Capítulo 7: Matiz

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POV JANICK

Por iniciativa de la gerente fuimos hacia a una exclusiva cafetería que también era restaurante, en el centro de la ciudad. El lugar llevaba un aspecto bohemio, tenía algunas inspiraciones industriales, objetos antiguos y artesanales, así como también amplios espacios iluminados con luz natural.

Crucé innumerables veces por aquel lugar cada vez que iba al trabajo, pero por su mismo bello aspecto, asumí que una simple taza de manzanilla, costaría una cantidad bastante exagerada para mis bolsillos, por lo que jamás me atreví a ingresar.

Espero traer el dinero suficiente como para cancelar siquiera una taza de té.

Tomamos asiento en una mesa de vidrio redonda, ubicada en uno de los ambientes naturales que poseía la cafetería, era como un pequeño jardín bastante acogedor y fresco, con un extenso alero de madera que nos cubría de los rayos solares.

— Antes de comenzar con todo, tomémonos un tiempo para nosotras —comentó—. Comamos algo rico con lo que podamos empezar el día exitosamente —adicionó.

— Muy buenos días, bienvenidas a Casa Catalunya, aquí tienen la carta —habló el camarero extendiendo dicho objeto a cada una.

— En un momento regreso para tomar su orden ¿de acuerdo?

— Sí, perfecto, gracias —articuló Ilda.

No pasó mucho tiempo para que aquel joven regresara, con una tableta digital en las manos.

— ¿Me permiten tomar su orden? —preguntó el camarero.

— Sí, por supuesto —contestó Ilda revisando la cartilla—. Para mí, un café espresso y una red velvet. ¿Tú, Janick? —me dijo.

— Una taza de té estaría bien, gracias —contesté tratando de sonar lo más normal posible, pues viendo los precios del resto de bebidas y platillos, mis ojos casi saltaron de la impresión.

¡¿Cómo es posible que un trozo de torta costara veinticinco dólares americanos?! ¿Es que acaso está hecho con piedras preciosas?

— Pide algo más, linda —habló la morena tomando nuevamente la cartilla—. ¿Deseas algo salado o dulce? —me preguntó.

— Dulce... —respondí temblorosa, pues si bien era cierto que había ganado un premio en efectivo, dicho monto no lo tenía disponible por ahora, únicamente lo que traía en la cartera.

— Bien, entonces una tarta de arándanos con crema de avellanas y un té. Eso sería todo, gracias —habló cerrando y entregando las cartillas—. Tranquila, reina, yo invito —me dijo sonriendo como si habría leído mi mente.

— Muchas gracias —contesté bastante aliviada.

— No te preocupes —hizo un ademán con la mano derecha—. Por cierto ¿tienes algún amigo o amiga que pueda ayudarnos con el proceso de tu cambio de look? Los directivos ya tienen un team hecho, pero pensé que sería mas cómodo para ti, que lo conformaran personas que tú conozcas y puedan hacerte sentir cómoda, ya que esto es algo nuevo para ti, y realmente deseo que disfrutes esta travesía.

Como una especie de reflector multimedia, mi mente proyectó el rostro de Mía, la rubia a la que conocí de manera tan poco usual. Pensé que ella sería de gran apoyo en este proceso, y seguramente conocía a mucha gente que también podría echarnos una mano. Por lo que, sin dudar un segundo, le comenté a la gerente la idea, y con su aprobación tomé el teléfono marcando su número. Para suerte nuestra, se encontraba libre, por lo que en unos minutos vendría al café donde nos encontrábamos.

— Mi amiga está por venir —dije a la gerente mientras guardaba el teléfono.

— Perfecto, qué te parece si mientras tanto armamos tu próximo look.

El Juego De Las Rosas | En EmisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora