Capitulo 33; Una sorpresa inesperada

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Jorge junto con los muchachos trataban de domar los nuevos caballos que acababan de comprar, mientras Tomas compraba lo que necesitaban en la Herrería del pueblo

-¿No tarda mucho Tomas? –Santiago pregunto a Fernando

-Si, es extraño –El se encogió de hombros observando a Jorge montado a uno de los caballos, mientras Gabriel le sostenía por las riendas

Acabaron con todos los caballos y se reunieron frente a las caballerizas

-Es extraño que Mariana robara esos papeles –Gabriel aun no lo podía creer

-Pues lo hizo yo mismo lo vi. –Jorge frunció el cejo

-¡Ahí viene Fernando! –Raúl señalo a su amigo

-¡¿Por qué has tardado tanto?! –Santiago se acerco a el observando sus manos vacías -¿Y las herraduras?

-Paso algo en el pueblo, es Mariana –Fernando miro a Jorge precavido –Estaba en la plaza con Martín y según parece se sintió mal, se desmayo y la llevaron a la casa

-¿Será la herida? –Santiago se quedo pensativo

-Tengo que verla –Jorge camino hacia las caballerizas, pero sus hombres le siguieron dispuestos a acompañarle

-¿Cómo esta? –Martín pregunto al Galeno en cuanto este apareció en lo alto de las escaleras -¿Es la herida?

-Tranquilo, la herida no es –El Galeno termino de bajar los escalones –Solo es cansancio y estrés, necesita descansar

-Esto es demasiado para ella –Martín suspiro mientras caminaba hacia la puerta

-Parece que tenéis visita –El Galeno miraba como unos caballos se acercaban a todo galope

-Yo me encargo de ellos –Tano camino hasta pararse frente a los caballos -¡No haces nada aquí! ¡Marchaos!

-¡Quiero ver a Mariana! –Jorge desmonto su caballo y los chicos tras el –Se que le paso algo

-¡No eres bienvenido aquí! –Tano le empujo y rápidamente Santiago se interpuso entre ellos

-¡Ya basta! –Martín le miro molesto -¡Mariana necesita descansar!

Mariana descansaba sobre su cama, con su camisola de seda blanca, estaba muy cansada y después de tomar el laudano que el Galeno le dio sus ojos se cerraban solos  Con el silencio que permanecía en su habitación pudo distinguir un ruido en su baño, después unos pasos  Metió la mano bajo su almohada y agarro fuertemente su revolver, entonces noto como una mano tocaba su rostro y rápidamente se incorporo apuntándole con el arma

El juego del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora