Capitulo 32; Secretos

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-No arreglaras nada bebiendo como anoche –Santiago miraba con el ceño fruncido a su amigo –Te mereces esa respuesta y lo sabes

-Ya, gracias por tu apoyo –Jorge suspiro –Voy a la herrería

Santiago se quedo en la plaza esperando que su amigo regresara mientras pensaba en todo lo que estaba pasando  Siempre pensó que Jorge y Mariana terminarían formando una familia pero todo se había complicado demasiado  Jorge se equivoco alejando a Mariana de el y ahora era ella la que se había alejado de todos

-¿Santiago? –Mariana le miraba sonriente -¿Estas bien?

-Mariana, disculpa –El le sonrió –Me distraje pensando

-Ya veo –Ella rió -¿Qué haces en el pueblo?

-Hemos venido a recoger algunas cosas a la herrería –Mientras contestaba Santiago se fijo que Tano permanecía junto al carruaje de Mariana observándoles

-Buenas –Jorge se acerco a ellos mirándola atentamente, estaba preciosa con su vestido azul claro, su melena y una sombrilla beige sostenida sobre su cabeza

-Buenos días –Mariana le contesto cortésmente –Con permiso tengo asuntos que resolver

Dicho esto camino hacia la casa del gobernador mientras Jorge y Santiago la observaban atentamente

-¿Va a ver al gobernador? –Jorge apretó los puños y camino hacia la casa pero Santiago le detuvo

-No te metas –Santiago tiro de el –Regresemos a la casa

-No, nos quedaremos –Jorge observo la gobernación con el ceño fruncido –Averiguare lo que esta pasando

Se sentaron en la terraza de una Teteria frente a la casa del Gobernador, ambos atentos a lo que ocurría  Incluso Santiago pensaba que había algo extraño en todo esto, Tano permanecía parado junto al carruaje y parecía nervioso

-Mi querida prometida –Roberto se acerco a ella y le beso la mano- ¿Qué te trae por mi casa preciosa?

-Arreglar este asunto de una vez –Mariana se sentó en el sillón –Todos saben que nos vamos a casar, no hay motivo para retrasar mas la boda

-¿Tantas ganas tienes de ser mi esposa? –El la miro sonriente

-Sabes perfectamente porque tengo prisa –Ella le miro con odio –Quiero acabar con este asunto

-Y yo estoy predispuesto a cumplir tus deseos querida –El sonrió de nuevo

-¡Señor gobernador! –Un soldado entro nervioso en la sala –Señor disculpe

-¡Dije que no se me molestara! –Roberto miro enfurecido al soldado -¡¿Qué pasa?!

El juego del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora