Capítulo Cincuenta Y Uno

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La mañana estaba soleada este día, la grava ardía bajo mis zapatos, incluso con ellos puestos podía sentirlo.


Abrí la puerta de la fraternidad, no sabía exactamente qué iba a hacer, solo sabía que no quería toparme con nadie.

Pero tenía que asegurarme de algo... la llave de Lance. Algo me decía que me faltaba por revisar.

Una parte de mí quería que él no tuviera nada que ver.

Esa mirada perdida, esos labios a veces rojos, a veces resecos y esas ojeras pronunciadas me hacían ir a un lugar al que, por alguna razón quería regresar, era confuso, su expresión tan cansada me hacía querer estar ahí... por alguna razón quería que fuera inocente y mejorara su vida. Quería algo mucho mejor para él ¿por qué? No lo sabía aún. Era tan inestable... tan roto... tan perfecto a la vez. 

Quien me escuchara pensaría que estoy enamorada, la verdad era que no. Lo que sentía por él no era amor... porque para mí el amor no se manifestaba de esa forma, el amor , aún con sus altos y bajos se manifestaba de otras formas.

Momentos. No siempre tenían que ser extraordinarios o monumentales, a veces podía ser una simple tarde tomando malteadas en una cafetería, otra ocasión podría ser que estuviera contigo toda la noche ... trabajando a tu lado. Protegiéndonos. Proteger hasta el último minuto. No mentir y lo más importante... No abandonar.

Esa era la principal.

Quería algo duradero. Algo para siempre, no quería puntos ni comas, quería todo de corrido, viviendo un día a la vez haciendo de cada momento por más pequeño que fuera. Imborrable. 

Quería algo real, pero mágico. Como en los libros... como en los cuentos... como en mis sueños. 

Pero en cuanto vi sus ojos rojos y sus manos temblando llenas de sangre, algo dentro de mí se retorcía. 

Dejé caer las llaves al suelo de la impresión. 

Una parte de mí quería verlo al llegar aquí, pero no quería verlo así... no esperaba verlo así. 

— ¡Dexter! — chillé y corrí hacia él — ¿Qué te pasó? — mi garganta picaba y mi vista estaba nublada.

Su cuerpo... él estaba... golpeado, lleno de sangre la camisa, manos y rostro.

— Dexter, dime qué...

— Es mi trabajo — soltó de repente con expresión fría.

— ¿Qué? ¿Peleaste con algún cliente molesto? ¿Pero cómo pu...?

— No — me cortó con el mismo tono molesto — Ese no es mi puto trabajo — sonaba furioso — fingí que era el de seguridad solo para estar a tu lado.

— ¿Qué? — estaba estupefacta.

Él rió amargamente — quería protegerte porque para mí eras... — se calló de repente — Eso ya no importa.

— Pero, dexter... yo no...

— Ya no importa — su molestia no se iba.

— ¿Pero por qué estás enojado si yo...?

— ¡YO TE VI! — Gritó más que furioso, haciéndome estremecer y retroceder un paso — ¡Te acostaste con el puto policía en su puta patrulla! 

Mis nervios se elevaron y creo que la tención se me bajó. 

— ¿Pero cómo...?

— Le diste tu virginidad a alguien que acababas de conocer — su voz sonó rota y dolida. Me atreví a levantar el rostro y mirarlo.

¡Una gorda en Kingma Beta! (+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora