cinco

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—¿Te gusta?—cuestiona Danna mirando fijamente a la niña

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—¿Te gusta?—cuestiona Danna mirando fijamente a la niña.

Alexandra arruga su nariz.—¡Ugh, sabe asqueroso!—responde de inmediato dejando el resto del sushi sobre su plato.

—¡Alexandra!—reclama el castaño y sus ojos lo miran.

—Pero no me gusta. Sabe muy feo.—anuncia encogiéndose de hombros. Danna se ríe en voz baja y niega un poco.

—Prueba este.—inquiere ella tendiéndole un trozo de rollo de sushi cocido. Alexandra la contempla en silencio un largo momento como si estuviese estudiándola. Lo toma finalmente para llevarlo a su boca bajo la atenta mirada de los dos adultos.

—Este sí sabe rico.—decide. Danna lleva sus ojos hasta el castaño lanzándole una sonrisa de autosuficiencia.

—Bah.—decide él entornando sus ojos.—Creo que ya hemos perdido bastante tiempo el día de hoy…—anuncia Christopher.—Supongo que tendremos que dejar el trabajo para mañana.—hace una pausa.—En este momento la verdad es que no puedo concentrarme en absolutamente nada…

—Concuerdo…—anuncia ella poniéndose de pie.

—¿Ya te vas, Dan?—pregunta la niña.
Ella suspira.—Sí, cariño.—asiente.—Tengo que ir a mi casa…

—Pero yo no quiero que te vayas.—responde de inmediato.—Por favor, no me dejes con Christopher…

—Alex…—murmura.—Christopher no va a hacerte daño.—inquiere tomando su mano.—Christopher es…es una buena persona, él nunca haría nada para hacerte daño…

—Pero él no quiere ser mi papá.—le recuerda. Danna lo mira un segundo.—Porque él no me quiere.

El corazón de Christopher se acelera de inmediato y la idea de querer gritar se apodera de su cuerpo. ¿En qué jodido momento su vida dio un giro así de complicado? Complicado es la única palabra que se le ocurre para la situación en la que está. Poza sus ojos en la figura de la pequeña y niega lentamente.

—No es que yo no quiera ser tu papá, Alexandra…—comienza el castaño.

—Alex.—lo corrige de inmediato.

—Alex, perdón.—responde.—Es solo que enterarme de repente que tengo una hija de ocho años es…abrumador…es algo para lo que yo no estaba de ninguna manera preparado. ¿Sabes? Todo esto es condenadamente sorpresivo.—susurra.—Solo necesito  que me des algo de tiempo para asimilarlo y para acostumbrarme a tenerte aquí…

—¿Entonces puedo vivir con Danna mientras pasa ese tiempo?—cuestiona.

—No, claro que no.—anuncia él.—Mira…hay que poner de nuestra parte los dos ¿de acuerdo?—inquiere sin dejar de mirarla.—Danna va a venir todos los días ¿Verdad, Danna?

—Vendré muy seguido.—responde sin más. Danna toma la mano de la pequeña y deja una pequeña caricia sobre ella.—Vas a estar muy bien, Alex…

—Por favor no te vayas, Danna.—suplica en voz baja.—Por favor…

—Hagamos un trato ¿de acuerdo?—murmura tomando asiento de nueva cuenta.—Voy a quedarme hasta que te duermas y te sientas a salvo ¿sí?—un largo suspiro escapa de los labios de la pequeña pero asiente lentamente.

—Está bien.—acepta finalmente.

—Voy a levantar todo esto.—anuncia Christopher sintiéndose incapaz de seguir contemplando la escena.

—Te ayudo.—responde la chica poniéndose de pie de nueva cuenta.—Volvemos en un momento, Alex…

—¿Cómo lo haces?—cuestiona él apenas entran en la cocina con los platos, dos copas y un vaso de zumo en las manos. Danna ancla sus ojos en los de su jefe y se encoge de hombros.

—Tengo una sobrina.—anuncia encogiéndose de hombros.—Tratar con niños siempre es fácil, Christopher. Solo tienes que escucharlos…

Él niega lentamente.—No puedo hacerlo.

—¿Por qué no?—quiere saber.

—Porque no sé cómo hacerlo.—murmura.—Porque cada segundo que la miro más irreal me parece.—hace una pausa.—Conocí a Sabrina en Nueva York; ambos fuimos allá a un curso, recién había cumplido veinte años y tenía muchísimos proyectos en mente para la agencia de publicidad que quería montar pero no tenía el conocimiento necesario para hacerlo…así que fui a un curso y fue entonces que la conocí. Teníamos buena química así que pasamos un mes completo conociéndonos y…teniendo relaciones pero estaba completamente seguro que siempre habíamos sido muy cuidadosos, por Dios…teníamos veinte y no queríamos hijos, solo queríamos diversión…después cada uno tenía que volver a su vida y nunca supe más de ella…

—Y ahora tienes a Alex…—completa ella.

—No sé qué voy a hacer con Alexandra…—anuncia. Danna niega lentamente.

—¿Te parece protegerla y amarla como tu hija?

—Deja de decir que es mi hija.—responde de inmediato.

—Dios, Christopher.—reclama.—Quítate la estúpida venda de los ojos que tienes puesta. Entiendo que sea demasiado abrumador, complicado, sorpresivo y todo lo que se te pueda ocurrir pero Alexandra te necesita…

—¿Te das cuenta que si esa niña es mía tendré una infinidad de problemas encima…?

—¿Cuál puede ser tu jodido problema?—cuestiona.—¿Qué no podrás follar con cuánta chica se te cruce en el camino? Bueno, pues lo siento mucho por ti pero entre más rápido lo aceptes todo va a ser más fácil.—hace una pausa.—Solo mírala…

—Parece que le has caído bien…—repone.

Danna se muerde los labios antes de dejar salir un suspiro.—Es mutuo.—Christopher suspira.—Vamos, Christopher…no es tan malo como te pueda llegar a parecer…

—No. Es peor.—Danna se ríe en voz baja.

—Deja de decir tonterías.—inquiere sin más.—Ahora sabes que Sabrina ya no está. Sabes que es muy probable que tuviesen una hija juntos y ahora ella está aquí.—hace una pausa.—Y Christopher…si en ese mes en el que estuviste con Sabrina en serio llegaste a sentir algo por ella, aunque hubiese sido un  poco de aprecio…entonces protege a su hija. Hazlo hasta que estés completamente seguro si Alex es tuya o no…

(…)

Christopher camina con pasos lentos por el pasillo que conduce a la habitación de huéspedes que nunca ha sido utilizada hasta ese momento. Detiene sus pasos en el umbral de la puerta que permanece abierta y deja escapar un pequeño suspiro anclando sus ojos en el diminuto cuerpo de Alex que permanece completamente dormida encima de la cama.

Lleva su vaso de wiski a sus labios y niega lentamente. Los pasos de Danna se hacen presentes y detiene su andar a su lado.

—Tengo que irme ahora mismo.—anuncia en voz baja. Christopher asiente un poco haciéndole una pequeña señal indicándole la sala. Caminan juntos con pasos lentos y cuando finalmente llegan  sus ojos se encuentran.—Seguiré trabajando en las empresas de catering, consultaré con Camila y espero para mañana tener buenas propuestas…—él suspira.

—Gracias.—anuncia.

—Ya te lo dije, lo estoy haciendo por Alex…

—Bien…pues Alex y yo no sabríamos que hacer sin ti…—Danna niega.

—Buenas noches, Christopher.—responde sin más.—Te veré mañana…

—Danna…—murmura cuando ella comienza a caminar en dirección a la puerta. Sus pasos la siguen hasta detenerse a  menos de un metro de distancia de ella.

—¿Sí?

Los ojos de Christopher la observan un largo momento debatiéndose mentalmente entre hablar o quedarse en silencio y finalmente niega de manera lenta.—Buenas noches, Danna…

S.O.S Vélez en apuros.Where stories live. Discover now