NARRADOR OMNISCIENTE
En un día caluroso, el campamento se presentó ante Razeck y sus amigos. Aunque Razeck no era un apasionado de las caminatas, Javier y los demás parecían emocionados por la idea de hacer una y pasar la noche en una villa cercana. La aventura y la compañía agradable fueron suficientes para convencerlo, excepto Domenico con quien evitaba topar ni siquiera miradas.
El día comenzó con un desayuno compartido alrededor de una gran mesa de picnic. Una variedad de alimentos deliciosos, desde panqueques con jarabe hasta huevos revueltos y frutas frescas, adornaba la mesa. Risas y conversaciones llenaron el aire mientras disfrutaban de su desayuno juntos. Era el tipo de comienzo perfecto para lo que se avecinaba.
Una vez que estuvieron alimentados y listos, el grupo se puso en marcha para su caminata. A medida que avanzaban por el sendero, el sol brillaba inclemente, y el calor se hacía sentir. El paso de Razeck no era tan rápido como el de sus amigos, pero intentaba mantenerse al ritmo.
Conforme avanzaba la caminata, Razeck no podía evitar notar la belleza de la naturaleza que los rodeaba: los árboles altos, el canto de los pájaros y un riachuelo que fluía cerca. Su aprehensión inicial se desvaneció gradualmente a medida que se sumergió en la experiencia.
Sin embargo, a medida que avanzaban, los estragos de haber caminado varios metros hicieron efecto, y Razeck, ya casi sin agua, decidió buscar un lugar donde pudiera recargar su envase.
— Javier, voy a recoger un poco de agua del arroyo que vimos hace un rato... —anunció.
— Pero te puedo compartir de la mía —propuso señalando su botella que traía a un lado de la mochila.
— Es que tengo mucha sed, si bebo de la tuya, me la acabaré y ya no tendrás con qué hidratarte después, además estará más tranquilo si bebo de la mía.
— Está bien, ¿deseas que te acompañe?
— No es necesario.
— Oigan, ¿alguien sabe dónde está Domenico? —se oyó pronunciar a Sol, quien no obtuvo respuesta.
— Bien, pero regresa pronto o estaré preocupado. Pediré a los muchachos que caminemos más lento así nos podrás alcanzar sin dificultades.
— ... —asintió, emprendiendo el paso presuroso con dirección hacia un riachuelo cercano.
Tras descender por una pequeña pendiente, tropezó con una piedra provocando que soltara su envase el cual resonó al colisionar con una roca.
— Menos mal que ésta es de metal o sino habría roto otro shaker más —verbalizó reponiéndose y acercándose al riachuelo que serpenteaba suavemente a través del paisaje, con aguas cristalinas que reflejaban el suave resplandor del sol.
La superficie del riachuelo era tan clara que se podía ver las piedras y guijarros en el lecho, creando un mosaico de tonos verdes y marrones en el fondo.
El muchacho, con la piel bronceada por el sol y una botella vacía en la mano, se acercó al riachuelo con una sed intensa que parecía desafiar la misma sed de la tierra. Sus ojos brillaron maravillados por la belleza del lugar. Se arrodilló junto al agua, y sus manos temblorosas rozaron la superficie fría y clara. El sonido suave del riachuelo murmuraba una relajante melodía mientras el muchacho observaba las aguas cristalinas con asombro.
Con cuidado, sumergió la botella en el riachuelo, llenándola lentamente con el líquido precioso. Cada gota que caía dentro de la botella parecía llevar consigo la frescura y la pureza del riachuelo. El muchacho sabía que estaba a punto de satisfacer su sed con el regalo más puro que la naturaleza podía ofrecer.
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El Juego De Las Rosas | En Emisión
Novela JuvenilJanick es una muchacha que labora como diseñadora gráfica de una de las corporaciones más grandes del mundo, en el que tras hacerse acreedora de un premio, su vida da un giro inesperado, envolviendola en aventuras que jamás imaginó, adentrándose en...