Cuando nuestros labios estuvieron juntos, me quede estático, pero sabía que era lo que mi mente y corazón querían así que cerré los ojos y me dejé llevar.
Ella se separó de mí. Estaba roja como un tomate pero a la vez con una sonrisa de oreja a oreja. Nos mirábamos a los ojos.
-Te quiero -dijo ella.
-Yo también -le sonreí y la abrace.
Salimos del mar, tomamos unas toallas y nos quedamos en silencio, observando como el sol se metía por completo.
Recogimos la basura y la manta del picnic. Subimos al auto y conduje de regresó a casa.
En el camino, ni ella, ni yo, hablamos. Yo estaba pensando en todo lo que había ocurrido, había tenido un dia grandioso.
-Podemos olvidar lo ocurrido si quieres -dijo ella.
-¿Olvidarlo? No lo creo.
-Fue sólo un mal entendido, tuve un impulso. No debió pasar.
-¿Te arrepientes? -ella negó -. Yo tampoco, no podré olvidarlo.
Llegamos a su casa, le ayude a bajarse y entramos. Nos sentamos a ver la televisión, las caricaturas, veíamos Bob Esponja, su caricatura favorita. A pesar de haber visto cientos de veces el capítulo ella reía y me encantaba verla así.
Cuando llegó la hora de irme a el departamento, me despedí de ella de un abrazo y beso en la mejilla, era la segunda vez que la abrazaba y se sentía realmente bien.
Al llegar, llamé a Norman y le conté lo que había ocurrido el día de hoy. Sabía muy bien lo que diría.
-Andrew, te estás enamorando y debes de actuar rápido sino quieres perderla.
-No sé que hacer, tengo muy poco tiempo conociéndola.
-Ese tiempo te bastó para enamorarte, así que Romeo, haz algo.