Capítulo 26

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Quiero aferrarme a ti.

Quiero aferrarme a ti

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Había sólo silencio y la nieve crujiendo bajo sus botas. Unos pájaros cantaban en algunos árboles a la distancia y cerca, nieve caía de ramas pesadas y aterrizaban suavemente en los montículos del suelo. Como un gran ojo sobre la faz de la tierra el lago se les quedó mirando cuando comenzaban su ascenso a la montaña. El cielo que se extendía por encima era primordialmente gris, haciendo notar la nieve y la lluvia y Dios sabía qué más. Tal vez, eso era lo que más le gustaba de este lugar: la incertidumbre perpetua, combinada con el hecho de aceptar que no sabía lo que estaba por venir.

El dirigir unas de las empresas más grande de madrid, le dificultaba disfrutar más de la naturaleza, estar entre papeles y negocios, se convertían en algo monótono para él, porque nunca tenía casi tiempo para salir de su oficina y explorar.

Eso no quería decir que no disfrutaba lo que hacía. Por el contrario, seguía convencido de que tenía el mejor trabajo del mundo.

Pero había algo maravilloso y milagroso en no saber y no ser conocido por nadie. Sobre despertarse y encontrar el mundo cubierto de nieve y averiguar qué hacer a partir de ahí. Algo tan liberador acerca de tener que encontrar su camino a través de la vida. Acerca de comprar una casa lejos de sus amigos y familia y sobrevivir sin ellos. Sobre despertarse temprano para limpiar su ranger rover, que estaría cubierto de nieve. Sobre la esperanza de capturar algo en el lago y determinar lo que debería hacer cuando no lo hacía.

Siempre era "¿y ahora qué?" Y cada vez, Emilio tuvo que averiguar la respuesta por sí mismo. Y le gustaba de esa manera.

-¿Para qué es esa valla?

La voz de Joaquin lo tomó con la guardia baja. No porque se había olvidado que estaba ahí. Emilio estaba tan acostumbrado a rendirse al silencio cuando estaba aquí. Nunca tenía a nadie con quien hablar, de todas maneras. Incluso cuando hablaba con los pájaros, que, obviamente, nunca le respondieron.

Sus ojos se dirigieron sobre la valla, registrando la madera que cubría el sendero por ambos lados Vio a Joaquín, sólo por el rabillo de su ojo. -Es para mantener lejos a los osos -respondió. Los ojos de Joaquin se habían abierto al instante. Los labios de Emilio se curvaron.

-¿En serio? -Joaquín dijo.

Emilio asintió con la cabeza. -En serio -dijo. -Pero, normalmente no llegan hasta aquí. Tienden a evitar a los humanos.

-¿Igual que tú? -Joaquin preguntó, con una ceja levantada. ‐¿Qué haremos si alguno de ellos decide caminar hasta aquí hoy?

-Bueno -Emilio comenzó. Inclinó la cadera y paseó sus dedos en la botella colgando de un llavero en su cinturón. -Tengo un mazo para animales aquí. Pero realmente no me gustaría utilizarlo, si es posible. Les puedo causar un daño permanente. -Señaló con el pulgar a su mochila. -Hay como una bocina de aire ahí. Y bengalas, también.

Cuando Decidas AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora