—Delfi…—la voz de Alexandra hace que la mujer que está por entrar en el elevador. Se gira sobre sus talones y una amplia sonrisa se forma en sus labios cuando se encuentra con la pequeña.—Alex…—murmura caminando hasta ella.—¿Qué haces aquí, cariño…? ¿Cómo es que tú…?
—Yo la traje.—anuncia Christopher. Los ojos verdes de la mujer se posan en él y niega lentamente.
—Señor Vélez…—comienza.—Si usted ha venido acá para devolver a Alexandra yo no…
—No he venido acá para devolver a mi hija de ninguna manera.—responde de inmediato.—Solo he venido porque quiero hablar con usted así que realmente espero que tenga tiempo…porque nosotros no vamos a regresar a Miami hasta que usted y yo tengamos una larga charla…
—¿Te gusta Miami?—le pregunta a Alex.
—Me encanta.—responde la niña.—Y me gusta mi papá…es bonito. Nuestra casa es muy bonita y nosotros nos queremos mucho ¿verdad, papá?—la mujer asiente lentamente antes de volver su atención a Christopher.
—Verdad, enana.
—Entonces supongo que podemos tener esa charla…
—¿En dónde están Billy y James?—pregunta la niña cuando los cuatro entran en la casa. Danna puede ver algunos juguetes encima de la mesa de la sala que supone serán de Billy y James como los ha nombrado Alexandra.
—Justo ahora en el colegio pero seguramente estarán muy contentos de verte…—hace una pausa.—Ellos te echan de menos…
—Yo también.
—¿Les puedo ofrecer algo de tomar?—cuestiona en dirección a Christopher y Danna.
—Estamos bien, gracias.—responde y Danna asiente en acuerdo.
—Bien.—hace una pausa.—Alex… ¿Por qué no vas a jugar a la habitación de Billy y James mientras hablo con tu papá y su novia?—Danna entrecierra sus ojos de inmediato pero se mantiene en silencio. Una vez más alguien está creyendo erróneamente que ella tiene algo que ver con Christopher. Quiere protestar pero sabe que eso sería de su parte bastante infantil de todos modos. Alexandra se marcha casi con paso saltarín dejándolos solos a ellos.—Lo escucho, señor Vélez…
—Mire…yo no vine aquí porque pretenda deshacerme de mi hija o algo que se le parezca, si estoy aquí es porque quiero precisamente todo lo contrario a eso. Mantener a Alexandra conmigo es mi prioridad…pero para que yo pueda hacerlo necesito de su ayuda.—hace una pausa.—Por lo que la niña me ha contado, usted era la mejor amiga de Sabrina…
—Éramos mejores amigas.—reafirma.—Por eso ella me la dejó cuando se fue.—susurra.—Sé que Sabrina no habría querido esto, si bien ella siempre le habló a Alexandra sobre usted dudo mucho que ella hubiese querido que la niña estuviese con usted si al final de cuentas no era más que un extraño para ella…
—Bien, supongo que en eso tiene razón.—replica de inmediato.—Hasta hace dos semanas, casi tres yo no tenía ni idea de que tenía una hija de ocho con años con Sabrina y mucho menos tenía idea de que ella hubiese fallecido.—hace una pausa.—Pero ahora la tengo y no quiero huir de mi responsabilidad como su padre, solamente quiero que todo esté claro entre nosotros porque Alex es…es mi hija y si bien no tenía ni idea de quién era cuando usted la dejó en la puerta de mi edificio hace casi tres semanas atrás ahora sé que ella es mía y quiero lo mejor para ella…
—Señor Vélez…cuando dejé a Alex en su edificio esperé que usted quisiera traerla de regreso al día siguiente.—los ojos de Danna se abren con sorpresa pero se mantiene en silencio sabiendo que en primer lugar; si ella está ahí es como un apoyo moral para Christopher. Y en segundo lugar; eso no significa que tenga derecho alguno a opinar sobre ello.—Pero se quedó con ella y pudo conocerla y realmente no tiene ni idea de la manera en la que me encanta saber que usted le está dando una oportunidad a Alex…