Un par de golpes se hacen presentes en la puerta de la oficina de Christopher. El castaño aparta la mirada de la pantalla del ordenador y centra sus ojos en el rostro de Danna que lo contempla fijamente con una débil sonrisa en los labios.—Hola…—saluda él.
—¿Puedo pasar?—cuestiona en voz baja.
—Tú siempre puedes pasar…—responde de inmediato.—Ni siquiera tienes que pedir permiso…
—¿Cómo fue el primer día de clases de Alex?—pregunta caminando hacia él. Christopher se queda en silencio un breve momento antes de reírse.
—La verdad es que creo que estaba más nervioso yo que ella.—confiesa. Danna se ríe en voz baja y niega lentamente.—Mi enana es la más valiente de todas ¿sabes? Estaba completamente emocionada de finalmente poder ir al colegio…
—¿Ibas a llorar?—bromea ella.
—Faltó solo un poco.—admite. Danna se vuelve a reír y niega lentamente.—Creo que todo esto está comenzando a acomodarse ¿no?
—Creo que sí.—asiente.—¿Pasó algo en Boston?—pregunta la castaña en voz baja.—Pasa que cuando fuiste a mi habitación para reunirte con nosotros estabas demasiado serio…parecías otro Christopher…
Christopher deja escapar un largo suspiro y echa su cabeza hacía atrás en la silla meditando la pregunta de Danna. Escucha sus pasos acercándose a él y le dedica una pequeña sonrisa cuando sus manos acarician su rostro.—No sé cómo lo hizo pero mi padre se enteró sobre Alexandra…
—Oh por Dios…—murmura apartándose. Él levanta su cabeza y se encuentra con los ojos miel de la chica. Danna se sienta sobre el filo del escritorio sin apartar su mirada de la de Christopher.—¿Y qué pasó…?
—Está completamente furioso.—admite dejando escapar un largo suspiro.
—Bueno supongo que de antemano sabías que algo así pasaría ¿verdad?—hace una pausa.—Para ti fue algo realmente impactante, Christopher. No lo sabías. No tenías ni idea que tenías una nena de ocho años y ahora lo sabes. Te costó aceptarlo y adaptarte a ella como era de esperarse; para tu padre es exactamente igual, Chris…
—Supongo que tienes razón.—responde.—Pero de todas maneras si cree que tiene algún poder sobre mí está muy equivocado.—agrega.—Porque Alex es solo mía y nada ni nadie va a quitármela…
—Nadie quiere quitártela, mi amor.—susurra tomando sus manos. Los ojos pardos de Christopher se posan en los suyos y una amplia sonrisa se forma en sus labios.—¿Y esa sonrisa?
—Me llamaste mi amor…—comenta.
Las mejillas de Danna se sonrojan en el acto y ella aparta la mirada un momento.
—Oh, vamos.—se queja. Christopher se echa a reír antes de llevar sus manos a sus labios.—¿Entonces qué piensas hacer…?
—Por el momento nada. Yo no quiero ver a mi padre y supongo que él no querrá verme a mí así que estamos a mano.—decide.
—¿Sabes que no puedes pasarte la vida entera peleado con tu padre, verdad?—cuestiona sin dejar de mirarlo.—Mi amor, es tu padre…
—Ya lo sé pero si él no respeta ni mis decisiones y ni a mi hija entonces para mí es como si no existiera.—anuncia.—Supongo que me querrá desheredar…
Los ojos de Danna se abren con total sorpresa.—¿De verdad?
—No lo sé, tal vez solo estoy sacando conclusiones apresuradas pero no me sorprendería que quisiera hacerlo.—responde sincero.—De todos modos eso me tiene sin cuidado…