Treinta y Seis

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Alysa

-Te extrañé mucho, Aly-, susurró abrazándome y aunque por un momento se avivó la chispa que me hacía suspirar, la apagué de inmediato y decidí comenzar con la diversión. Estaba harta de haberlo visto estar con Anna, de haberlos soportado con sus cursilerías, pero sobretodo, estaba de harta de que me doliera tanto.

-¿En serio?-, una pregunta inocente por aquí, un juego por allá, ¿qué podía pasar?

-Sí-, vi un extraño brillo en sus ojos. Por un momento desistí, pero se lo merecía por idiota.

-¡Wow! ¡Se notaba demasiado que me extrañabas, lo podía deducir cuando te acostabas con Anna!-, derramé todo el odio que tenía reservado. Era cierto, eso me había dolido demasiado, ¿para qué negar algo que era claro? Con un bufido lo dijo todo.

Auch.

-No es así, lo que pasa fue que..-. Me divertiría un rato, además de encontrar la verdad de su idiotez.

-¡¿Fue qué, Damian?!-, grité alterada. De algún modo quería que dijera que nada había pasado, que él me amaba con tanta desesperación como yo lo hacía.

Era lindo soñar. Era gratis.

-Si te lo digo, no me vas a creer-, bufó de nuevo. ¿No creería su mentira barata? ¿No se le ocurría nada? ¿Simplemente no quería hablar?

-De seguro es una estúpida mentira-. ¡obvio que no le voy a creer!-, ¿cómo creerte? Si te veías tan feliz estando con ella..-. Suspiro-. ¿Acaso creías que no veía lo que hacías?-, habían lágrimas en los ojos amenazando con salir. Esto me había jugado una mala pasada, no quería llorar, pero ya no había vuelta atrás.

-Por favor, Aly, no llores-, esa era la manera más tonta de hacer que una persona parara de llorar, ¿es que acaso mágicamente iba a parar?

-No estoy llorando, ¿por qué lloraría por alguien que no vale la pena?-, mentí. Eso me había dolido más que a él, podía jurarlo por mi vida. Y el sufrimiento aumentó al ver el dolor reflejado en sus preciosos ojos. Alguien que me matara, por favor.

Negó frustrado y se fue sin decirme algo más, me había dejado con la palabra en la boca y no quería eso.

Lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba.

Quería que volviera, que me susurrara al oído lo mucho que me había extrañado, que me quería con locura y que eso nadie nunca lo podría cambiar. Que me hiciera sentir amada, que yo era ese riesgo que quería tomar en su vida... yo solo quería un 'te quiero' de su parte.

Eso nunca llegó. Mi mente se rehusaba a creerlo, pero Damian seguía siendo el mismo desde que lo conocí. Ese chico cursi y amoroso que había aparecido con Anna, no era de mi propiedad, era privada, exclusiva de ella y eso nadie nunca lo podría refutar.

Y sin darme cuenta, era un río de lágrimas. Yo siempre era la que lloraba por él, por aquél que no merecía que las derramara, el que no merecía ni una pizca de mi amor, pero se lo había ganado, sin siquiera luchar por él. Era el único que tenía toda mi atención y eso era más que evidente, me traía loca, tanto, que me declaraba su mayor fan... era tan perfecto.

Suspiré intranquila por no saber qué hacer con mi vida. De pronto, solo quería volver al trance en el que me encontraba, en donde veía al Damian tierno y cariñoso, y aunque no fuera para mí, creía que podría vivir con eso; el precio que pagaría por siempre estar feliz.

De repente mañana sería un mejor día.

***

Al día siguiente me desperté con mejor humor. Hoy día lo ignoraría y trataría de vivir una vida donde Damian Mérimée no existe. Para empezar, ¿quién era él?

Soy Suya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora