Capitulo 24: Prueba de valor.

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Naruto: Amegakure No Sato. 04:24 a.m

Miré con intriga la cortina de lluvia que, de manera pareja, separaba la aldea del resto del mundo como una barrera.

Según había investigado la lluvia servía como protección para la pequeña aldea, avisando de manera inmediata al líder del lugar sobre intrusos y ataques. Una muy buena técnica para el resguardo de la aldea.

Haciendo los sellos correspondientes antes, golpeé el suelo del camino.- Kuchiyose No Jutsu.- de una bola de humo apareció una serpiente roja oscura de casi dos metros de largo y poco menos de un metro de ancho.

- Naruto-sama, es un placer.- el reptil se enrrolló levemente sobre si mismo antes de mirarme con atención, solo asentí como respuesta.

- Ya sabes que hacer, Dinko.- el gigantesco reptil solo se movió un poco antes de, literalmente, tragarme y comenzar a adentrarse en la misteriosa aldea.

Después de investigar por mucho tiempo, descubrí que la famosa barrera impenetrable de Amegakure no era tan impenetrable realmente. Según algunos informes de hace años, había habido un hombre que se había metido en la aldea sin ser descubierto, y había sido justamente dentro de una de sus invocaciones.

Con calma la enorme serpiente se abrió pasó entre la lluvia y avanzó dentro de la aldea. Lo bueno de esto es que al conectar mi propio chakra a los nervios de la serpiente podía ver y sentir lo mismo que ella.

Observé con atención el panorama, la pobreza se notaba bastante pronunciada en el lugar. Los habitantes parecían acostumbrados y resignados a la persistente lluvia, incluso podría describirlos como agradecidos, quizás a sabiendas de que aquel mal clima era lo que los mantenía a salvo del basto mundo exterior.

Según los rumores, el líder de la aldea vivía en la torre más alta del lugar y jamás se dejaba ver. Sin embargo, tenía personas como súbditos que se manejaban con el pueblo y creaban confianza en los habitantes. Para ellos eran dioses y, tal como los rumores decían, la más confiable de sus miembros era alguien llamada "El ángel de Amegakure". Sin embargo no había ninguna descripción de la mujer, más allá de que tenía unas inmensas alas blancas.

Orochimaru-sama había sido directo con sus órdenes, debía impresionar al líder de la organización de la mejor manera posible y eso, viniendo de mi líder, no significaba más que intentar matarlo o matar a alguien importante para él para demostrar mi poder y valía.

      [...]   

Observé con atención, aún adentro del reptil, la enorme torre negra e improlija que se alzaba ante mi.

Si las cosas eran como mi maestro me había dicho, la lluvia le avisaría a Pain, el líder de Akatsuki, de manera inmediata sobre la intromisión en su territorio. Necesitaba ser cuidadoso, así que le ordené a Dinko que se adentrara a la torre para poder pasar desapercibidos.

Una vez dentro salí del interior de la serpiente y la misma desapareció en una bola de humo, dejándome solo.
Recorrí los pasillos con precaución, ocultando mi chakra y avanzando de manera silenciosa, inspeccionando todo el lugar con detalle. Al parecer el líder estaba en el último piso.

Cuando llegué al final de la torre, recorrí toda la planta de manera silenciosa. Al llegar al último pasillo, que era curiosamente el principal y el que había dejado para el último, una mujer de cabellera azúl cruzó el corredor con calma, su mirada apagada dejaba ver sus años de entrenamiento.

Entró por la última puerta sin siquiera tocar.

- Nagato, hay un intruso...- fué lo poco que se escuchó antes de que las pesadas puertas de roble se cerraran a sus espaldas.

Solté un suspiro y desenfundé mi katana. Mi idea era pelear solo con el líder, y eso ya sería difícil, sin embargo no podía retirarme ahora. Si lograba vencer a los dos, lograría una mejor impresión.

En un borrón de velocidad y con mi katana envuelta en chakra de rayo hice caer las puertas a pedazos, dejando expuesta la habitación completamente. Aterricé justo a espaldas de la mujer, dejando que mi katana toquetee la piel de su cuello con gracia, dejando ver una sonrisa divertida pintando mi rostro.

- Pudiste saltearte la lluvia ¿Quién eres?- la voz gruesa de un pelinaranja que observaba la ventana con calma se escuchó. Nisiquiera nos estaba mirando.

- Uzumaki Naruto, Jinchūriki del kyubi.- no pude evitar la risa graciosa que se me escapó al final de la presentación, era una situación tan irónica.

- Sabes quienes somos ¿No es así? ¿No te parece algo estúpido venir hasta aquí aún sabiendo eso?- la voz madura de la mujer, que tenía un leve tono ronco, se hizo escuchar. No había ni una pizca de miedo en ella aún cuando la punta de mi espada estaba incrustada en su piel. Sonreí y permití que mi lengua recorriera mis labios.

- No me interesa lo que les pase a los demás, solo sé que estar con ustedes me hará más poderoso y necesito poder para lograr lo que quiero. Cuando lo cumpla seré todo suyo, no se preocupen por eso.- al escuchar mis palabras el hombre finalmente se dió la vuelta, dejando ver sus ojos anillados.

- Puedes probarlo, Konan.- como si esas palabras fuesen la clave, la mujer se deshizo en hojas de papel blancas. Enfundé mi katana y me coloqué en posición de pelea, mis manos listas para formar mis bisturís en caso de un ataque sorpresa.

Las hojas se arremolinaron detrás de mi y el cuerpo de la peliazul volvió a formarse, lanzandome shurikens de papel que eran increíblemente duras. Los esquivé con una simple ráfaga de viento que les hizo cambiar su curso rápidamente y seguí atento alrededor.

Cuando creía que la mujer no era más que una inútil que solo peleaba a distancia, un puñetazo me hizo volar contra la pared más lejana de la habitación. Al parecer era buena reforzando todo con chakra.

Me levanté sin problema y limpié la sangre que bajaba por mi barbilla mientras reía. La malnacida me había dado un buen golpe.

Cuando la ví formarse nuevamente en su cuerpo tangible, mejorando mi velocidad con chakra corrí hasta ella y formé mi bisturí, dando un enorme corte en su estómago de al menos tres centímetros de profundidad. A causa del corte, se quedó quieta unos segundos, momento que aproveché para golpear la boca de su estómago.

Tosió una enorme cantidad de sangre, aún tirada en la esquina de la habitación. La fría mirada de aquel hombre nos examinaba con atención, sin tener la más mínima piedad por su compañera.

Aprovechando el momento de debilidad de la Kunoichi, curé la herida de mi labio y la hinchazón en mi zona estomacal.

Reí con gracia al verla allí tirada, su sangre manchando el piso por la profunda herida en su abdomen y la falta de aire, magnífico. Tiré de uno de mis kunais y lamí la punta juguetonamente mientras reía, lo mejor sería terminar con ella.

En un borrón de velocidad me acerqué a ella, pero antes de poder rozarla con el arma una fuerza invisible me hizo volar hacia atrás.

Con el ceño fruncido completamente observé como los ojos del hombre tenían un pequeño brillo, él la había salvado.

- Es suficiente, estás dentro. Cura sus heridas y luego nos iremos, debes conocer a los demás.- sin más volteó nuevamente hacia la ventana, admirando las gotas de lluvia que él mismo manejaba.

Con mi mano verdosa repasé el cuerpo de la mujer y en menos de treinta segundos estaba totalmente sana. Me levanté sin más, admirando la espalda del hombre frente a mí.

- Guíalo, Konan.- ordenó antes de que unas hojas de papel me enrollasen por completo, dejándome a oscuras.

𝕊𝕖𝕣𝕡𝕚𝕖𝕟𝕥𝕖•Naruto Bad• 🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora