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- Ya no más, chicas no puedo... - tan solo apoyó su cabeza sobre la mesa dispuesto a echar una cabezadita.

- Creo que debería llevarlo a casa, ha bebido demasiado. - decía Momo quien como era de esperar se controlaba bastante bien.

- Aburrido, llamemos a un taxi y que siga la fiesta. - decía Ashido. Momo por su parte se levantó, y dispuesta a llevarse al joven a casa para que descansara, vislumbró las siluetas de los otros que estaban un poco lejos, pero que aún así eran visibles. Saludó hacia su posición y se cruzó con la vista de Shoto quien en verdad se alegró de verla. 

- Vuelvo en un minuto. - decía Shoto quien se levantó y fue a saludar como era debido a su novia. En cuanto vio el estado del pequeño moreno, un pensamiento vino a su mente. Si lo llevaban a casa estaba seguro de que Momo cuidaría de él ya que estaba preocupado, por lo que...

- Momo, si quieres puedo pedirle a uno de los chicos que lo lleve a descansar, es más dijo que estaba algo cansado. Espera un momento. - inmediatamente se dirigió de vuelta hacia la mesa donde Bakugou miraba su vaso como si no hubiera nada más a su alrededor. - Bakugou, es tu oportunidad. - Con tan solo señalar fue suficiente para que la mirada de este se posara en el joven que se encontraba recostado en la mesa con los ojos casi cerrados. Se levantó y fue a por él, sin decir palabra alguna lo tomó del brazo y se lo echó al hombro. Los presentes estaban un poco sorprendidos mientras que Yamikumo no sabía ni que pasaba, tan solo lo dejó estar y se despidió con la mano. Estaba demasiado borracho como para reaccionar de la forma adecuada.

Por el camino Bakugou iba pensando en que haría con aquella persona, podría comerla o jugar con ella, todavía no lo había decidido, lo que si tenía claro es que al menos se burlaría un poco por haber salido corriendo días antes sin siquiera despedirse, además era el culpable de su falta de descanso.

La misma noche tras su primer beso, volvió a soñar con la misma escena del incubo, pero había algo distinto. Cuando besó a ese ser, abrió los ojos y vio al joven moreno, el cual quedó agarrado de su brazo pidiendo su atención. A su vez el ser de ojos verdes estaba en la misma posición imitando al anterior vestidos en las ropas que Bakugou conocía, uno por haberlas visto, y el otro por las descripciones oídas. Como era de esperarse ese sueño se repetiría durante los días previos a la noche presente, con algunas modificaciones con respecto a las vestimentas pero con el mismo resultado. Era por ello que iba a explotar en cualquier momento y resultó que ese momento llegó antes de lo esperado.

Una vez llegaron a los apartamentos, Bakugou se dirigió al suyo, cerró con llave y fue directo a la habitación, dejando sobre la cama a Yamikumo quien parecía haberse quedado dormido. Su rostro tan inocente, de nuevo instaba al rubio a calmarse. Ese rostro mas que excitarlo lo hacía convertirse en alguien sobreprotector. Eso no era propio de él. ¿Por qué se comportaba de aquella forma cuando su naturaleza no lo era? ¿ Acaso se había enamorado de él? Mientras las ideas seguían surgiendo en su cabeza se levantó, cerró las cortinas y cuando se disponía a marcharse para dormir en el sofá, algo lo detuvo. Al parecer Yamikumo se despertó y lo abrazó por la espalda, era extraño, pero quizás se estaba encontrando mal o eso pensaba el rubio. El joven moreno hizo que este diera la vuelta y tirando de su camiseta lo besó.

- Te quiero ahora. - decía con una voz algo distinta en cuanto a tono. En ese momento más que el joven tímido que Bakugou conocía, este estaba totalmente seguro y decidido a tomar lo que deseaba.

- No, estas muy... - Antes de que pudiera continuar el otro lo volvió a besar de forma más intensa, llegando incluso a agarrarse de su cuello para intensificar aún más aquel momento. Cuando se separaron Bakugou ya no podía pensar más. - Si te arrepientes no me eches la culpa. - dijo he inició el beso él mismo. De este modo comenzaron las caricias de forma agresiva y sensual. Tal así que poco después de comenzar el beso, Bakugou tomo a Yamikumo levantándolo y sentándolo en uno de sus brazos lo llevó hasta la pared, donde lo apoyó y comenzó a besar su cuello.

Bajó hasta su nuez la cual mordió de forma suave, lo que hacía que Yamikumo suspirara y se excitara aún más. Bakugou por su parte acariciaba cada centímetro que podía con su mano libre, al final terminó por llevar su boca hasta la oreja del moreno, quien antes de que el rubio consiguiera saborearla, lo agarró por el cabello y echándolo hacia atrás comenzó a provocar los labios del contrario.

- Cama... - Pedía el moreno que ya parecía no aguantar. Bakugou paró por un momento y lo tumbó, siendo detenido por el otro cuando iba a separarse para quitarse la camiseta que le estorbaba. Yamikumo había enredado sus piernas en la espalda del anterior e hizo más estrecho el abrazo para volver a besarlo.

Aquella noche no durmieron, se centraron en disfrutar del calor de sus cuerpos mientras al final todo se redujo en una noche de lujuria y desenfreno, aunque no fueron los únicos.

A la mañana siguiente Yamikumo se despertó el primero. Al notar el calor de quien había pasado la noche con él, se percató de que había cometido un error que quizás le traería problemas mas adelante, pero en este momento de lo que se preocupaba no era eso, sino de asegurarse de que su aspecto fuera el que debiera. Inmediatamente se levantó sin hacer movimientos bruscos en busca de un espejo, y efectivamente era lo que se temía. Su verdadero aspecto había salido a la luz. Esperaba que el otro no lo hubiera visto si no estaría en peligro ya que el incubo del que se había estado hablando en efecto era él. En el espejo se podía ver sus cabellos verdes y sus ojos a juego, junto con unas pecas que se escondían cuando estaba bajo el efecto del hechizo que la bruja le había concedido como disfraz.

Rápidamente buscó entre sus cosas una piedra con un símbolo y la apretó entre sus manos, haciendo que esta reaccionara y ocultara todo aquello que no debería estar a la vista. Después de ese corto momento volvió a la habitación. Esta seguía oscura y Bakugou seguía dormido tras aquella noche tan movidita. Yamikumo por su parte seguía un tanto avergonzado, enamorarse de él y haber tenido sexo no era algo que debiera haber ocurrido, pero supuso que fue inevitable. Suspiró y volvió a la cama junto a él, quería pasar un poco más a su lado, no le importaba lo que ocurriera después, tan solo quería sentir que aquello no era una ilusión. Al final calló dormido de nuevo. 

Mi destino lo decido yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora