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Una larga conversación terminaba. En cuanto a los chicos se podía ver como Katsuki y Kirishima se apresuraban a llegar al parque donde se suponía se encontrarían al incubo. 

- Así que eres un incubo, ¿ es verdad lo que dicen?... ¿ tenéis cuernos y cola?- el rubio iba a explotar cuando escuchó eso, pero no lo hizo. Llevaban ya un rato escondidos entre los arbustos, y si alguien los veía sospecharía de ellos y podrían perder la pista. 

Pasaron las horas y no aparecía. Estaban a punto de darse por vencidos cuando un borracho apareció de la nada. "Joder" pensaba Katsuki quien estaba viendo al maldito incordio metiéndose en medio, pero al contrario de lo que pensaban, gracias a aquella persona apareció su presa. De nuevo aquella hermosa figura que dejaba atónitos a los que la observaban aparecía en escena. Al principio no se sabía con certeza quien era , pero, a medida que se acercaba al hombre se podía vislumbrar más claramente. 

En el momento en que era totalmente visible, besó al borracho y liberó el olor a rosas tan característico del mismo, como era de esperarse el hombre calló al suelo desmayado, pero a su vez Kirishima lo acompañó, cosa con lo que Bakugou no contaba. Inmediatamente lo dejó atrás para ir tras aquel incubo. 

Cuando estaba a punto de atraparlo, de nuevo esa sensación que tanto lo incordiaba, que tan molesta era lo atacó de manera violenta. Un dolor de cabeza intenso no lo dejó continuar.

- Parece que no te afecta, interesante... - Dijo el ser antes de terminar por marcharse del lugar. Poco después lo hizo Bakugou, no sin antes despertar a Kirishima de mala forma. 

Esa noche Katsuki no paró de pensar en aquel ser. Su figura era hermosa y aquel cabello verde a la par que sus ojos... Debido a esos ojos no pudo vislumbrar el conjunto completo, por lo que no fue capaz de distinguir su cara. 

- Un chico interesante, no crees... - La otra persona no contestaba tan solo dejaba que el efecto del sello se esparciera por su cuerpo y escondiera sus pecas, cabello y ojos, volviéndolos de un tono oscuro. - Yamikumo eres tan lindo. Es una pena que tengas que esconder tus hermosos colores. - Decía mientras se colgaba del cuello del anterior mencionado.

- No quiero seguir con esto. - Decía yamikumo triste, el alimentarse cada vez requería de más y más veces e importunaba a más personas. Se estaba volviendo excesivo de su parte lo cual le parecía raro. 

- Ya se que te resulta incómodo hacerlo así, pero recuerda que es necesario ya que en esta dimensión la energía que necesitas no se acumula de la misma forma. - Era cierto, sin embargo el chico tenía razón, el necesitar tanta energía no era normal ya que si es cierto que necesitaba mucha cantidad, pero con solo comer una vez por semana estaría satisfecho, de no ser porque ella lo estaba usando para hacer lo mismo. 

- Lo sé, además noto como lo necesito. Pero... - 

- No te preocupes tanto, recuerda los humanos son despreciables. Mentirosos y traicioneros. - Esta última frase sonó como si saliera desde el fondo de su corazón. No lograba esconder esa ira cuando de este tema se trataba. En ese momento su mente se fue lejos al igual que su vista. Pareciera que andaba recordando algo. 

"Mil años atrás caminé por estos mismos lugares, mucho ha cambiado desde entonces. Los campos y bosques fueron talados y dieron paso a lo que ahora es la civilización. 

En aquel tiempo mi vida era feliz y llena de dicha, la naturaleza se podía escuchar como cantaba y los animales convivían. En si, la tierra rebosaba vida y magia, y mi corazón rebosaba amor por una persona. Aún recuerdo como alababa mi largo cabello plateado, y como acariciaba mi cabeza y me abrazaba hasta quedarme dormida. Algo tan bello y querido...

Un día por alguna razón ellos decían que yo era peligrosa, y decidieron que él no podía seguir conmigo, es por ello que acabaron con su vida sin siquiera pestañear. En ese instante donde te vi sonreír por última vez mientras tu mano caía en el suelo, en ese momento me prometí que acabaría con todos y cada uno de ellos. No volverían a hacer daño a nada ni nadie nunca más, sin embargo, terminaron con mi vida igualmente, pero justo antes de dar el último suspiro logré mandar mi alma hacia el futuro. Gracias a ello estoy aquí. Muy tarde para vengarme de ellos, pero en el momento justo para acabar con algunos de sus descendientes." La joven sonreía al convencerse aún más de que su venganza se llevaría a cabo. No dejaría que nada ni nadie se interpusiese, no cuando estaba tan cerca. 

La noche había sido un total desastre. A partir de ese momento todo el plan había ido al traste, o al menos eso hicieron pensar a la bruja, lo cierto es que tenían sus reservas en cuanto a ello, pero había una pequeña posibilidad de que los dos seres estuvieran juntos. A partir de ahí, se comenzó a planear una contramedida, esta vez ella no escaparía. Y así fue como magos y brujas de todo el G. C. se reunirían en el lugar. En cuanto a la verdadera identidad del incubo, aún se mantenía en el anonimato. Katsuki seguía pensando en aquellas bellas esmeraldas, mientras algo dentro de él crecía, lo que lo llevaría a querer conseguirlas. 

Mientras tanto...

- ¿Crees que ha sido una buena idea el contarles todo?- Entraba en el despacho de Karen uno de sus subordinados. A ella se la podía observar tecleando apresurada en busca de información y mandando algunos correos urgentes. 

- Se que quizás no sea lo más sensato, pero... - pensativa por un momento en que debería mandar al joven a casa, de vuelta a su mundo, suspiró... - creo que si. Además ya no podemos seguir como si nada y lo sabes. Hace semanas que tenemos su rastro, pero siempre se desvanece, no podemos dejar que escape, sino ya sabes lo que eso significaría. -

- Lo sé, muchos estarían en peligro y... - Antes de continuar una mirada como advertencia fue lanzada por parte de la chica. Era como si no quisiera volver a escuchar aquellas palabras de nuevo, tras lo cual volvió su mirada a la pantalla y continuó con lo suyo. 

- Comunícate con Cris, dile que lo quiero aquí lo antes posible. Yo seguiré intentando contactar con el viejo. -

- Te refieres a...-

- En efecto, aunque ya sea mayor, Torino fue mi mentor, y estoy segura de que puede sernos de utilidad aunque sea como consejero o con alguna pista.-



Mi destino lo decido yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora