Capitulo 18; Jefa

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Jorge desperto bañado en sudor, eran un poco mas de las nueve de la mañana, Mariana estaba acostada a su lado pero en su mano sostenía una compresa de agua fría.  No le fue difícil suponer que la fiebre le había subido durante la noche y seguramente ella había estado a su cuidado.

-Preciosa –Hablo susurrándole al oído mientras retiraba la compresa de su mano

-Umm –ella abrió los ojos y se encontró con la mirada de el -¿Estas despierto?

-Si –el sonrió –Pareces cansada

-No, estoy bien –Mariana se levanto de la cama –Ordenare que traigan agua, hay que lavarte la herida –después le miro seria –bueno mejor hay que lavarte.

-¿Estas queriendo insinuar algo? –El la miro divertido, aunque sabia que necesitaba un baño, había sudado demasiado en la noche.

-¿Yo? Nunca –Ella sonrió, abrió la puerta y se encontró con Miguel –Oh Buenos días

-Hola –el sonrió y paso a la habitación -¿Cómo te encuentras hijo?

-Mucho mejor padre –el miro a Mariana –Aunque alguien opina que necesito un baño

-Apoyo esa opinión –Jorge miro a su padre indignado y Miguel rió al mismo tiempo que Mariana.

-Voy a ordenar el agua y el desayuno, enseguida vuelvo –Mariana salio de la habitación, llamo a Graciela y le pidió que le prepararan un desayuno ligero a Jorge y agua tibia en un balde, después desayuno algo rápido en la cocina mientras Graciela preparaba todo

Cuando regreso a la habitación de el, Miguel ya se había marchado.

-Bien –ella se acerco a el sonriendo con el balde de agua en sus manos, Graciela la seguía con la bandeja del desayuno –Incorpórate

-¿Vas a bañarme tu? –El la miraba divertido

-¿Si prefieres que lo haga otra persona? –Ella sonrió

Le quito las vendas y después de lavarle en primer lugar la herida y colocarle el ungüento necesario para ayudarle a cicatrizar, comenzó a lavarle despacio.  Mojaba un paño en el agua tibia y lo pasaba por el torso de el, por sus brazos, mientras no podía dejar de admirar su definido cuerpo. 

Jorge la miraba atentamente, no podía dejar de observar sus delicadas manos moviéndose por su cuerpo, estaba seguro que el calor  que le atacaba no era fiebre.

Una vez ella termino de lavarle volvió a colocarle las vendas.

-Oh deben ser mas de las once –Marina se incorporo de inmediato, había quedado con los chicos en la cueva a las doce –Graciela, encárgate que se tome todo el desayuno y por supuesto la tisana.

-¿A dónde vas? –Jorge la miro confundido

El juego del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora