Capítulo 12

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Dicen que los chicos buenos van al cielo.
Pero los chicos malo te llevan al cielo.

Pero los chicos malo te llevan al cielo

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-Mi lobito travieso,te deseo tanto -la voz de Emilio es gruesa, dominante. Joaquín toma aliento cuando unas hambrientas lamidas sobre su cuello lo hacen jadear de sorpresa -Te extrañé tanto estos días. Quisiera que hubiera un lugar donde no te juzguen por sentir diferente.

El corazón de Joaquin se rasgó en miles de diminutos fragmentos que se deslizaron sobre su cuerpo cuando escucho a Emilio. El destino era tan cruel.

-Tranquilo Emilio -su voz sono dulce .-Lo mejor es que duermas un poco, esto no esta bien, estas borracho.

-Estoy consciente Joaquin. Quiero estar contigo por favor. Se que no lo merezco, se que soy un cobarde pero te juro que me siento raro cuando no estás conmigo. Mi sol... por favor.

Su corazón dolió, su alfa aulló con desespero, deseaba anclar sus manos en la cintura del otro alfa, besar a otro alfa, poseer al otro alfa, ser del otro alfa, lo deseaba entre deseos lastimeros entre latidos muertos, entre añoranzas sin esperanzas.

Suspiro, ¿Debería rendirse? ¿Debería tener fe en ser todo para Emilio? Por que Emilio era su todo, no había titubeos en admitir aquello, el deseaba a Emilio, lo amaba, y aunque fuese incorrecto, no tenía vergüenza en gritarlo a los cuatros viento si fuera necesario.

Sonrio aceptando, actuaría esa noche, lo haría y aceptaría cualquier cosa que surgiera de eso, buena o mala ya nada le importaba.

Joaquin trago saliva e inhalo el olor de Emilio tan poderoso y delicioso que lo hacia perder poco a poco la cordura que le quedaba en aquel momento. Apretó la tela de la camisa de Emilio sintiendo la suavidad de la tela en las gemas de sus dedos. Emilio besó sus labios, trayéndolo a la vida en medio de aquel desdichado desierto que se comenzó a convertir en un océano de amor.

Abrió sus labios desérticos, permitiendo que Emilio le devorara los labios con vehemencia mientras que sus manos se encaminaban sobre el pecho del alfa, llevando sus dedos temblorosos por la adrenalina de tenerlo entre sus manos aunque sea solo una vez, los botones de aquella camisa que se comenzaba a abrir a medida que sus dedos se movían con experiencia sobre la prenda, dejando expuesta la ardiente piel de Emilio.

Emilio gimió mordiendo el delicioso labio inferior de Joaquín de sabor a fresa que lo hizo mordisquearlo en más de una ocasión mientras llegaba al fin de los botones de la prenda de vestir. Se separaron unos segundos para tomar el oxigeno que vagaba por la habitación que comenzaba a mezclarse entre sus dominantes feromonas, luchando para tomar el control aquella noche.

Emilio deslizó su camisa sobre sus hombros y manos, desgarrando la prenda cuando su pecho quedó al descubierto ante la atenta mirada de Joaquín que comenzaba a tornearse oscura por la excitación. Aquellas manos se posaron sobre su pecho, deslizándose hacia su cintura, pellizcando la sensible piel lechosa del rizado que se torneo rojiza al sentir las uñas de Joaquín clavarse sobre su piel que disfruto de aquella sensación de ser rasgada ligeramente por esas manos creadas para llevarlo a la gloria.

Cuando Decidas AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora