Llegué a su casa y abrió rápidamente. En la sala había un tazón con palomitas, refresco y dulces. Sonreí.
-¿A qué se debe todo ésto? -pregunté sonriendo.
-Quiero pasar un buen rato contigo -dijo dándome un beso rápido en los labios.
Veíamos la película de 'Mamá mía', yo estaba muy callado. No podía concentrarme ni en ver la película ni en _____ pensaba en Gael, sobre la platica que habíamos tenido.
-¿Qué sucede? -Preguntó acariciando mi cabello.
-Gael llamó -ella dejó de acariciar mi cabello y me miró sería.
-¿Y qué pasó?
-Quiere volver.
Ella agachó la mirada, yo tomé su mentón, levante su cara, la miré a los ojos y le dije:
-No te preocupes, ya no la quiero. Sólo lo hace por molestar.
Ella asintió y no volvió a hablar el resto de la noche.
Cuando llegó la hora de dormir, nos pusimos la pijama y nos acostamos en su cama. La abracé por la cintura, cerré los ojos y me quedé dormido.
Desperté y ella no estaba, me exalte. La busque en el baño y no estaba. Baje corriendo las escaleras, hasta que la vi, estaba con sus audífonos, bailando y cocinando. Sonreí, se veía linda. Llegué y la abracé por la espalda, le quite un audífono y le susurre al oído.
-Buenos días pequeña ¿te diviertes? -dije con un tonó burlón.
Ella se dio la vuelta y me aventó.
-Eres un tonto -dijo riéndo -. ¿Descansaste?
-Sí, pero se me fue el gusto cuando no te vi en la cama.
-Quería sorprenderte.
-Y lo hiciste -dije riendo.
Ella bufó. Siguió cocinando, me senté en una silla, mientras tanto yo le preguntaba sobre que haríamos hoy, pero me ignoraba ella me ignoraba.
-¿Me estas ignorando? -pregunté burlón. Cómo ella no contestó, me levanté de la silla y la tomé en mis brazos, la llevaba hacia la habitación.
-Andrew James Clutterbuck, bajame ahora mismo -dijo gritando.
Yo la ignoré como ella había echo antes. La tumbé en la cama, agarré sus dos manos y la miré a los ojos.
-¿Estás enojada?
-Sí.
-¿Porqué? -dije alzando una ceja.
-Eres un tonto ¿Sabias que espiar a las personas es un delito?
-Me declaró culpable -dije riendo.
-Madura -dijo rodando los ojos.
Me acerqué a ella y la besé, ella no cedía, pero segundos después ella estaba besándome. Le solté las manos y me puse encima de ella. Pasaba mis manos por su cabello y cara, ella lo hacía por mis brazos y pecho. El beso comenzó a subir de nivel, comenzaba a excitarme. Pero ella paró.
-Se quemará el desayuno -dijo risueña. Me quite de encima y ella se fue de nuevo a la cocina, dejándome con unas pequeñas pero incotrolables ganas de hacerla mía.
Cerré los ojos y suspire, aún no es tiempo Andrew, me dije para mi mismo y bajé de nuevo con ella. Le di su espacio, yo sólo la miraba.
Cuando terminó, eran chilaquiles, huevo revuelto y tocino. De postre había echo pastel de fresa. Todo le había quedado riquísimo.