, estaba enterrando a la última persona que me quería incondicionalmente. Debía decirle un último adiós, para siempre. Lo único que me consolaba era el hecho que ya no estaría en este mundo tan injusto, tan imperfecto y soberbio, ya no más.
Tragué saliva e hice un hoyo profundo para poder poner el cuerpo. Lo hice todo rápidamente porque odiaba todo esto, hasta podría decir que me causaba náuseas. Con dos armas hice una cruz que la enterré en la tierra, no quería olvidar en dónde estaba.
-Hola abuela-, me rasqué la nuca-, no sé si me estás escuchando, de repente en el otro lado ya no estás tan sorda-, río y niego-. No puedo creer que esté haciendo esto, pero aquí vamos-, uno de los pocos momentos en que me portaba como, ¿buena persona? ¿Así se decía?-, quiero que me perdones por no haber venido por tanto tiempo, por siempre haber sido ese "rompecorazones" que tanto odiabas, por nunca haberte presentado a esa novia con la que tanto querías verme, y hasta por olvidarme de tu cumpleaños. Sé que no hay excusa, y lo siento. Pero no te prometo que haya algún cambio en mí porque así es como soy, la mierda de vida que he tenido me ha vuelto así y dudo que me vuelva un algodón de azúcar como tú querías-, niego mirando al cielo por las nubes grises que se acercan-. Gracias por ser una de las pocas personas que creyó en mí, que me quiso aún sabiendo de cómo era yo realmente, de todo ello que me atormenta y que dudo que pueda salir de esto hoyo que cada vez se hace más profundo. Pero sobretodo, gracias por siempre estar disponible para mí-, agacho la cabeza y siento gotas en mi cuello. ¡Rayos! Miré al cielo con cierto enojo. ¿Era en serio que ahora justo se había puesto a llover?-, ¡Espero que seas tú, abuela, la que me está contestando! ¡Y espero que hayas escuchado porque no volveré a hacer esta escena de niño débil!-, río y luego miro al otro lado.
Alysa seguía aquí, bueno, no se podía ir a ningún lado que digamos.
No podía creer que ahora estuviera cargándola, llevándola a mi casa, ¿y si mejor la dejaba en el bosque para que muriera sola? No se merecía mi pena, ni nada, solo mi odio. Por su culpa mi abuela murió. Si no hubiera estado con esta tontería de querer salvarla, mi abuela seguiría aquí conmigo.
Y como si fuera cosa del destino, una roca cayó al instante en mi espalda. No sé porqué sentía que era mi abuela, de repente estaba diciendo que era un idiota, como siempre. Tenía razón, ella no tenía la culpa, era solo una indefensa niña con sueños destrozados.
Todo pasa por algo.
Apenas entré, me dirigí a mi cuarto. Volví a mirar a Alysa y la deposité a un lado de mi cama, estaba por irme, pero unas extrañas ganas de querer quedarme, hicieron que me echara a su lado. De repente, me sentía intimidado, y no quería ni moverme, pero mi mano fue la primera en desobedecer aquella orden y acercarse a su cabello para acariciárselo.
Negué confundido y me alejé de ella, mierda, esto no estaba pasando. O sea eso no me pasaba a mí, y Damian Merimeé no estaba enamorado, no podía, simplemente me rehusaba a creerlo.
Alejé aquellos oscuros pensamientos de mi cabeza y traté de tapar a Alysa, pero me di cuenta que estaba como un cubo de hielo, mierda y más mierda, ahora faltaba que se me hubiera muerto y me estaba haciendo ilusiones con un cadáver.
¡La vida de perros que tenía!
Con un fósforo prendí la madera que se encontraba dentro de la chimenea, en un segundo ya sentía que el calor se esparcía por todo el cuarto. Me acerqué a las ventanas y las cerré. Como yo era "buena persona", traje algunas velas que encontré y las puse al lado de Aly, más calor, mucho mejor.
¿Debía irme y esperar a que despertara?
¡No! Me quedaría un rato más, no más. Me volví a echar a su lado y le acaricié el rostro, dirigí primero mi mirada a sus párpados y sentí su paz, ella tan tranquila por fuera, sin embargo, en el interior seguramente era un total desastre.
¿Qué estaba haciendo mirando esa parte? No me podía resistir, se veía tan jugosa y exquisita que me causaba temblores. Solo una probada no haría daño a nadie, solo lo necesitaba, yo sabía eso y también que ya no podía resistirme más. Necesitaba esa pregunta que me estaba atormentado desde hace un buen rato. Me tentaba tanto que me hacía imaginarme cosas locas, esa pequeña cueva, tan compacta, tan perfecta, tan digna de ella.
Reí. ¿Qué tan cursi podía haber sonado eso?
Me mordí el labio y es que estaba en extremo nervioso, ¿yo, nervioso? Sí, ni yo lo creía. Dudaba en hacerlo o no, trataba de pensar en otras cosas, no podía. Esa estúpida idea se había incrustado en mis pensamientos como un imán. No podía sacarla y creo que nunca lo haría.
Vencido miré otra vez sus labios. No era la primera vez que lo hacía, ¡vamos! Ya hasta había perdido la cuenta. Cerré los ojos y me acerqué a ella hasta que sus labios tocaron los míos.
Un beso.
Un beso había bastado para darme cuenta de mi desgraciada situación y que no se la deseaba a nadie, te hacía hacer locuras. Te pone tan sensible que lo único que quieres es estar pegado como chiche a la persona, no eso no pasaría, ¿no?
Mierda, sonreí y la volví a besar, rápido y fugaz. ¿Estaba feliz porque al fin entendía todo y no me negaría? Vería qué pasaría.
Estaba enamorado, estoy enamorado.
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Soy Suya
VampireLo que sucede es lo único que pudo haber sucedido. No importa cuántas veces se prometa, se seguirá cometiendo los mismos errores y no, no es una decisión propia. ¿Solo la buscaba para hacerla sufrir? Eso creía él, pero el tiempo juzgaría aquello. ...