Capítulo 21

374 44 4
                                    

Mailén

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mailén

🖤

Mi sonrisa brota con el beso en mi cuello. Reconozco su aroma varonil y el de su colonia, podría identificar esa mezcla en donde fuera.

Entreabro los ojos y encuentro el atractivo rostro de Nicolás a centímetros de mí, sonríe de la misma forma boba que yo.

—Buenas noches, bella durmiente —murmura y dibuja un círculo en mi estómago, mi blusa se ha levantado un poco—. ¿Descansaste?

—Sí, bastante... —suspiro, ¿todo esto es real?, ¿Nicolás me acaba de despertar con un beso y me llamó bella durmiente?

—¿Qué pasa?

—Estoy asimilando todas las cosas buenas de mi vida.

—Son muchas.

No quiero contradecirlo, así que asiento.

Mi habitación está casi a oscuras, sólo permanece encendida una lámpara en la mesa.

—¿Ya llegó alguien más?

—Sofía y Cedric, están ayudando a Nidia.

—¿Mika ya se fue?

Nicolás recuesta la cabeza en mi pecho. Demora un momento en responder, como si meditara sus palabras.

—No estaba cuando llegué.

—¿Nina y su bebé igual se fueron?

—Tampoco las vi.

Esa es una mala noticia, pues me he enamorado de la pequeña Ana Karen, la hija de Nina y Gustavo. Llegaron, en compañía de Mika, por la mañana y pasaron a ayudar a Nidia un rato, aunque nos quedamos halagando a Ana Karen hasta que tuvo mucho sueño y se durmió.

—La hija de Gustavo es preciosa.

—Eso he escuchado...

—Aunque es de esperarse con esa abuela, ¿ya la conocías?

—Ajá.

—Me impresionó bastante... Ojalá pueda verme así a su edad.

Nicolás levanta el rostro y me besa en la barbilla.

—Te verás más guapa.

Pongo los ojos en blanco, sabemos que sólo está siendo un caballero, ¡jamás podría ese ritmo en el gimnasio!

—Gracias —finalizo con una sonrisa—. Ya debería meterme a bañar.

—Un ratito más, ¿sí? —pide y vuelve a recostarse en mi pecho.

No me niego, sigo agotada. Perseguir a Gustavo drenó todas las energías que cuidadosamente reuní para la cena.

Nicolás se sienta con brusquedad, hasta me sobresalta y suelto una maldición, luego me disculpo.

1. Una Melodía Inefable para los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora