Nicolás es un músico arrogante que está acostumbrado a tener todo lo que desea sin esforzarse. Sabe que su cuerpo, cubierto de tatuajes, es deseado por miles de mujeres (y muchos hombres), más cuando se enteran del piercing que tiene por ahí abajo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mailén
🖤
No conocía el número de decibeles que podía alcanzar mi propia voz hasta que suelto otro grito frente a la cara desconcertada de Nicolás. Ahora, además de estar desnudo, también lo he dejado sordo.
Mi reacción primaria es empujarlo, pero el cable sigue entre mis pies y trastabillo. El chico me toma por la cintura y su pierna roza con la mía. Otro grito, no sé por qué grito tanto, no puedo parar de gritar... ¡Pero hay un hombre desnudo abrazándome!
—¡¿Puedes parar de gritar?! —suelta de sopetón y, claro, grito—. ¡Por favor!
Logro que uno de mis pies escape del cable, así que vuelvo a empujarlo y me alejo. Levanto mi bolso frente a mi cara y, aun así, cierro los ojos, ¿qué tal se de pronto descubro que tengo vista de rayos x?
—¡¿Puedes tapar tu cosita?!
—¡¿Mi qué?!
—¡Tu cosita! ¡Tápala!
—¡No es una cosita!
—¡Bueno, tu cíclope mitológico! ¡Tápalo!
—¡¿Quién carajos eres?!
—¡La que no quiere ver a tu monstruo descomunal!
—¿Qué mierda...?
No me atrevo a bajar la mochila. Me parece escuchar que sale de la habitación, pero por si las dudas cierro con más fuerza los ojos. No sé si tiene una cosita o un monstruo, no lo vi, y no quiero verlo, ¡puedo vivir muy bien sin conocer el pene de Nicolás! Conocer los penes de tus compañeros de trabajo nunca trae nada bueno, lo digo yo y las decenas de películas que existen sobre el tema.
—Listo, ¿ya puedes decirme quién carajos eres y qué haces en mi casa?
Bajo despacio la mochila, abro sólo un ojo y echo un vistazo, ¿no podía ponerse también una camisa? Sólo se ha enrollado una toalla en la cadera y, ay, no, me voy a sonrojar más, ¿por qué tienen que verse así? No sabía que tenía todos esos tatuajes.
—¿Piensas hablar o intentas ver a través de mi toalla? —insiste.
—¡Qué asco! —espeto al tiempo en que bajo la mochila y lo encaro—. ¿Siempre estás desnudo por tu casa?
—Cuando se supone que no hay una completa desconocida inspeccionando mi estudio.
—¡La puerta estaba abierta!
—¡Vaya excusa! ¡¿Entras a todas las casas con puertas abiertas?!