La alucinación.

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La noche de aquel día era calurosa, sin tanto viento ni frío esa noche no logré conciliar el sueño. Caminé por la casa, fui al cuarto de mis padres, me senté en su cama, jugué con el gato y me quedé viendo hacia el exterior.

—No parece noche —estaba sentada mirando hacia el patio, las luces irradian luz sin parar, coches andando y las luces de casas vecinas estaban prendidas, ya no era como antes.

Regrese a mi cuarto, cansada de seguir tratando de dormir. 2:53 am aparecía en el reloj del teléfono, acostada sin nada más que hacer mire al techo.

Muchas veces me pregunté por qué no podía dormir, pero esa noche más... Fue la noche más larga de mi vida.

Me duele la cabeza y estoy deshidratada ¿Por qué? ¿Por qué hay tanta luz en plena madrugada? No me agrada en absoluto eso.

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¡Me casé! ¡Me casé con el amor de mi vida! Será la hora de buscar un hogar en donde vivir. Él quiere una casa cerca de la ciudad, plazas comerciales y tiendas cerca de nosotros, yo también quiero eso, eso creía.

Al pasar los días comencé a cambiar de opinión, algo que nunca me gustó fueron las luces, luces en la maldita noche y eso habría en la ciudad. Hablaba del tema con mi esposo pero él no parecía darle importancia, así que le le hable directamente de lo que quería

—Quiero ir a vivir a un campo o bosque, donde no haya tanta luz —dije, él me miró y después de una larga plática quedamos en que así sería.

Compramos la casa ahí, todo era hermoso, tuvimos hijos y eran muy felices en el campo. Después de varios años logré ver al fin la noche sin tanta luz, como lo vi esa noche en el pasado desde la ventana.

No podría haber pedido algo mejor. Era espectacular, familia, casa, felicidad... ¡Felicidad!

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8:30 am

Vaya, ese fue un grandioso sueño, suerte que logré dormir, desde hace varios días las cosas mejoran... todo mejora, mi relación con mi madre va mejor, ella ya no me obliga a tomar mis medicamentos y me los deja ahí para que yo los tome, me tiene confianza. Mi padre pasa más tiempo conmigo y jugamos videojuegos y mi hermana, mi hermana sigue siendo ella, siempre la he amado y la amare.

Llevo mucho tiempo sin tomar vitaminas y medicamentos, pero así me siento cada vez mejor, no necesito de eso... bueno, solo para dormir, desde que no me los tomo me cuesta dormir.

Me levanté, preparé mi desayuno, lo comí, me fui acostar y hacer ejercicio después de ello, muy cansada pero feliz sin ansiedad, miedo, tristeza, ¡todo es perfecto!

Tanta felicidad irradio al verme al espejo, no salgo de mi casa desde que deje las pastillas, no me gusta salir mucho, prefiero pasar tiempo con mi familia y mi gato, amo a mi gato.

Mi mamá hará de comer hoy pollo en chile rojo, me encanta el chile rojo y más el pollo, me encanta como cocina es fantástico, jamás había conocido a una mejor cocinera.

Comimos, rezamos y a dormir.

Otra vez de madrugada, sin poder dormir... estoy tentada a tomarme la pastilla para dormir pero me abstengo, no quiero depender del medicamento, eso es debilidad y yo nunca seré eso. Mi abuelo siempre decía que la fortaleza va ante todo y esa es mi forma de demostrar fortaleza, logré dormir después de 2 horas.

Desperté y mi misma rutina de siempre bañarme, ejercicio, desayuno, dormir.

A la hora de la comida mi madre me puso la pastilla en la mesa. Creo que se dio cuenta que no he podido dormir.

—Tomatela, mi princesa —dijo con una dulce voz mientras me servía pollo en chile rojo que sobró de ayer.

Me tomé la pastilla y me comencé a sentir un poco mareada...

Después de un rato veía raro, todo oscuro y sucio, le comenté a mi mamá que estaba a lado mío y solo dijo que era por la pastilla; Las cosas se movían, parecía que alucinaba... En mi plato no había pollo, era parte de mi gato y sus órganos, en la mesa no había nadie, nadie, llamé a gritos a mis padres pero no contestaron, los busque por todos lados y no estaban, un olor horrible salía de la alacena, fui a ver y estaba ahí mi padre putrefacto.

—¡No! ¡No! ¡Noo! La pastilla me hace alucinar, debí decirle que era una dosis muy alta y por eso deje de tomarlas.

Subí las escaleras lo más rápido que pude no había nadie, ni mi hermana, ni mi papá ni mi mamá, me metí al baño a provocarme el vómito para así sacar la pastilla...  aunque ya no tenía caso, ya había hecho efecto la alucinación.

—¡MAMÁ, MAMI, MAMÁ, AYUDAME MAMÁ! —Grité hasta desgarrar me la garganta, donde estaba mi mamá, no podía parar de llorar, ni de gritar, quería a mi mamá.

De tanto llorar al parecer me desmayé y desperté al día siguiente.

Todo estaba normal de nuevo, todo volvió a la normalidad, mi madre entró al baño y al verme ahí tirada me levanto y se asustó, me preguntó si estaba bien y le conté todo.

Le dije que no quería volver a tomar ninguna pastilla y ella accedió, llenamos una cubeta y colocamos dentro todas las pastillas que habías, todas. Cuando se disolvieron tiramos el líquido en el inodoro. Jamás volvería a tomarme ese horrible medicamento, jamás.

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