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(Paralelo al tiempo desarrollado dese la página 9...)

- Creo que ya va siendo hora de ponernos al día. -

- Ji..ji. - Resoplaba para terminar encaminándose al cuartel donde algunas personas ya esperaban.

- ¿ Tenemos algo nuevo? - Decía un hombre de unos cincuenta años de edad. Cabello blanco y ojos azules. En las partes visibles de su cuerpo se podía apreciar distintas cicatrices señal de enfrentamientos en general. Como superior directo de Karen era el que controlaba la situación en caso de emergencia, por este motivo el estrés de la misma había ido en aumento. Aunque fuera un hombre muy competente, también era un enorme incordio, ya fuera por hacerlos trabajar extra o por sus caprichos, nadie se salvaba de sus excentricidades.

- Parece que hemos dado con la persona por fin. -

- Bien, es hora de comenzar con los preparativos para la misión. Dad aviso a los grupo alfa y omega. - En ese momento Karen iba a retirarse a su despacho para continuar con su papeleo, eso además de intentar solucionar otro problema más. - Karen, - Fue parada en seco. - espero que comprendas el por qué te quiero fuera del caso. - Sin siquiera contestar se marchó. Sus acompañantes observaban la escena. El joven tan solo fue tras de ella mientras que el mayor se quedó a mantener cierta charla con el alto mando.

Ya en el despacho, Karen cerró la puerta, se sentó en su escritorio y tomó el pequeño cartelito que tenía con su nombre para arrojarlo lejos. Se echó hacia atrás en su asiento y puso su brazo derecho sobre sus ojos cubriendo parcialmente su cara. Estaba demasiado frustrada como para continuar con sus quehaceres.

- No deberías mandar a volar algo como esto, podrías golpear a alguien... - una pequeña sonrisa era esbozada por parte del joven quien intentaba animarla.

- Y tú no deberías meterte donde no... - No contaba con ganas de seguir hablando, si continuaba seguramente terminara diciendo algo que no debía o no quería, aunque la impotencia y la rabia la estaban devorando por dentro.

- Esto me recuerda a cuando te peleabas con sensei, terminabas frustrada porque se enfadaba contigo por esforzarte demasiado, y parece que eso no ha cambiado. -

- A diferencia de entonces ya no soy una niña que no conozca sus límites. Esto es completamente distinto. -

- No, no lo es. Tanto para mi como para el viejo aun sigues siendo la misma niña que no pedía ayuda, que todo lo quería hacer por su cuenta, y que nada lograba debido a que no se dejaba ayudar. - Era cierto, quería hacerlo sola para que nadie saliera herido, pero lo único que iba a conseguir era salir ella lastimada. Él tenía razón, en todos esos años ella no había cambiado.

- Por qué sigues siendo igual conmigo incluso después de todos estos años. -

- Bueno, no creo que las explicaciones sean necesarias, ¿verdad? - Por fin arrancó una sonrisa de sus labios. Era cierto, ellos no habían cambiado en ese sentido, seguían siendo y sintiendo lo mismo.

- Está bien, una ayuda no me vendrá mal. -

Mientras tanto en otro lugar del G.C.

- De verdad crees que lo mejor es apartarla de esto. -

- Puede que no lo apruebes Sorahiko, pero tanto tú como yo sabemos de lo que ella es capaz si la dejamos continuar. Además, incluso aunque se lo prohíba se que buscará la manera de intervenir. Ya la conoces, no dejará nada a la suerte. -

- Lo sé, por eso le he traído. Soy consciente de que no se quedará de brazos cruzados y por eso al menos debería tener un hombro en que apoyarse. -

De vuelta en el despacho...

- Bueno y por donde empezamos. - Decía el joven quien se sentó en una de las sillas situadas delante del escritorio.

- Por cerrar expedientes, hay muchas peticiones de otras dimensiones para entrar en estos días, es un poco extraño ya que aún falta un poco para la época pero no es imposible. - Mientras ella tecleaba, él tomaba una parte de una de las columnas de documentos que se podían observar encima de aquella mesa. Tras un par de horas parecían no avanzar demasiado, pero así era en aquellos momentos, mucha burocracia que solo ayudaba a ralentizar el proceso pero que era necesaria según algunos. 

- Llevamos horas y esto casi no avanza, demonios. - Esto hizo reír a Karen, quien ya se tomaba el trabajo de otra forma. 

- Te acostumbras con el tiempo, además vamos más rápido de lo que piensas de esta forma. Gracias por la ayuda, recuérdame que te invite cuando terminemos. - 

- Me la apunto. Por cierto, ¿es normal que los expedientes contengan cartas?. - 

- ¿ Cartas? , mmm, por lo general no muchos lo hacen, sin embargo déjame ver. - Leyó ligeramente aquel texto. - No parece que sea realmente importante, tan solo me llevará una llamada. - 

- Ya veo, pero esta carta y las demás... - Eran pedidas de auxilio de una madre preocupada. - Si se trataba de su pequeño por qué no se tomó como prioridad. - era extraño en si, o eso pensaba el joven.

- Por las cartas podría dar caso a error. Es cierto que esa persona pide que encontremos a su pequeño, pero si atravesó el portal ya no es un niño, créeme. -

- Mmm. -

- Los únicos que pueden cruzar portales son aquellos con una autorización expresa de algún organismo en las distintas dimensiones, o alguien mayor de edad por consentimiento expreso de los altos cargos en los consejos. Se restringió las salidas ya que algunos habían dado problemas debido al libre albedrío. -

- Ya veo, ¿entonces no hay de que preocuparse? -

- No realmente, pero por si acaso siempre nos ponemos en contacto directo con la persona en cuestión. Para ello se registran las entradas y salidas de los portales. -

- Ya veo, lo tenéis todo bien atado. -

- No creas, no todo. En ocasiones tenemos que encontrar a algunos polizones, es por ello que se ha reforzado la seguridad. - Mientras mantenían esa conversación Karen tecleaba las claves de seguridad para acceder al programa. - Bien, ahora dame el nombre del pequeño. - Decía mientras usaba sus manos para hacer comillas resaltando lo de pequeño.

- Veamos. Al parecer el pequeño no tan pequeño según el informe se llama Izuku Midorilla. -

- ¿ Seguro que pone eso? -

- Aquí lo tienes... - Poco tiempo pasaría para que ataran cabos y fueran en busca del mismo. 

Mi destino lo decido yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora