—Pedí sushi así que espero que te guste…—anuncia la voz de Christopher en cuanto abre la puerta de su departamento y se encuentra con Danna Silvetti. Ella camina con pasos lentos dentro de lugar como si estuviese realmente arrepentida; o al menos esa es la impresión que tiene él por sus movimientos corporales.—Toma asiento...Los ojos de la castaña se posan en él y asiente un poco mientras obedece tomando asiento en el sofá de la sala de cuero de Christopher.—Está bien, gracias.—responde cortésmente.—¿Entonces…?—comienza tomando su tableta electrónica de su bolso.—He pensado que podríamos comenzar por armar un itinerario de trabajo justo para todo el mundo…es decir, con jornadas justas; sé que las modelos a veces pueden ser algo…especiales en su forma de trabajar.—hace una pausa.—Nunca hemos trabajado con Emma Mikaelson a pesar de que la conocemos así que…
—¡Necesitamos un servicio de catering!—los ojos de Danna se despegan de la pantalla de la tableta y lo miran un momento en completo silencio.
—¿Catering…?—cuestiona finalmente.
—Bueno, cuando te dije que queremos brindarles un servicio de primer nivel en ningún momento estaba bromeando…—anuncia alzando una ceja.—Hace un rato enviaron una lista de cosas que necesitamos saber y tener preparadas para cuando lleguen a la empresa…—Danna ladea su cabeza.—Entre ellos servicios de catering…servicio completo con cosas específicamente bien cuidadas…
—¿En qué momento comenzamos a prestar los servicios de un restaurante?—pregunta en voz baja.—Esta es la primera vez que traeremos un servicio de catering completo a la empresa…
—Lo sé.—asiente el castaño.—Pero como comprenderás son personas realmente importantes y nos conviene que tengan una buena imagen de nosotros…
—¿Nos conviene o te conviene que Emma Mikaelson vea que estás dispuesto a cumplir cada uno de sus mandatos?—cuestiona sin rodeos. Los ojos de Christopher la miran un largo momento.
—Bueno no lo voy a negar.—admite.—Me gusta Emma, es obvio que sí. Dime a que persona en el mundo no le gustaría Emma Mikaelson. A una mujer de ochenta años con veinte nietos le gustaría Emma Mikaelson…—Danna entorna sus ojos y deja salir un suspiro de sus labios.—Pero no tiene nada que ver con Emma…solo estoy pensando en el bienestar de la empresa y en posibles y futuros…escenarios con los que podría beneficiarse…
—¿Puedo ver la lista de cosas que pidieron en el servicio de catering?—cuestiona alzando una de sus finas cejas. Christopher asiente y un momento después se la tiende. Los ojos de la castaña vagan por la hoja que tiene entre sus manos y deja salir un gemido de sorpresa.—Arándanos deshidratados bajos en grasa. Atún ahumado bajo en grasa. Queso crema bajo en grasa. Leche de almendras baja en grasa. Agua embotellada baja en grasa.—Danna jadea.—¿Es en serio? ¿Agua baja en grasa? ¡Esto es una locura, Christopher!
—Supongo que querrá cuidar su figura o algo así.—se encoge de hombros despreocupadamente.
—Entiendo que la señorita Mikaelson lleve una estricta dieta para cuidar su figura, es una modelo después de todo pero creo que esta mujer está exagerando un poco.—hace una pausa.—Solo faltó que añadiera a su lista el aire que va a respirar durante la semana que vamos a trabajar juntos…
—¡Que graciosa!—El sonido del timbre de la puerta se hace presente. Christopher se pone de pie y camina hasta la entrada de su departamento para atender mientras Danna sigue contemplando la extensa lista de alimentos que han pedido para la modelo en cuestión.—¡El sushi llegó!—anuncia pero Danna ni siquiera se mueve.
—¿De verdad vamos a hacer todo esto?—cuestiona la chica señalando la hoja que todavía sostiene en su mano.
—Sí.—asiente.—Lo dije en serio. Esta gente es importante, Danna.
—De acuerdo.—murmura.—Entonces creo que podríamos comenzar por encontrar las mejores empresas de catering en la ciudad…—hace una pausa.—Supongo que no será tanto problema encontrarlo; el problema será que la empresa en cuestión maneje estos menús tan…estrictos. Mira; Camila tiene buenos contactos en estos temas porque está relacionado con su trabajo, tal vez podría pedirle que me ayude con esto…
—¿De verdad harías eso por mí?—los ojos de Danna se encuentran de nueva cuenta con los del joven y niega un poco.
—No lo hago por ti. Lo hago como parte de mi trabajo.—le espeta sin más.
—Como sea.—susurra él en medio de una risita.—Hagamos una pausa, cenemos y después sigamos ¿De acuerdo? Es temprano aun pero la comida se enfriará…
—¿El sushi…?—cuestiona.
—Sé perfectamente bien que prefieres el sushi cocido y caliente…—anuncia sin más ignorando el hecho de que Danna Silvetti parece realmente sorprendida por el dato.—Dame un momento, voy por la botella de vino que puse en hielo…
El sonido del timbre de la puerta se hace presente una vez más.—Si quieres yo puedo ir por la botella a la cocina…—se ofrece la castaña poniéndose de pie.
Christopher le sonríe.—Si me haces el favor…—responde cambiando la dirección de sus pasos.
El castaño camina en dirección a la puerta, tira del pomo para abrirla y cuando lo hace de inmediato sus cejas se fruncen. Una pequeña niña castaña con una amplia sonrisa tirando de sus labios y una mochila rosada al hombro está de pie del otro lado mirándolo fijamente.
—Hola…—lo saluda.
—Ah… ¿hola?—responde en voz baja.—¿Te puedo ayudar en algo…?
—Estoy buscando a mi papá.—anuncia.
—De…acuerdo. ¿Y vive aquí…?—le pregunta.—Mira creo que te equivocaste de departamento, tal vez tu padre vive en otro piso o algo así… ¿Por qué no le preguntaste al portero…?—hace una pausa.—Seguramente él puede ayudarte…él tiene un registro completo de todas las personas que vivimos en este edificio…
—Ya se lo pregunté.—le informa. Los ojos de Christopher se entrecierran de inmediato y suspira.
—¿Entonces qué es lo que haces aquí…?—cuestiona.—No lo entiendo…
—Tú eres mi papá.—anuncia de golpe.
El corazón de Christopher Vélez da un vuelco dentro de su pecho y deja escapar un gemido de sorpresa sin terminar de procesar lo que acaba de salir de los labios de esa niña que permanece contemplándolo fijamente.—No, no, no, no, no y no.—decide.—¿Disculpa? ¡Eso no puede ser!—exclama sin más.
—Christopher…—la voz de Danna lo llama en la distancia. Escucha sus pasos acercándose a él.—¿Está todo bien…?—cuestiona ella justo detrás suyo.
—Que tú eres Christopher Vélez ¿verdad?—pregunta. Los ojos pardos del joven la miran un largo momento antes de asentir un poco.
—Sí.
—Tú eres mi papá.—hace una pausa.—Soy Alexandra Vélez, tu hija…