XVI. Preocupación

812 93 0
                                    

— Seré tu esposa, mi amor — dije sarcástica.

— Estoy hablándote muy en serio, Mandy. Mira que estoy de mejor humor ahora que estás aquí conmigo. ¿Acaso quieres verme enojado? Verdad que no — me giró de un solo movimiento.

Quedamos cara a cara y lo miré directamente a los ojos. La punta de la navaja se hunde en mi piel con poca fuerza.

— También te estoy hablando muy en serio, Dre. Me has hecho una propuesta y te he contestado. Sabes que no soy una mujer cariñosa, así que no esperes que me lance a tus brazos o me ponga a llorar por lo que me has pedido — sonrió ladeado.

— Ya sé, sé que eres de esas pocas mujeres que no sueñan con casarse ni mucho menos tener una familia o hijos — con la navaja hizo un recorrido por mi cuello hasta llegar al medio de mis senos, sin dejar de verme los labios —. Eso es lo que más me pone a mil, mamacita. Pero también sé que llegarás a amarme tanto e incluso más de lo que yo lo hago — suspiró —. Tienes ese poder sobrenatural para ponerme feliz, duro, rabioso y enojon con solo esa mirada tan indescifrable que me estás dando ahora mismo.

Guardó la navaja en el bolsillo de su camisa. Disfrutaré cuando sea el momento de tenerte de rodillas suplicando para que no te vuele los sesos, infeliz.

— Te mostraré nuestra habitación, la misma donde cada noche y cada día haremos el amor — dejó un suave pico en mis labios —. Futura Sra. Santana, suena bien, ¿no crees? — asentí con la cabeza.

Maldito loco de mierda.

Subimos a la segunda planta donde solo hay una inmensa habitacion. En ella; hay una cama en medio de la misma, un sillón, un enorme televisor y una puerta que da hacia otro lado. Me quedé viendo a la nada. Por mi cabeza pasan tantos planes pero ninguno lo suficientemente coherente para evitar que ponga esas asquerosas manos en mi cuerpo.

— ¿Qué te parece? — susurró en mi oído —. Podemos estrenar la cama si así lo quieres, no sabes cuánto muero por estar en el medio de tus piernas a una profundidad que ni lo imaginas.

Estregó su erección en mi trasero y respiré con calma. Aguanta Mandy, no cometas una imprudencia o te lamentarás.

— Supongo que tendré que esperar a que sea de noche, ahora mismo tengo que irme a solucionar un pequeño incoveniente — sus palabras me dieron mala espina —. Te veré luego, amorcito. Ponte cómoda.

Me tiró a la cama y caí de boca en ella. Llevó mis brazos hacia atrás y me esposó sin darme tiempo de reaccionar. Ni sé de dónde ha sacado las esposas. Me levantó y me giró colocándome de espaldas en la cama, esa sonrisa maliciosa y burlona que se expande en su rostro me irrita a más no poder.

— Seguridad, ya sabes — me besó con fuerza y salió de la habitación relamiendo sus labios.

— Hijo de puta — susurré elevando mi cuerpo para quedar sentada en la cama. Solo espero que ese inconveniente no sea Andrew, por qué no sé cómo reaccionaría si le llegase a suceder algo a él...

ANDREW

— Buenos días, Andrew — saludó Ariadna tras de mí —. ¿Has visto a Mandy por ahí? Ando buscandola.

Negué.

— Buenos días — guardé el teléfono de mi madre en el bolsillo trasero de mi pantalón. De nuevo salió de casa sin llevarlo, que mujer tan terca y olvidadiza —. Anoche se marchó de la casa, creí que lo sabías. Lo que se me hace raro es que no hayas ido con ella...

— ¿Cómo que se fue sin mí? Me dijo que nos iríamos en la mañana — me encogí de hombros.

— Escuché la puerta en la noche cuando se fue — llevó ambas manos a su rostro —. Puedes quedarte mientras ella aparece, Ariadna. Mi madre y yo no te vamos a echar de aquí, ni más faltaba.

— Mucha maldita hija de su... — respiró profundamente —. Gracias, Andrew. En verdad agradezco que me permitas quedar en tu casa a lo que aparece esa diabla sin corazón.

Sonreí sin gracia.

— Bueno, debo irme al trabajo. Adiós — asintió y salí de casa.

Debí detenerla pero por alguna estúpida razón no fui capaz de salir de mi habitación y evitarlo. Me dediqué a contemplar en silencio como pasaban las segundos, los minutos y las horas de la noche. Ha sido la peor que he tenido en años, no pude pegar el ojo por pensar en Mandy. Salí hacia la empresa y me distraje trabajando con Hanna y la implementación del nuevo sistema de seguridad. En los últimos días nos hemos vuelto muy cercanos uno al otro; es una chica muy agradable y fácil de tratar. El día se fue con largos o fugaces recuerdos de Mandy. Mi mente me juega a no querer sacarla de ahí. La tengo todo el maldito día en mis pensamientos, sus ojos, sus labios, su cuerpo y, lo que más cala hondo, su partida. Aunque es todo por mi culpa, si no le hubiera pedido tal cosa, estaría muy feliz de llegar a casa porque sé que estaría ahí, así no cruzaramos palabra alguna.

— ¿Ya te vas, Andrew? — Hanna apareció en la puerta de mi oficina.

— Sí, ¿pasa algo? — negó sonriendo.

— No, preguntaba nada más — entró en la oficina —. Bueno, en realidad sí; ¿te apetece tomar un café conmigo?.

— Sí, porque no — acepté y sonrió.

Según llegamos a la cafetería que queda muy cerca de la empresa, ordenamos café y bocadillos. Hablar con ella se me es tan sencillo, es como si estuviese hablando con Charles. Es con la primera chica que hablo de uno y mil temas sin ponerme nervioso. Bueno, eso solo me sucede con Mandy, pero es que esa mujer tiene una mirada que me roba el aire de los pulmones. Temo a ella, y a todo esto que siento por alguien que no siente amor ni empatía por nadie.

Al llegar a casa todo estaba a oscuras. No había rastro de mi madre ni de Ariadna, y eso se me estuvo raro.

— ¿Mamá? — entré a su habitación y la encontré igual a como estaba en la mañana —. ¿Mamá, estás en el baño? – golpeé la puerta pero no hubo respuesta alguna.

Bajé a la primera planta y empecé a preocuparme por mi madre. Ella sale muy pocas veces de casa y siempre olvida el teléfono, ahora no sé a dónde ir a buscarla. Ella no conoce está ciudad para nada.

— ¿Estás buscando a la mamita? — inquirió la voz de un hombre a mí espalda, al girarme lo primero que recibí de su parte fue un puño en el estómago que me hizo caer de rodillas ante él —. Ay, Andy Andy, no sé qué ha visto Mandycita en ti.

Peligrosa Atracción[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora