Estábamos en el laboratorio esperando los análisis de sangre, quería estar 100% seguro y por eso no fuimos por una prueba de embarazo, que a veces no es efectiva.
No había hablado desde que me dijo eso, sólo la tomé en mis brazos y la traje hasta aquí, estaba enojado. ¿Cómo pudimos ser tan irresponsables? Llegó la enfermera.
-Aquí están -dijo con una leve sonrisa -. Buena suerte.
_____ abrió el sobre y se volteó a mirarme, tenia cara de pánico. Tomé el papel. Negativo. Suspire profundamente.
-¿No hablarás? -dijo ella.
-¿Qué quieres que diga? -ella agachó la mirada.
Me levanté y comencé a caminar, ella me seguía a pasos lentos. Cuando me dijo aquello, suplicaba porque no fuera embarazo, aún no estoy listo para ser padre de nuevo. En cambio ella, se veía esperanzada porque saliera positivo, quería tener un hijo.
Subimos al auto y conduje en silencio. Ella miraba por la ventanilla.
-Creo que debes ir a que te revisen, no quiero que nada te pase -ella no dijo nada.
Cuando llegamos a casa, subió corriendo por las escaleras, me quedé unos segundos sin reaccionar, pero al final la seguí. Entre al cuarto y ella estaba echa bolita en la cama, estaba llorando. Me senté a su lado y comencé a acariciar su pelo.
-¿Qué sucede pequeña? -pregunté dulcemente.
-¿Qué hubiera pasado si saliera positivo? -dijo entre sollozos.
-Me hubiese echó cargo y...
-No ne digas que me cuidarias, estoy hablando que hubiese pasado entre nosotros.
Suspire.
-No lo sé. Entre en una etapa de miedo, no estoy listo para ser padre de nuevo, además no estamos casados...
-¿Eso es lo qué te da más miedo? ¿El compromiso?
-No, le tengo miedo a que me vuelvan a fallar.
-Yo no soy Gael.
-Lo sé, pero...
-Gracias por confiar en mí -Comenzó a llorar más.
-Sí confío en ti y me gustaría casarme contigo, pero...
-Tu ego pesa más.
-Escúchame por favor -comenzaron a salie lágrimas de mis ojos -. El día siguiente al que te fuiste, tenía planeado llevarte a cenar y dártelo -fui hacía mi mesa de noche y saque de ahí la caja roja -. Pero me dejaste. Ahora que volvimos quiero esperar más tiempo, no quiero sufrir más, ya sufrí demasiado.
Ella sólo me miraba. Minutos después me abrazó, al separarse de aquel abrazó comenzó a limpiar con sus manos mis lágrimas.
-Lo siento -dijo en un susurro.
-Él que lo siente soy yo, por no ser lo que buscas -me levanté de ahí y fui al baño.
Me miré al espejo, mis ojos estaban rojos e hinchados. Me lave la cara y salí nuevamente. Ella estaba acostada con su mano derecha encima de su cara, me acosté junto a ella.
Ninguno decía palabra alguna, el silencio reinaba.
Tomé la caja, saqué el anillo y tomé su mano. Comencé a deslizar el anillo por su dedo medio.
-A fin de cuentas es tuyo.
Ella lo observaba.
-Me gustaría tenerlo en otro dedo -dijo sonriendo.