Capítulo 4

2.1K 160 1
                                    

Segunda parada del día : aquapark.

No sé si es que no se lo comenté a Jace, pero odio los balnearios, piscinas, lagos y todo lo que tenga que ver con ponerme trajes menores para que los demás me vean. Simplemente no me gusta.
No me gusta mostrarme en ninguno de los sentidos, prefiero mil veces ir al polo norte a vivir durante toda la vida que estar una hora en una piscina pública o en este caso en un parque acuático, pero no puedo ser mal agradecida, Jace se ha esforzado para que éste día sea estupendo y no quiero arruinarlo.

Salgo del vestidor no sin antes darme un último vistazo.

Asco.

Busco a Jace con la mirada y éste está sentado en un mueble dándome la espalda, lo pispeo un par de veces hasta que por fin se digna a voltear.
No dice nada,solo se queda parado observandome con los ojos ligeramente abiertos. Se le cae el móvil de las manos, por acto reflejo me cubro el cuerpo con la cortina del vestidor.

Él sacude la cabeza y habla —Estás... Estás... Wow.

Wow. ¿Wow cómo? Wow de “Wow, eso no debería ser legal” —en el mal sentido—o Wow de “Impactado” ¿impactado en qué sentido? ¿Porqué soy fea? ¿Porque no parezco yo? ¿Porque me veo... Bien?

Jace niega con la cabeza y se acerca a mí repitiendo un constante «no, no, no, no, no» — Te ves hermosa, no hagas esa cara, mi reacción fue de asombro, te miras asombrosa.

No sé si lo dice por hacerme sentir bien o porque en verdad es así.

«Pero por favor ¡mirate! Es por lástima»

—No quiero estar aquí —le confieso.

—Sé que no te gusta, pero por favor... Por mí.

—Es que no quiero que se burlen de mí.

—¿Qué? Nadie se va a burlar de ti, eres hermosa y con eso te ves... Ufff—hace un cara que, en lo que a mí respecta, es graciosa.

—¿Lo juras? —digo casi en súplica.

—Sí, si yo fuera mujer, quisiera ser como tú.

—¿Gorda y sin amigos?

—Oyeme, no, oyeme, no. No eres gorda para nada, tienes unas curvas de infarto y eres tan jodidamente ardiente que me provoca.... —se caya— además... Me ofendes con el comentario de que no tienes amigos ¿Acaso no soy tu amigo?

—Claro que lo eres, pero antes de ti, no hay nadie. —mi mirada se torna gélida y Jace lo nota.

—Vamos, te lo llevas puesto, yo invito.

Una horas más tarde, estamos saliendo de la sección de jacuzzi y Jace tenía razón, nadie se burló de mí, al contrario en los pequeños momentos que Jace me dejaba sola, varios chicos me lanzaban miradas y sonrisas coquetas hasta que Jace aparecía de nuevo.

«O tal vez sólo se burlaban de mi».

En particular, me llamó uno la atención, se parecía un poco a Zach, con la misma mirada penetrante, la misma sonrisa y el mismo cabello negro, y esa idea me fascinaba, pero nada importante.

Nos dirigimos a la zona de toboganes y Jace me insiste para que hagamos fila en el tobogán más alto del lugar. Y no quiero ir. Le temo a las alturas.

—¡Oh, vamos! Dove, sabes que amo los toboganes, por favor, palomita.

—No quiero, Jace, odio que esté tan alto — digo mirando hacia la cima de éste.

—¿Pretendes quedarte sola? —asiento —Eso de ninguna manera ¿Acaso no viste como todos eso chicos te miraban? Ni loco te dejaré sola.

—No te preocupes por mí, Jace, estaré en las sillas, esperándote. —le sobo el brazo con una mano.

Él, resignado, se retira a hacer la corta fila para el alto tobogán mientras me siento en la silla de descanso donde están nuestras cosas. Broncearme un poco no me haría daño.

Decido cerrar los ojos y sentir el sol en mi piel mientras el ruido de los niños jugando y el incesante chapoteo de agua inunda mis oídos. El sueño ya se está apoderando de mi, pero como no hay paz en ningún lado al que voy, una sombra interrumpe el sol que estaba pegando a mi cara. Lentamente abro los ojos y me pongo nerviosa cuando me encuentro con unos ojos verdes penetrantes mirándome fijamente.

—Perdón por interrumpir tu pequeña siesta bajo el sol, pero te he estado observando desde hace rato y estaba esperando el momento en que tu novio te dejara sola para preguntar tu nombre.— dice sin apartar la mirada ni un momento. Su voz es profunda y su tono seguro.

Me incorporo y él se sienta en el lugar que se supone es de Jace. Le sonrio — Él no es mi novio —rio levemente tímida.

—Es bueno saberlo — sonríe con más seguridad y picardia y se inclina hacía mí — ¿Cuál es tu nombre, bonita?

Bonita... Bonita... Hace mucho tiempo no me llamaban así —aparte de mi madre — y que lo haga un desconocido, no sé... Me alaga mucho más.

—No me tienes que decir si no quieres, te puedo llamar míster chica si así lo prefieres.— se adelanta a hablar ante mi silencio.

—Perdón —bajo mi mirada y me topo con sus abdominales. Los de Zach no son ni la mitad de estos. — Me llamo Dove... Así, sin más, sin apodos ni segundos nombres.

—Dove—se rasca la barbilla y me mira divertido— me gusta Dove.

—Gracias—murmuró apenada.

—No te he dicho mi nombre —levanto mi mirada y me encuentro con la de él, expresa diversión —Yo soy...

En el momento exacto en que iba a decir su nombre Jace llega junto a nosotros.

—¿Te quieres ir ya, Dovie? —Dice secándose con la toalla que está a mi lado, mirándome fijamente. Ignorando al chico desconocido.

—Ejem... Jace... Él es...—murmuro pero soy interrumpida, está vez por aquel chico.

—No te preocupes, Dove —me toma la mano en forma de despedida y siento algo fibroso en mi mano, algo ajeno a la suya.

—Un gusto, chico, adiós —se despide Jace rápidamente, toma nuestras cosas y me jala con él.

Ya a varios metros de distancia, volteo a ver el lugar donde estábamos y puedo apreciar a aquel chico caminando hacia sus otros amigos.

¡Una gorda en Kingma Beta! (+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora