Capítulo 17

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Mailén

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Mailén

🖤

Al salir del baño encuentro a Nicolás despierto. Me he demorado adentro con la intención de que estuviera durmiendo cuando saliera, pero no ha funcionado.

Él sonríe, desde la cama, y sigue revisando su celular. Ya se ha quitado el cinturón y la cadena del pantalón. Nunca imaginé ver unas prendas masculinas en el suelo de mi habitación, mucho menos que serían de Nicolás. He descubierto que es diferente imaginar que puedes conocer a un famoso y otra hacerlo de verdad; mucho más si se convierte en tu amigo.

Me siento en la orilla de la cama y checo mi celular. Después del video he recibido varias solicitudes de amistad, las admiradoras me identificaron rápido y varias han preguntado si somos novios.

Si ni yo sé qué somos, ¿cómo me preguntan eso?

—Minerva dice que mis uñas son divinas —ríe Nico y me enseña la pantalla de su celular.

Debo girar un poco para verlo, por lo que subo mis piernas a la cama y así quedo a su lado.

Nicolás está tranquilo, supongo que para él es normal dormir con diferentes chicas, pero en mi caso eso no es así. Ni con mi ex dormí muchas noches, sólo unas cuántas y tampoco presté atención a sus detalles. Es tan diferente ahora, cuando examino los brazos tatuados de Nicolás y la respiración lenta que hace subir y bajar su pecho.

Mi cama se quedará con su aroma, ¿cómo podré dormir aquí sin él?

—¿Dormimos? —me pregunta cuando apaga la pantalla de su celular y lo deja sobre la mesita—. Mañana será un día pesado.

Asiento, apago la lámpara que está de mi lado y me recuesto.

Entre nuestros cuerpos queda una porción de espacio y todo el peso de la oscuridad arriba de nosotros. El colchón cede con su movimiento, mi pecho se enmaraña y mis manos sudan, ¿es normal querer tanto que suceda algo y al mismo tiempo que la idea te aterre?

—Que duerma contigo no significa que deba pasar algo más, Mai —murmura.

Giro el rostro, entre las sombras distingo que está sobre su costado y me mira. No es la primera vez que dormimos juntos, ¿por qué estoy tan nerviosa? Quizá porque esa vez sólo caí en un profundo sueño que no se acabó hasta la mañana siguiente. Hoy siento que no podría dormir ni con todas las pastillas del mundo, que la presencia de Nicolás es más fuerte que la cafeína y que quiero ahogarme en su mirada castaña.

—¿Ayer querías que pasara algo? —inquiero.

Nicolás respira hondo antes de contestar.

—Sí...

—Lo siento...

—¿Por qué? Estabas cansada y te sentías mal, no soy una bestia como dicen.

Eso lo sé.

1. Una Melodía Inefable para los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora