Buena Vida

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Erase una vez una conejita de nombre Margarita, esa conejita no se quería a sí misma, pero nadie lo sabía... Ese era su gran secreto, la linda conejita se miraba continuamente al espejo y veía lo gorda que estaba pero la imagen distorsionada estaba, veía todas sus imperfecciones hasta las más pequeñas, hacía dietas extremas... comía mucho y luego nada.

Esa pequeña conejita tuvo un novio que conoció en su escuela, ese novio era malo con ella, le pegaba, le decía lo fea que estaba y la violaba, la conejita cayó en un gran hoyo del cual nadie la pudo sacar, tuvo novio tras novio, ya que fea no era aquella conejita. Todos sus novios eran unos imbéciles

Entró a una nueva escuela, ahí conoció a un gatito llamado Milaneso, Milaneso era un gato lindo, tierno, inteligente y muy amable. La conejita al verlo y al ver su actitud cayó enamorada a sus pies. Se hicieron amigos, se conocieron poco a poco y Margarita se sentía la conejita era la más feliz del mundo, pero así como en la naturaleza hay un orden, ellos dos jamás funcionarán pues un gato siendo pareja de un conejo va en contra de las leyes divinas.

Ellos iniciaron una relación pero al poco tiempo terminaron por problemas que tenían ambos, ya que los conejos necesitan atención, cuidados, son muy dramáticos y se mueren por cualquier cosita, en cambio los gatos son muy independientes, fríos y desinteresados —o dan a entender eso—; Dos polos opuestos, ambos acostumbrados a ser buscados por los demás, cosa que los llevó al fin de su desastrosa relación.

Pasaron los meses la conejita se rindió con todo, dejó de comer, de cuidarse, de intentar ser feliz, de salir, esa conejita trato de convertirse en un gato para poder ser suficiente para Milaneso, pero la conejita cayó en un hoyo más profundo.

Un día Milaneso la busco pues este a pesar de que las cosas no funcionaron una vez, aun la seguia queriendo y queria intentar una vez más las cosas con Margarita. Ella enamorada aún de él le dijo que sí. Ambos muy felices se veían pero ninguno hablaba de lo que le molestaba del otro, ambos felices, la conejita comía y comía feliz y dejó de vomitar. El gato interés mostraba hacia ella y ella enamorada llegaba a su casa con una sonrisa en su cara, algo que nunca pasaba...

La conejita con el tiempo noto actitudes que no le agradaban ya que ella muy celosa era, pero todo se lo guardaba.

Su novio, se cambiaría de escuela a lo cual la conejita triste se puso... Ella estaba triste y nerviosa de que su pareja encontrará a una gata muy linda, obviamente la cambiaría por una gata, no hay forma de que un conejo le gane a un gato.

Pasó el tiempo la conejita conoció a un chico en su escuela, el lagarto Lag, Lag la trataba bonito... pero no era el.

Lag le hacía cumplidos... Pero no era él.

Lag se parecía bastante a Milaneso en la personalidad pero Lag era más expresivo.

Lag la acosó sexualmente, Lag se salió con la suya, Lag invento que eran novios, Lag invento que habían dormido juntos.

¡Oh! Pobre conejita, ahora es considerada una conejita fácil.

La conejita dejó de comer más y más y más hasta no consumir ni agua, todo para verse bonita para Milaneso (Quien padece de un tca entenderá que no solo es para esa persona, si no que psicológicamente creen que se ven mejores sin comer, así como una chica se ve mejor arreglado y maquillada, no en específico por esa persona).

Pasaron los meses, la conejita y Milaneso peleaban todo el tiempo todos los días, Margarita no aguanto ser la causa de las discusiones y optó por tomar unas pastillas, tomo todas las que encontró en su casa, desde las pastillas para dormir de su padre hasta laxantes.

Despertó en el hospital gritando con miedo, Milaneso fue a verla y ella avergonzada y decepcionada estaba de no haber logrado su objetivo "morir".

Meses pasaron siguieron peleando hasta que por fin terminaron.

Margarita se dio cuenta que su cuerpo le daría dinero, así que vendía su cuerpo, estuvo con muchos, demasiados, ella ya ni siquiera sentía y hacía ruidos por hacer. A ella no le importa ser usada a fin de cuentas siempre fue usada para eso.

Fue en una noche que se dio cuenta que con Milaneso nunca se sintió así y si, tenían relaciones y cosas íntimas, pero siempre se sintió amada y querida, no como un objeto sexual. Ella siempre se sintió bien al hacer cosas con Milaneso, fue ahí donde se dio cuenta que él fue el único que de verdad la quiso... El único que de verdad la amo.

Otro intento, pastilla tras pastilla se deslizaba por la garganta de la pequeña conejita. Una pastilla por cada que le mintió a Milaneso, una pastilla por las veces que arruinó las cosas con él, una por cada que vendió su cuerpo, una por cada golpe que recibió de sus padres.

¡Uff! Que bueno que compro cajas y cajas de pastillas por qué pasó el tiempo y caja tras caja se vaciaba. "¿Tanto arruine las cosas?" Se preguntaba la pobre conejita que sin agua se quedaba sentada en el sofá, mirando a la ventana. Poco a poco empezó a perder la conciencia, poco a poco se va yendo.

En su mente permanece la imagen de Milaneso sonriendo, eso la mantenía feliz, pero en ese momento le trajo nostalgia al saber que jamás lo volvería a ver, los recuerdos de aquella vez en la que se rieron como bebés, también la vez que regresaron y la vez que durmieron juntos, la vez que se veían tan enamorados.

Lágrima tras lágrima, pastilla tras pastilla. "Te amo", "Contigo jamás me sentí usada", esas palabras se mantenían en la cabeza de la conejita. "Hubiera sido genial si se lo hubiera dicho a mi amor" dijo Margarita antes de que se cayera hacia el lado izquierdo del sillón, en donde después de unos minutos convulsionó y no volvió a respirar.


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