Cuarenta y Dos

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Alysa

Un mes.

Un mes y mi desesperación ha crecido.

Un mes y todavía no sé cómo explicarle a mi destino que él ya no está ahí.

Casi todo el día, mi mente está ocupada en él, en el hecho de que pude haberlo evitado, en el hecho de que él podría estar a mi lado. Me siento frustrada por no poder haber hecho más, por ya no poder hacer nada, por todo.  Sé perfectamente que falta algo, ya no es lo mismo, me siento diferente, me siento inútil.

Suspiro triste y miro al techo, cierro los ojos y niego. Siento que todo esto es un mal sueño del cual no puedo despertar y ya estoy agotada. Ya no quiero seguir llorando, ya no quiero sentir este vacío en mi pecho, pero es inevitable, nunca podré cambiar esta infelicidad que llevo conmigo.

Al mirarme al espejo, ya no busco esa sonrisa que antes me caracterizaba de pequeña. Ya no busco agradarle a la gente, simplemente no me importa. Todo es un desastre sin él, aunque con él también lo era.

***

Me encuentro sentada en una banca cercana al espacio de Damian. Mis ojos no tardan en volverse a hinchar y tornarse rojos. ¿Por qué no podía simplemente olvidarlo?

Porque me importa. Porque lo quiero. Porque significa todo. Porque lo extraño. Porque lo necesito. Porque lo amo.

Alguien se sienta a mi lado, pero ni siquiera me digno a ver de quién se trata y en seguida, siento unos brazos acurrucarme. Fabian me mira con ternura y antes de que le pudiera decir algo, me da un beso en la frente y se retira de ahí.

Al menos, Fabian no me había dejado. Sabía porqué había hecho lo que hizo. ¿Todo planeado? ¿En serio, Damian? Supuestamente todos deberíamos estar aquí celebrando que estábamos bien, ilesos, pero más bien, me encuentro yo aquí, sentada sola y llorando, tratando de saber el porqué Damian no me contó su plan, le hubiera dicho de su pequeña falla: él estaba en peligro.

Lo hubiera ayudado, lo hubiera apoyado, pero lo principal, hubiera confiado en él. Pero como siempre, yo era la última en enterarme de las cosas.

Niego llorando, pero me callo al instante al sentir el pasto crujir. Levanto la vista esperanzada y lo veo, ¿en realidad él estaba ahí parado? Saco una media sonrisa, no obstante, esta no dura mucho, no había sido nada. Solo yo y mi estúpida mente con mis estúpidas alucinaciones.

Bufo frustrada-, te extraño-, susurro y como si se tratase de una respuesta, veo cómo el farol de al costado se balancea de un lado para otro. Sonrío porque de alguna manera, siento que él está ahí conmigo.

De repente, por eso, en estos días he sentido que me observan. No importa en dónde me encuentre, siento que alguien está ahí, a lo mejor solo es idea mía o parte de mi imaginación, pero me sirve de consuelo cuando ya no resisto más y solo quiero desaparecer para siempre.

Una vez, me dijeron que cerrara los ojos y que lo llamara, que habría una conexión porque cuando había amor, todo era mágico. Y aunque esto suene increíble de creer, me ha estado funcionando. Hay veces en que lo siento más cerca que nunca. ¿Coincidencia? No lo creo.

Porque lo más frustrante es saber que hay muchas personas a tu alrededor y aún así, te sientes más sola que nunca.

***

Por la tarde, Evan y Fabian me piden que los acompañara a la ciudad, que necesitaban algunas cosas, además, de que yo debía salir a "tomar aire fresco".

Trato de incluirme en sus charlas sin sentido y bastante cómicas, y aunque a veces logro acoplarme, se me hace un poco difícil entender su buen humor.

Ellos entran a una tienda que para ser sincera, me causa mucho miedo, es por eso que decido quedarme afuera para esperarlos. Así aprovecho de conocer mejor el lugar. Mi mirada se escurre por todos los rincones de la calle, pero hay algo que me llama mucho la atención y se encuentra al otro lado de la acera.

Hay un chico de espaldas que lleva una casaca de cuero negra. Aunque no lograra verle el rostro, él tenía ese algo que me llamaba bastante la atención, pero aún no lograba descifrar qué era. Esa caminada, ese cabello y todo lo que hacía me recordaba mucho a él.

La tristeza me abundaba con rapidez y facilidad.

Cuando se aleja, reacciono y veo a Evan y Fabian pasmados mirando al mismo sujeto que yo. Sus cuerpos se veían muy tensos y hasta algo nerviosos, esto me causa mucha confusión e intriga, sin embargo se me olvida rápido porque ellos me toman de los hombros y me jalan hacia el lado contrario en que se había ido el hombre.

***

Parece algo ridículo que ahora, mi mente esté imaginándose al sujeto y no esté concentrada en Damian, ya que, desde aquella vez, no logro quitarme la idea del muchacho en casaca de cuero con aquella caminada tan en particular.

-Aly, tu turno-, me mueve Evan. Vuelvo a la realidad y saco una carta-, saca-, ruedo los ojos porque tengo que tomar más cartas de la baraja. Últimamente perdía mucho en este tipo de juegos.

Aún así, le sonrío.

En verdad, estaba agradecía con los hermanos de Damian. Ellos se habían convertido en muy poco tiempo, en mi familia, les tenía la suficiente confianza como para contarles algunos de mis problemas y depresiones.

Los quería demasiado y para ser sincera, no sabía qué haría sin ellos. Habían sido como mi soporte cuando más lo necesitaba, siempre estaban ahí para mí para que no cayera en la depresión absoluta, para que no me cerrara en mi mundo y sobretodo, para que no esté pensando todo el rato en el accidente.

Y es que a veces, lo que más necesitas en momentos de debilidad es un hombro en el cual puedas apoyarte.

Eso o unas buenas cervezas para olvidar las penas.

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¿Quién será aquel hombre?

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