Cuarenta y Cinco

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Alysa

-Hazlo-, es lo último que dice. Asiento dudosa y me acerco a su cuello, el cual tenía un olor bastante atractivo. Me quedo en silencio hasta que siento los colmillos salir.

-Espera-, Damian se separa. ¿Era en serio que ahora me arruinaba mi momento perfecto? No creía que podría aguantar mucho, esto me estaba controlando.

-¿Qué pasa?-, suelto algo malhumorada.

-Debo ser sincero contigo, puede que creas que eres un vampiro, pero la verdad es que no es así. Tienes tiempo para que aquellos dientes se vayan y vuelvas a ser Alysa. Si decides no hacerlo, ya no va a ser lo mismo porque técnicamente estás muerta. Pero si decides seguir, tienes que ser consciente que ya no hay vuelta atrás. Tienes que aceptar que todas tus emociones se multiplicarán y te afectarán constantemente. Al principio, no podrás controlar el deseo muy bien, ni mucho menos tus instintos. Este camino será tedioso, pero yo estaré a tu lado apoyándote. ¿Segura que quieres hacerlo?-, ahora más que nunca que quería hacerlo. En su forma extraña, era lo mejor que me había pasado. Era una ternura.

-No voy a desistir-, suelto. Con su discurso de que ser vampiro era algo malo, me estaba convenciendo de arriesgarme.

-Si no quieres, solo debes esperar algunos días para que mi sangre salga de tu sistema-, ¿estaba tratando de convencerme? Novato.

-No me convencerás, Damian-, mantengo mi decisión. Nada ni nadie cambiaría lo que quería.

-¿Segura?-, pregunta nervioso. ¿O él era el que no quería?

-Totalmente-. Frunzo el ceño por su extraña actitud.

-Bien-, un extraño brillo aparece en sus ojos. Al parecer, lo que él esperaba era que dijera a todo sí, quería que yo estuviera completamente segura de la decisión que de por sí, ya había cambiado mi vida-. Una vez concluido esto, ya no podrás ver el sol como lo hacías antes. Todo tiene un precio-, eso lo sabía perfectamente. Pero así como todo tenía un precio, todo tenía una solución.

Debía admitir que el miedo todavía rondaba por mi cuerpo, pero esto era algo que estaba decidida de afrontar. Siempre se le tiene miedo a lo desconocido, pero a mi modo de ver, no hay por qué hacerlo. Hay que tener la valentía para poder sobrellevarlo porque ¿quién ha dicho que todo deseo no demanda algún sacrificio?

-Afrontaré todo como sea debido-. Sonrío y cierro los ojos.

-Cuando quieras, bonita-, río y asiento. Esto sí que me ponía los pelos de punta-. Soy todo tuyo-, sonreí y le di un beso en la mejilla. Él asiente y cierra los ojos. Sentí otra vez esos largos colmillos aparecer, desde aquí ya no habría vuelta atrás.

Eso era un hecho.

Era extraño sentir aquel sabor, y aunque era la segunda vez que la probaba, esta vez, sentía que producía cosas dentro mío, sentía cómo aquel sabor inundaba mi ser y me hacía entrar en un mundo que no conocía.

Después de un rato, me sentía mucho más cómoda, me estaba empezando a gustar y sabía que a él también por sus constantes jadeos que inundaban toda la habitación. Sin dudar, esto había sido una de las mejores experiencias que había tenido en toda mi vida.

Me separo de él y le doy una sonrisa. Me limpio los labios con mi muñeca y en todo momento está atento observándome. Estaba claro que le provocaba, podía notarlo en sus ojos carmesí. 

Sin embargo, esta vez estaban dilatados. Me acerco a él y lo beso, ya no podía resistir más. Este era inusual, no como los tiernos que había probado de su boca, este solo tenía un destino y yo no estaba dispuesta a negarlo. Era claro que mi cuerpo me pedía más y más. Me acerco más y pongo mis manos en sus hombros, mientras que él me coge de la cintura y me carga.

Lo escuché gruñir en mi oreja. Cada vez estaba más cerca del momento tan ansiado y esperado. Quería una de esas noches para recordar por toda mi existencia, besar su boca como si no hubiera un mañana y hacer lo incorrecto sin que nos importe lo demás.

Él tiene algo que me atrapa en este momento, que me hace querer seguir y no pensar con claridad. De un momento a otro, me había vuelto fanática de lo prohibido y terminar frente a frente no ayudaba nada.

Suelta un bufido y se separa ligeramente de mí, ¿qué rayos? Frunzo el ceño y trato de acercarme a él pero se aleja aún más de mí.

-Aly, no quiero que lo hagamos solo porque acabas de tomar de mí-, se sienta frustrado-, que sea porque me quieres-, suelta de improvisto. De un momento a otro, se había vuelto muy tierno.

-Está bien-, le sonrío y le doy un beso en la mejilla-, pero nos debemos la noche a solas los dos-, le guiño el ojo y ríe.

Me vuelve a besar, pero esta vez con más ternura, sin embargo, estoy a punto de perder la cordura por la tentación. Sin duda, lo de ser amigos o algo menos, no funcionaría. No perdería nada con intentar, no me importaba lo que los demás dijeran de mí y si ellos se negaban, el escondernos era una tentativa solución, total, era más divertido cuando era peligroso.

Sí que su sangre me estaba afectando el cerebro.

Me guiñó el ojo y antes de irse, se acomodó su polo. Sonreí ilusionada y me eché en la cama mirando al techo con la misma sonrisa kilométrica. Esto nunca lo había sentido por nadie, él era el primero, con él la realidad era diferente, sentía que mi vida estallaba en miles de fuegos artificiales. Pero no le diría eso, pensaría que estaba demente.

Estaba impaciente por aquel día, ya quería tenerlo a mi lado, quería otra vez su sangre. Sabía que él sentía cosas por mí, pero a veces era demasiado torpe como para demostrarlo, me gustaba eso, me gustaba como era. Todo eso lo hacía perfecto y encantador, parecía todo un niño cuando se volvía así de tierno.

La mejor decisión que había tomado en mi vida.

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