Capítulo 4

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He desperdiciado todo el amor que guardé
Siempre hemos sido un juego perdido

Emilio entró a su departamento, el tiempo se había ido volando después de haber sido convencido por María para que se quedara a almorzar con ella y sus hermanos

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Emilio entró a su departamento, el tiempo se había ido volando después de haber sido convencido por María para que se quedara a almorzar con ella y sus hermanos.

-¿Joaquín?

El silencio fue su respuesta. Cuando llego a la sala sus ojos se agradaron por completo ante la vista, sus ojos estaban presenciado una de las cosas más adorable que había visto en la vida; Joaquín estaba acostado en posición fetal sobre el sofá mientras su pecho subía y bajaba con lentitud al respirar. Estaba completamente dormido sobre el sofá. Emilio inconscientemente dejó escapar un suspiro ante la imagen para luego acercarse intentando ver aquellos perfectos rasgos más de cerca y, antes que se diera cuenta, ya se encontraba arrodillado junto a Joaquín contemplando como dormía, observando aquellas pestañas largas y finas que rozaba la suave piel del rostro de Joaquín mientras sus labios rosas y finos se entreabrian en busca de aire.

No supo que lo llevó a levantar la mano y acariciar su rostro, los dedos de Emilio siguieron haciendo contacto con la piel de Joaquín y suavemente comenzaron a subir hasta llegar a aquellas mejillas que solían ser rosas pero que ahora estaban pálidas producto al frío. Al instante supo que debía ser algo al respecto así que, intentando hacer el menor ruido posible, se volvió a poner de pie dirigiéndose a su cuarto en busca de una manta. Una vez que la encontró regreso a la sala y cubrió el cuerpo de Joaquín, el castaño inconscientemente se acurruco contra ella y una sonrisa cálida se apoderó en su rostro, aquel acto bastó para que Emilio volviera a arrodillarse frente a él intentando disfrutar de verlo dormir.

Su corazón empezo a bombeabar tan fuerte pero se negaba a pensar que era por el simple hecho de tenerlo tan cerca pero a pesar de eso siguió acariciando a Joaquín suavemente, él ya no era delicado con Joaquín, hace mucho dejo de serlo, pero ahí estaba completamente embobado mirándolo dormir, sabía que eso estaba mal, pero no podía parar de hacerlo. Por dentro lo único que quería hacer era abrazarlo hasta que sus brazos quedaran desgarrados, pero miles de preguntas rondaban su cabeza, ¿Por qué? ¿Por qué tenía aquella necesidad de protegerlo? ¡Era un alfa, por el amor de Dios! Y definitivamente Joaquín no era un Omega... Mierda, mierda, mierda.

Ante aquel pensamiento, Emilio se apartó de Joaquín con brusquedad y se dirigió a la cocina sintiéndose completamente abrumado. ¿Qué mierda le estaba pasando? ¡Era Joaquín! ¡Un alfa! ¡Su mejor amigo!. Solo estaba cansado.

¡Si eso era! El cansancio era el culpable. Aferrandose a esa estupida excusa intento hacer como si nada hubiera pasado y comenzó a preparar algo de comer.

Despues de unos cuantos minutos en la cocina, Emilio sirvió la lasaña en dos platos para luego dirigirse a la sala, donde Joaquín aún continuaba durmiendo. Emilio se acercó a él lentamente, para luego comenzar a mover su cuerpo.

Cuando Decidas AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora