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- ¿ Está bien que se lo hayas enviado y le hallas dados a ese chico la piedra?- Preguntaba Leo que aún estaba ayudando a Karen a terminar papeleo. 

- Sobre eso, estoy segura de que no importa. El colmillo fue modificado y ahora ya no sirve, y la piedra ya no tiene ningún poder. - Sonreía para levantarse del escritorio y dar una patada al trabajo por ese día. - Dejémoslo por hoy, vamos a tomar algo. - 

Uno dormía, otros descansaban por fin, pero, ¿ qué había pasado con Bakugou?. 

Después de que se llevaran al joven Yamikumo, del que Katsuki no era consciente en realidad, pidió a Karen desesperadamente que lo ayudara a verlo, esta no pudo hacer más que darle su último recuerdo, así que le dio la piedra que el joven llevaba consigo. Karen le dijo al rubio que la guardara, y que no se diera por vencido, ya que "el final no se decide, tú lo escribes", es por ello que consiguió calmarse al entender sus palabras y decidió que no se rendiría sin pelear. Al final esta le entregó la carta y ahora se encontraba a punto de mantener una charla con su padre. Le daría las gracias y le explicaría sus intenciones. Ya no se escondería ni huiría, ahora iría de frente y es por ello que lo solucionaría sin hacer que las familias quedaran en malos términos. 

- Te has convertido en todo un adulto, ya no puedo reprocharte nada. Si consigues arreglar esto, no te detendré, serás libre de hacer lo que quieras. - Unas palabras que alegraron y tranquilizaron al joven quien en principio estaba dispuesto a pelear a cualquier costo, pero que al final tan solo hizo una reverencia y se marchó a descansar. 

Con la piedra colgada a su cuello, la apretó sobre su pecho y pronunció "Deku" antes de caer dormido. La mañana siguiente no sería fácil, ya que las negociaciones con esa persona podrían ser intensas, pero era algo por lo que el joven estaba dispuesto a pasar. 

La mañana llegó e Izuku despertaba con algunas nauseas pero aún así consiguió tomar algo de fruta, ya que pareciera que el bebé solo quisiera algo fresco. Por un lado no importaba mucho, ya que al menos podría comer algo sin la necesidad de echarlo. 

- Izuku hijo, por fin parece que te encuentres mejor. - sonreía la mujer quien ahora si estaba realmente aliviada al ver como su pequeño daba bocado. 

- Si, ya te dije que estaba bien mamá. -  

- Está bien, pero hoy tienes visita, por fin conocerás a tu futura pareja cariño. - Esto no fue una grata sorpresa para el joven, puesto que ahora que conocía el amor, no quería tener que estar cerca de alguien más, y aún menos quería que el hijo que esperaba se criara con otro que no fuera él. 

- Sobre eso mamá, hay algo que quiero pedirte. Por favor, habla con papá y dile que cancele la boda, no quiero hacerlo, lo siento. - Algo molesto y bastante triste bajó su cabeza.

- Pero cariño eso... - 

- Por favor mamá, es la razón por la que me marché, siento haberte preocupado, pero no quería que te sintieras decepcionada conmigo. Quería cumplir vuestras expectativas, de verdad que quería, pero no fui capaz. Al final conocí a aquella persona y decidí que quería vivir mi vida de otra forma. Por ello cuando me dijo si estaba dispuesto a viajar con ella, dije que sí, y el resto ya lo conoces. - Inko suspiró, su hijo había sido sincero por fin, sabía que no era justo desde el principio obligarle a pasar por aquello, sin embargo no había nada que pudiera hacer ya quien tenía la última palabra no era ella.

Al ver tan triste a su hijo, se le partía el alma, era por ello que no dudó en ingeniar algo, pero tendría que pensarlo, por el momento hizo que Izuku se marchara al jardín donde sabía que estaría más tranquilo y calmado. 

Cuando intentó hablar con su esposo sobre el asunto, se topó con la familia real, los cuales se presentaban como siempre, tras una máscara para que su identidad en cierto modo se quedara en el anonimato. 

En cuanto los jefes de ambas casas fueron a reunirse, el joven heredero quedó solo, ya que Inko por su parte tenía que atender varios asuntos sin demora. De este modo salió al jardín a pasear mientras era llamado, para que de esa forma su mente estuviera distraída mientras tenía una oportunidad de hablar seriamente con el jefe de aquella casa. 

Mientras caminaba, podía observar un amplio lugar lleno de flores y árboles, y en el centro un enorme cerezo en flor que parecía dar cobijo a un joven mientras dormía. En su mano izquierda sujetaba lo que parecía un cuaderno con algo escrito, mientras que en su derecha sostenía una especie de colgante. 

Cuando Bakugou lo observó más de cerca, no podía creer que aquel colgante fuera el colmillo que él había llevado consigo todo el tiempo que pasó en la dimensión humana, ¿acaso él era ...?

- Mmm. - Izuku abría sus ojos para toparse con un joven imponente de cabello rubio brillante y ojos rojos, tan intensos que quemarían a cualquiera. Tragó saliva. - Yo... - Su corazón se aceleró a cien por hora, estaba nervioso, asustado de articular palabra alguna y temeroso a su vez al comprender por sus ropas, que aquella figura pertenecía a quien se suponía sería su futura pareja. 

Aquello no era bueno, si no lo decía no lo entenderían y no podría librarse de aquel destino cruel. 

- Por favor... deshaz el compromiso, te lo pido por favor. - Bakugou se sorprendió de lo que escuchaba. - Por favor deshazlo. - Repetía Izuku quien estaba desesperado. En ese mismo momento se desmayó y calló sobre el rubio que no dudó en atraparlo para que no se dañara. Lo observó durante unos instantes y finalmente leyó las palabras que había en aquel cuaderno. Era una carta de amor dirigida a él, finalizando con un " te amo, Kachan". Ahora entendía todo, por qué se lo llevaron tan apresuradamente, y por qué estaba tan desesperado al igual que él por suspender aquel matrimonio. Ambos anhelaban a alguien que pesaban perdido, y deseaban volver a verlo con todas sus fuerzas. Bakugou sonrió, estaba feliz por volver a tener entre sus brazos a esa persona, y ahora llegaba a comprender aquellos sueños que lo despertaban no tan feliz. Las dos personas que estuvieron en su cabeza eran la misma. 

Al recordar aquello, decidió que quizás una pequeña venganza no estaría de más, por lo que lo tomó y llevó a su habitación, donde le dejó una nota diciendo que lo enamoraría en menos de un mes, tiempo justo para la boda. Si no lo lograba lo dejaría libre, pero si despertaba sentimientos por él entonces no podría negarse. Con esto en marcha, ambas familias estaban ya más tranquilas, por lo que sin que muchos estuvieran al tanto, el plan del joven príncipe se llevaría a cabo con ayuda de ambos líderes. 

Mi destino lo decido yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora