Capítulo Veinticinco (Parte Dos)

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Diosito... ¿Por qué me pones en estás situaciones tan incómodas?

— Bueno, al menos a mí no me han echado de esta habitación ¿Pero tú? Ella ya te dijo que te fueras — su voz no sonaba enojada, sonaba más bien... fría.

—Los dos sabemos que ella no te quiere aquí tampoco — Lance sonaba firme.

— Eso lo sé, no es novedad, yo tampoco la quiero cerca — el sentimiento era mutuo, por suerte.

— ¿Entonces por qué estás aquí? Y más importante aún — se acercó peligrosamente al fornido y bronceado cuerpo de Heister — ¿Qué hacías el otro día masturbándote con su ropa interior? ¿Eso es querer lejos a alguien? — esa sonrisa malvada, otra vez.

—Cállate — murmuró el chico de cabello casi dorado con el cuerpo entero supremamente tenso.

— Porque yo creo que eso es querer estar en el lugar que yo estaba antes de que llegaras — Heister apretó fuertemente la mandíbula — a centímetros de su rostro — su mano se estiró hasta tomar la mía — con mis manos en su cuerpo y mi boca...

— ¡CÁLLATE! — su grito me hizo estremecer y no de la manera linda, eh.

No sabía qué hacer o decir, pero antes de que mi cerebro pudiera solucionar esa pregunta, el puño de Heister dio con el rostro de Lance, este último cayó al piso.

—Deja de mentir sobre mí, me importa poco lo que hagas con ella — me señaló — pero tienes que meterte en la cabeza que está chica no es ella y nunca lo será — escupió sus palabras con crueldad y frialdad.

Yo no quise ponerle más atención, simplemente me arrodillé en el suelo y observé el golpe de Lance.

— Eres un inconsciente ¿No notas que está drogado hasta las trancas? Esa es su forma de sobrellevar el dolor, cada quien escoge lo suyo y tú —Lo señalé—, como su amigo, lo que deberías hacer es intentar ayudarlo, no perder el control también. — Suspiré — Yo sé que es imposible que tú hayas tomado mi ropa para... hacer eso que dijo...

— Masturbame — dijo frío.

—¿Qué? — ¿Acaso había escuchado "Masturbame"?

—Masturbarme, a eso te refieres — ah, no había escuchado esa pequeña "r".

— Sí, eso y que él...

—Vamos, dilo, no seas mojigata — me interrumpió con ese tono tan específico que tenía entre cruel e irónico.

—No soy mojigata — aseguré.

— Entonces dilo — se recostó en el marco de la puerta, y me observó como si la situación le divirtiera y su amigo no estuviera aturdido por su golpe.

—Sé que tú jamás te... masturbarias con mi ropa interior, así como sé que Lance lo dijo sólo para hacerte quedar mal — lo miré con enojo.

El rió levemente —No estés tan segura de eso — la sonrisa tan... no sé cómo describirla, pero jamás se la había visto, me hizo incomodar — sé que sólo son cuatro o cinco años de diferencia de edad, pero siento que es gracioso cuando lo dices... es como si lo dijera una criatura inocente.

—¿Estás diciendo lo que creo que dices? —No lo podía asimilar.

—¿Qué? ¿Qué me masturbé con tus panties?

Me estremecí ante lo crudo y directo de sus palabras.

Tragué en seco y Asentí.

—Puedes creer lo que quieras — levantó una de sus cejas y pasó su mirada por el cuerpo de Lance.

¡Una gorda en Kingma Beta! (+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora